Dispuestos a todo

Uno de los himnos góspel más conocidos en todo el mundo es el que se titula “Grata certeza” (“Blessed Assurance”), compuesto por Fanny Crosby. Ella era una escritora ciega que compuso centenares de poemas sobre Jesús y la vida cristiana. Un día, cuando le preguntaron si su ceguera le hacía vivir amargada o triste, respondió: “Hubiera elegido nacer ciega para que el primer rostro que viese fuera el del Señor en el cielo”. Una respuesta genial que revela la mejor motivación que alguien pueda tener. No hay duda de que el amor al Señor es lo que marca la diferencia en la vida.

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La verdad, nos asombra el hecho de que cuando Pablo va describiendo la armadura del cristiano (Efesios 6:10-18), nos enseña que nuestros pies siempre deben estar dispuestos para anunciar el evangelio de la paz. Es su manera de decir que ¡Hay que estar siempre listos para ir a todas partes proclamando lo que el Señor ha hecho por nosotros! ¡No podemos estar quietos! Esa es la razón por la que ya el profeta Isaías anunciaba que los pies de los que traen las buenas noticias son hermosos (Isaías 52:7) ¡El que anuncia la paz bendice a todos los que le rodean!

Cuando alguien nos ve llegar “calzados” con el evangelio, sabe que lo que traemos es bueno. En cierta manera, no importa que las personas quieran tomar una decisión por el Señor o no; esos pies que llevan el mensaje del Señor a todas partes, son benditos por Dios.

¡Así es! La Biblia nos enseña que el evangelio son “buenas noticias” (ese es el significado de la palabra literalmente), porque cuando recibimos al Señor Jesús en nuestras vidas, Él nos regala una paz extraordinaria: paz con Dios, con nosotros mismos, con los que nos rodean, con la naturaleza… Paz en todas las circunstancias, ¡Porque el Señor es el príncipe de paz! Vivir con Él es atravesar la puerta de la eternidad. Por eso necesitamos recorrer el mundo anunciándolo; esa es la razón por la que tenemos que estar siempre “calzados”, dispuestos a ir a cualquier lugar para hablarle a todos del amor de Dios.

¡Si amamos al Señor no podemos permanecer insensibles! Cuando vemos al Mesías en la cruz, reconocemos que muchos decidieron matarle, pero otros le coronaron como su Rey Salvador, ¡incluso dieron sus propias vidas por Él! La verdad, no podemos quedar impasibles, no existe el término medio: no es posible la indiferencia delante del Señor.

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O es tu Salvador o le estás despreciando. 

La promesa de Dios dada por el profeta Isaías sigue teniendo validez en el día de hoy: “Reconocerás que Yo soy el Señor y que los que en mí confían no quedan defraudados” (Isaías 49:23) ¡Ver el rostro del Señor! Conocer a Jesús es lo que hace que nuestra vida sea diferente, aquí y por toda la eternidad. Por eso no podemos callarnos. Estamos siempre dispuestos a mostrar la gracia de Dios a todos. Dónde sea, y en cualquier momento.