Acariciando excusas

La melodía Bye Bye Love fue una de las canciones más populares de los años 60. Escrita por Felice y Boudleaux Bryant, fue publicada en 1957 pero más de treinta cantantes conocidos la despreciaron y no quisieron grabarla… hasta que los Everly Brothers la hicieron suya y la situaron en el número uno en todo el mundo. Desde entonces, docenas de cantantes han versionado el tema.  

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Uno de los mayores problemas que soportamos en nuestra sociedad es el rechazo a todo lo que es diferente ¡y ya sabes que no me refiero sólo a las canciones! Digo que “soportamos” porque, en el fondo, cada uno de nosotros somos responsables de que la vida sea así: todos solemos poner excusas cuando no vemos algo claro. Todos aprendemos a escondernos cuando hay que tomar decisiones importantes y la responsabilidad nos pesa. Parece como si no fuéramos capaces de resistir la presión.                   

Conozco algunas personas que son verdaderos especialistas en excusas, doctores en quejas y promotores de pesimismos varios. Vuelvo a repetir, nuestro problema es que vivimos haciéndoles caso ¡Mucho más que a los que derrochan gratitud e imaginación! Tenemos que reconocer que nos encantan las excusas: son agradables y familiares. Nos hacen quedar bien con nosotros mismos y salvan nuestra apariencia delante de los demás; pero el precio que pagamos por usarlas es acabar quemando nuestro futuro. Las queremos tanto que terminan por ser parte de nosotros mismos y por eso nos van destruyendo desde muy adentro. 

¡Hasta que no queda otro remedio! Cuando miramos hacia atrás y reconocemos que les hemos hecho demasiado caso y eso nos costó la vida, suele ser demasiado tarde. Excusas y quejas no sólo apagan nuestros sueños, sino que terminan por romper nuestro corazón. Cuando, ¡por fin!, las echamos de casa, no solemos tener fuerzas para nada más. 

¡Hay que soltar lastre ahora mismo! Tenemos que renunciar a las excusas desde el mismo momento en el que aparecen, porque si argumentamos con ellas, nos presentaran a su amiga amargura y a sus fieles compañeros desencanto y fracaso ¡Te aseguro que no se vive nada bien con ellos!

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Si vivimos quejándonos y acariciando excusas jamás seremos capaces de reaccionar a los desafíos que se nos presentan. Nos sentiremos mal mirando hacia atrás porque recordaremos lo que hemos perdido y llegaremos a sentirnos peor mirando al futuro porque terminamos creyendo que no tenemos remedio, así que la próxima vez también vamos a fallar. ¡Es el momento de vencer ese círculo vicioso y descansar en Dios! Él tiene cura para todo: “Seguid siempre al Señor.... porque el Señor vuestro Dios pelea a vuestro favor... Tened cuidado de vosotros mismos y amad al Señor” (Josué 23:8-10,11).