Una conversación con Dios

Stevie Wonder fue conocido como el “genio” de Memphis: compositor y cantante de éxito desde muy niño, es capaz de componer, arreglar, producir o cantar prácticamente todo tipo de música. Stevie llevó al número uno su álbum Songs In The Key of Life. En ese álbum, aparecen multitud de referencias espirituales; aunque sin ninguna duda, la canción más directa es Have a Talk With God (“Ten una conversación con Dios”).

[ads_google]div-gpt-ad-1623832500134-0[/ads_google]

"Hay gente que tiene problemas

Y no entienden que llevar por si mismos su vida,  no es la solución.

Cada problema tiene una respuesta 

Y si no la sabes encontrar, debes hablar con Él.

Él dará paz a tu mente... 

Cuando sientas que tu vida es dura, 

Ten una conversación con Dios.

Muchos de nosotros vivimos solos, sin amigos,

y nunca nos comunicamos con el Único que nos ama a todos.

 Olvidamos que Él nunca nos dejará caer,

puedes hablar siempre con Él, Él está escuchando”. 

Cada vez que alguien nos dice que podemos orar, enseguida pensamos en algo religioso, pero no es así: orar es hablar con nuestro mejor amigo, con el Creador, con el que mejor nos conoce y más nos ama. Orar es entregar nuestras cargas, saber que Él sabe todo lo que estamos pasando. Orar es desnudar nuestro corazón delante de quién puede sanarlo y restaurarlo. Orar es vivir día a día, momento a momento, sabiendo que Dios nos acompaña. Orar es llorar y reír con la persona que nunca nos abandona y siempre tiene tiempo para nosotros. Orar es entrelazar nuestra alma con la eternidad a través de conversaciones susurrantes con quién lo ha dado todo por nosotros. 

Hablar con nuestro Creador nos libera, nos quita la ansiedad, nos hace vivir más y mejor, porque aprendemos a verlo todo de una manera diferente y eterna. No es extraño que, cuando Pablo termina su descripción de la armadura del cristiano (Efesios 6:10-18), destaca que en la lucha diaria, todo debe hacerse con “oración y súplica”. Agradeciendo y pidiendo; confiando y descansando en el Señor. Sus promesas siguen siendo nuestra seguridad: “Yo, Señor, invoco tu nombre desde lo más profundo del pozo; y tú oyes mi voz y no dejas de escuchar mis ruegos. El día que te llamo, vienes a mí y me dices: “No tengas medo”. Tú me defiendes, Señor en mi lucha; tú rescatas mi vida” (Lamentaciones 3:55-58).

Estemos donde estemos, siempre es un buen momento para orar, siempre es un momento excelente para decirle lo que hay en nuestro corazón y descansar en Él.            

Seas quién seas, y estés dónde estés, Dios te está escuchando…