¿Qué estamos haciendo como iglesia y seguidores de Jesús? ¿qué aportamos? ¿nos preocupa realmente?
Estas pasadas Navidades han sido muy dolorosas en España para muchas familias que han perdido a su madre, su hermana, su hija... Terribles los últimos días del año. Ha sido un diciembre negro. 49 mujeres fueron asesinadas en 2022 por violencia de género, dejando 38 huérfanos.
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Los medios alarmados han estado difundiendo la noticia, porque sin duda ha sido (es) noticia...qué pena que tengamos que llegar a estas tragedias para que este problema alcance notoriedad. Pasarán los días, y una vez más se olvidará el tema.
Ahora todos preguntan qué está fallando, pero es triste que tengan que ocurrir estos sucesivos 49 crímenes de violencia de género para preguntarnos qué está fallando.
Sin duda, como han dicho los expertos, son varias las causas. Falta de medios (agentes especializados), falta de coordinación, valoraciones de riesgo fallidas, falta de detección de las fases iniciales de violencia…Todo esto es cierto. Lo he comprobado acompañando a mujeres que lo han sufrido.
Pero creo que nos tenemos que preguntar qué está fallando desde mucho antes. Desde que hay una sola víctima.
Nos lo tenemos que preguntar desde que se maltrata verbalmente, psicológicamente, desde que hay una violación, desde que hay brecha salarial, techo de cristal, desde que oímos chistes menospreciando a las mujeres, desde que se nos ignora en los libros de historia, desde que escuchamos letras de canciones machistas, desde que sufrimos discriminación en las profesiones, desde que leemos noticias con sesgo machista, desde que vemos la hipersexualización, publicidad sexista, prostitución, pornografía, vientres de alquiler...También cuando se nos discrimina en las iglesias o cuando vemos la negación de la violencia de genero.
Porque todo esto que he enumerado es el resultado, la consecuencia de la desigualdad estructural, crónica, histórica de las mujeres, por los siglos de los siglos. En todo esto, en el día a día, estamos fallando todos, como sociedad.
Somos responsables de no actuar ante las actitudes y hechos del día a día (micromachismos) que vemos y ante las que guardamos silencio (“el silencio de los hombres buenos”). Quien defienda que la igualdad de hombre y mujer es un hecho, se equivoca por completo. Ni en términos de poder, ni de visibilidad, ni de remuneración económica, ni en lo que respecta a la seguridad, a la salud, al grado y la intensidad de trabajo se ha conseguido el sueño de la equidad, un sueño que comenzó a esbozarse hace ya tres siglos, con el fundamental impulso de las mujeres protestantes de Seneca Falls.
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Si queremos que se erradique este tipo de violencia tenemos que actuar desde la raíz, a través de una herramienta tan importante como la educación, la transmisión de valores y la denuncia en el día a día. Tenemos que poder pronunciar la palabra “feminismo” sin que automáticamente se cree tensión, hostilidad y ataque, porque la violencia contra la mujer es ya estructural y no coyuntural.
Además, como creyentes tenemos aún más responsabilidad. El diseño divino era la igualdad y el compañerismo. Sabemos que la desigualdad es una consecuencia del pecado del ser humano, de haber tomado la decisión de apartarnos de Dios. Vivimos en estructuras sociales y culturales de pecado. La desigualdad, el dominio del varón sobre la mujer, no es la voluntad de Dios. Volvamos a las estructuras de la Creación, las que Jesús vino a restaurar y nos mandó que anduviéramos en ellas como El anduvo, siguiendo su ejemplo, tratando a las mujeres con dignidad, respeto, cariño, admiración, sanándolas, enseñándolas y defendiéndolas ante la acusación de la sociedad, alzando su voz como hombre valiente y empoderándolas con su Gracia. Dándoles su lugar protagonista también en la misión.
Para reflexionar en las iglesias y en los hogares cristianos: ¿qué estamos haciendo en este tema? ¿qué estamos aportando? ¿nos preocupa realmente? ¿qué puedes hacer desde tu iglesia? ¿Miramos para otro lado? ¿Nos estamos formando como pastores y pastoras en temas de violencias contra las mujeres? ¿O sólo se habla de esto en las “reuniones de mujeres”?
Y aquí propongo algunas sugerencias:
Gracias a Dios, hay iglesias que están empezando a sensibilizarse. Desde la Plataforma Seneca Falls y desde el Grupo de Trabajo Mujer y Sociedad de la Alianza Evangélica estamos impartiendo cursos de formación y sensibilización para aprender a detectar y manejar estos temas.
Próximamente impartiremos un curso introductorio en la Facultad de Teología de Asambleas de Dios, el 11 de enero en La Carlota (en Córdoba); y formaremos parte de la plantilla del profesorado del CEEB en un curso sobre Feminismo.
Mi deseo es que haya una toma de conciencia, responsabilidad y respuesta de las iglesias evangélicas ante la violencia contra las mujeres que sin duda se va normalizando en medio de una sociedad cada vez más oscura. No olvidemos que estamos llamados a traer luz y libertad en cualquier situación de opresión y violencia.
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