El cuerpo de Cristo

Carl Perkins, uno de los mayores genios del rock and roll, jamás negó que sus orígenes musicales estaban íntimamente relacionados con la iglesia… ¡todo lo contrario! Incluso se refirió a ello en varias ocasiones como en el caso de esta composición suya:

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“Recuerdo cuando era niño (…)

Todos cantaban en casa los cánticos del Señor  (…)

Algunos ya se marcharon a la patria celestial,

Pero muy pronto espero encontrarlos en aquel reino de amor

Cantando eterna alabanza junto al trono de Dios” (“Daddy Sang Bass” Cedarwood publishing co.).

“Yo edificaré mi iglesia” (Mateo 16:18), dijo un día el Señor Jesús, y eso es lo que está haciendo en el día de hoy. No es nuestra iglesia sino la de Él, y para que no quedara ninguna duda, las imágenes que más se usan en el nuevo testamento para referirse a todos los que somos salvos, son la del “cuerpo” de Cristo, y la de la “novia” y futura esposa del Señor. Nadie puede atribuirse ninguna autoridad o dominio sobre la iglesia sino el mismo Señor, y lo curioso es que ¡El no lo hace! Siempre habla de su amor y su cuidado por cada uno de nosotros.

No olvides que el destino de una novia jamás es ser obligada, sino amada.

El cristianismo de hoy necesita volver a la Biblia para comprender qué es verdaderamente la iglesia, porque muchas veces las personas la identifican con un edificio, una estructura o incluso con las reuniones que se celebran en un determinado lugar, y eso jamás se le pasó por la cabeza al Señor ¡No! La iglesia son las personas. Nada más y nada menos. Todo lo demás es accesorio, y en muchas ocasiones, incluso sobra.

Esa es una de las razones por las que nadie puede vencer a la iglesia: porque está en las manos del Señor y es parte de su propio cuerpo ¡No sólo los domingos o los días en los que las personas se reúnen! Si, porque es curioso que incluso se le llame al Domingo el “día del Señor”, cuando todos los días son de Él. ¡Esa definición no aparece en la Biblia! Tenemos que aprender que la iglesia de Cristo está formada por todos los creyentes en todas partes del mundo, todos los días de sus vidas.

Si no es así, caemos en el error de pensar que, como le damos un día al Señor (el Domingo) y también le entregamos parte de nuestro (¿?) dinero, todo lo demás nos pertenece. Vamos “a la iglesia” con la familia y después hacemos lo que queremos, llegando a pensar que la adoración, la evangelización, el estudio de la biblia, la oración, la vida llena del Espíritu de Dios, etc. es para los que están especialmente dedicados a lo espiritual. Dividimos de una manera artificial lo que es secular de lo sagrado, sin darnos cuenta de que esa distinción no existe para Dios.

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Para Él, la iglesia la forman todas las personas que componen el cuerpo de Cristo; sin distinción, ¡En todo momento y en todo lugar!