Nieves Carabaña, donde la valía y la discreción se unen

Nieves Carabaña Mochales es Diplomada en Teología por INSTE Global Bible College y profesora de Religión Evangélica por la Consejería de Religión Evangélica de la FEREDE, de la primera promoción tras la firma de los acuerdos con el Estado español en 1992.

También acredita ser Especialista en Captación de Fondos por la UNED y la Asociación Española de Fundraising. Actualmente y “no por ser una vocación tardía sino más bien una asignatura pendiente” estudia psicología en la UNED “poco a poco, pero con empeño”.

Está casada con Ángel Álvarez desde hace 31 años, y tiene “dos hijas increíbles Noemí y Lidia, y dos nietos adorables Marco y Emma”. 

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Junto a su esposo pastorea la iglesia Casa de Oración desde los 25 años, reconocida ministerialmente como pastora en 2004. He compaginado el ministerio en su iglesia local con formar parte del equipo de la Sociedad Bíblica de España durante catorce años y desde 2018 como responsable de alianzas con iglesias y organizaciones cristianas en la ONG cristiana World Vision.

Se convirtió a los 18 años de edad en una chabola muy humilde ubicada en la zona de Entrevías del madrileño barrio de Vallecas. Hasta allí llegué de la mano de un joven que estaba en proceso de superar su adicción a las drogas y al que conocí en un trabajo de verano en Proyecto Hombre.

Nos cuenta que en aquella chabola tenía goteras pero no agua corriente, una pequeña estufa de gas butano y unos bancos de madera viejos desechados por una asociación comunista que había clausurado su local unas calles más abajo y un patio de tierra con un pozo seco al que habían bautizado como el pozo de Jacob. En el despacho pequeño de cristales biselados, suelo de terrazo y estanterías propias de la serie “Cuéntame” escuchó consejos sabios que le guiaron en sus primeros pasos en la fe. “Allí escuché al Señor decirme, si con voz audible o no, no lo sé, como probablemente diría el apóstol Pablo: Tú eres mi hija y vas a seguirme porque yo te voy a ayudar”.

Comenzó a leer con avidez la Biblia que tenía en su casa siguiendo el consejo de abrir el evangelio de Juan y el libro de los Salmos y “mientras leía sentía que aquellas palabras transformaban mi vida para bien”.

Sus primeros pinitos en el servicio a Dios fueron de la mano de una familia muy vulnerable, trabajando con dos niños de 11 y 8 años cuyos padres tenían serios problemas de alcohol. “Les visitaba, los sacaba a pasear, los despiojé en el baño pequeño de nuestra iglesia y disfruté con ellos de aventuras en el Parque de Atracciones”. 

Pregunta.- ¿Qué labor en la iglesia desarrollas en la actualidad? 

Respuesta.- Junto a mi esposo pastoreo la iglesia Casa de Oración fundada por mi esposo y el evangelista Florentino Peña hace 40 años, en 1982. Durante estos años nos hemos extendido a las poblaciones de Valdemoro, Leganés y Morata de Tajuña.

Mi labor se centra en la predicación y la enseñanza de la Palabra, la consejería familiar y soy parte del Comité de Dirección de la iglesia.

P.- Además de tu ministerio pastoral en la iglesia, ¿qué otros servicios desarrollas en otras entidades?

R.- He tenido la increíble oportunidad de ser parte del equipo de la Sociedad Bíblica de España desde el 2003 hasta el 2014, y digo increíble porque el mundo de la Biblia, su traducción, producción y difusión es absolutamente fascinante.

Allí tuve también la oportunidad de conocer a siervos de Dios humildes y ricos en conocimiento como nuestro querido Gabino Fernández o el reconocido traductor bíblico Samuel Escobar, por mencionar a algunos. Aprendí a amar la Biblia con más intensidad y a disfrutar de las pinceladas de conocimiento de los muchos expertos que colaboraban. 

También he servido al Señor en la Junta Nacional de Operación Niño de la Navidad durante ocho años como responsable nacional de oración. Un proyecto de alcance internacional que lleva el amor del Señor a niños y niñas vulnerables mediante una sencilla cajita de zapatos con regalos. 

En 2018 me uní al equipo de World Vision España ONG cristiana de desarrollo, promoción de la justicia y atención en emergencias. Soy la responsable de las alianzas con iglesias y organizaciones cristianas así que me encargo de dar a conocer nuestra misión de servir a los más vulnerables de la tierra como seguidores de Jesús y también coordino la relación con la red de comedores sociales con los que atendemos a familias vulnerables en nuestro país cuya situación, como todos sabemos, se ha agravado con los efectos de la covid 19 y el impacto de la guerra de Ucrania en la economía.

Desde 2020 soy consejera de la Mujer del Consejo Evangélico de Madrid.

Tengo que decir que todas estas experiencias ministeriales me han permitido conocer la diversidad del pueblo evangélico y han potenciado muchísimo en mí el deseo de trabajar por la unidad de los cristianos y por procurar enfocarnos en lo que nos une y no en lo que nos separa.

P.- Como Consejera de la Mujer del CEM, ¿qué visión tienes y qué programa desarrollas?

R.- La consejería de la Mujer del CEM existe para:

• Impulsar la presencia de las mujeres evangélicas en actividades sociales, culturales y testimoniales en congresos, coloquios y encuentros de todo tipo, incluidos programas de radio y televisión.


• Fomentar y mantener relaciones con organismos oficiales encaminados a establecer acuerdos de cooperación en unos casos y representación institucional en otros, según proceda, encaminados al desarrollo y promoción de las mujeres evangélicas.


• Apoyar a las asociaciones de mujeres evangélicas de la Comunidad de Madrid en sus programas y poryectos, gestionando, si para ello fuere requerida, la tramitación de permisos de uso de instalaci´ones y subvenciones oficiales destinadas al desarrollo de actividades promovidas por entidades de mujeres evangélicas.

Personalmente me motiva promover la defensa de su dignidad; la igualdad plena entre hombres y mujeres sin ignorar sus diferencias naturales o biológicas desde una cosmovisión bíblica. la unidad de la mujeres en la defensa de los derechos de la mujer y la visibilización de la violencia machista y potenciar el papel de la mujer en la iglesia para impactar con el amor de Dios nuestra sociedad. 

P.- ¿Has tenido obstáculos por ser mujer en el desarrollo de tu profesión o ministerio? 

R.- En cuanto al ejercicio de mi ministerio en la iglesia local no he tenido ningún obstáculo más bien todo el apoyo. Mi iglesia local ha sido mi lugar de encuentro con Jesús, en ella he crecido como hija de Dios y en ella he recibido mi llamado a servirle.

Sí quiero mencionar aquí que durante estos años me he topado con lo que considero un error que daña y desvirtúa el ministerio de la mujer: diferentes expectativas y conceptos preconcebidos sobre el papel de la esposa del pastor. Me explico. En algunas tradiciones evangélicas la mujer del pastor es la pastora y punto, así que esperan de ella un compromiso ministerial que puede ahogar la espiritualidad de la mujer que no tiene un llamado pastoral. Para otras tradiciones la esposa del pastor debería permanecer callada y portarse especialmente bien sin inmiscuirse en el ministerio de su esposo. Estos extremos se han recrudecido con la convivencia multicultural de tradiciones dispares. Yo he tenido que moverme en esta ambigüedad y conceptos preconcebidos manifestando en el tiempo cuál era mi llamado.  

P.- ¿Cómo ves la situación actual de la mujer en las iglesias, denominaciones y entidades evangélicas?

R.- Percibo diferencias considerables en las distintas familias denominacionales del pueblo evangélico. Algunas denominaciones han avanzado favorablemente en el reconocimiento del ministerio de la mujer y en el nombramiento de mujeres en puestos de autoridad en sus iglesias, mientras que en otras tradiciones evangélicas siguen limitando a la mujer en el ejercicio de los dones y del llamado que Dios les ha dado, perpetuando así una discriminación histórica de las mujeres en las iglesias que en ocasiones es severa y agresiva. 

Por otro lado, aunque vamos viendo algunas mujeres entre los panelistas de ciertas conferencias y congresos cristianos, las fotos de familia de organismos cristianos, organizaciones cristianas y consejos de iglesias siguen teniendo casi en exclusividad rostro masculino.

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P.- ¿Qué se puede hacer para que la mujer se integre con todo su potencial personal, intelectual y espiritual en la labor del Reino de Dios?

R.- En primer lugar, seguir trabajando contra los micromachismos eclesiales. 

Creo que hay que seguir trabajando en pro de una revisión del papel de las mujeres dentro de la iglesia a la luz de la igualdad de todas las personas, mediante una educación bíblica en valores de dignidad e igualdad de todas las personas y una reflexión serena pero valiente que confronte los micromachismos eclesiales que creo entristecen el corazón de Dios. 

En segundo lugar, identificar los ministerios por sus frutos. Tenemos que identificar el ministerio de la mujer de la forma más objetiva posible y sin prejuicios estereotipados por cuestión de su sexo sino más bien reconociendo el fruto de su trabajo, “por sus frutos los conoceréis”.

Un tercer aspecto es animar a las mujeres a volar a los pies de Jesús. Hay que dejar atrás los temores forjados a fuego lento en nuestra alma por una cultura cristiana desde mi punto de vista mal entendida, que no la dejan volar a los pies del altar en el ejercicio de su fe y ministerio.

Finalmente, se debe animar a las mujeres a capacitarse para dar respuesta a nuestra sociedad. Animarlas a esforzarse en su propia capacitación y cualificación para procurar un servicio excelente que dé respuesta a las demandas de una sociedad del siglo XXI que enfrenta desafíos únicos, y que creo yo, necesita escuchar la voz de Dios a través de mujeres libres en el Señor y preparadas para servir. 

P.- Algo más que quieras añadir

R.- Qué mejor manera que concluir con un texto bíblico en el que veo al Señor animando a su pueblo sin distinción a servirle conforme a los dones recibidos y llamándonos a la cordura.

“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. 4 Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, 5 así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. 6 De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; 7 o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; 8 el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría”. (Romanos 12, 3-8. RVR 60)