Elisabeth Reyes, la firme soñadora del día a día

Ana Elisabeth Reyes Hernández nació en Santa Cruz de Tenerife. Está soltera y forma parte de la Iglesia Cristiana Evangélica de Santa Cruz de Tenerife de la FIEIDE (Federación de Iglesias Evangélicas Independientes de España).

Estudió un módulo de FP en moda y confección industrial. Tras graduarse, trabajó cuatro años en un taller de confección. Finalmente el Señor le confirmó el llamado que hacía tiempo sentía de su parte y se trasladó a Barcelona para cursar estudios bíblico teológicos en el seminario IBSTE.

Desde entonces sirve al Señor a tiempo completo en la Iglesia en Santa Cruz de Tenerife, dedicando parte de ese tiempo a servir en diferentes Juntas Administrativas de departamentos de la FIEIDE. En este último aspecto, a lo largo de los años ha podido realizar distintas funciones: Vocal de la Regional Canaria en la Junta Nacional, Secretaria de actas en la misma Junta, en la Junta del Departamento de Evangelización y Misiones (DEM) y en la Escuela Evangélica de Teología (EET). Actualmente, sirve como presidenta de la EET.

Pregunta.- ¿Cuál es tu trasfondo familiar y personal?

Respuesta.- Nunca he sido una persona que destaque por grandes logros o virtudes. Nací en una familia cristiana, por lo que desde pequeña tuve conocimiento de Dios en mi día a día. Tanto mis abuelos como mis padres fueron hombres y mujeres trabajadores desde su juventud, sin oportunidades para formarse, que tenían como objetivo sacar adelante a la familia. Mis padres se esforzaron por ofrecernos, tanto a mi hermano como a mi, la oportunidad de estudiar, pero ninguno de los dos optamos por carreras universitarias. En mi caso, me sentía incapaz de poder culminar un reto semejante, y no tuve a mi lado a nadie que me animase a intentarlo.

Desde muy joven sentí especial inquietud por servir al Señor tanto en la iglesia como en mi entorno. Mi deseo por estudiar y formarme teológicamente surgió a muy temprana edad, aunque donde realmente siempre me he sentido más a gusto es en el trabajo con la gente, en el día a día.

P.- ¿Has tenido obstáculos por ser mujer en el desarrollo de tu profesión o ministerio?

R.- Por la gracia de Dios, él me ha llamado a servirle en medio de su pueblo, y así lo he podido hacer durante 20 años. Mi reto ha sido realizar todo lo que el Señor me ha puesto a la mano para hacer. Tanto mi iglesia local como sus líderes me han apoyado y liberado económicamente desde que opté por este camino del servicio.  Esto ha sido todo un privilegio que no han tenido muchas mujeres en España.

Actualmente formo parte del consejo general de la iglesia, ocupando un lugar como responsable de una de las áreas de la iglesia. Sin embargo, nunca he sido encomendada oficialmente para el ministerio eclesial.

De forma específica, los obstáculos más grandes que he encontrado para el desarrollo de mi ministerio han sido en el ámbito de la predicación y la pastoral, tanto por parte de hombres como de mujeres, que en su interpretación de las Escrituras entienden que Dios ha diseñado dichos ministerios solo para ser ejercidos por hombres.

Toda mi vida ministerial he optado por servir respetuosamente, sin entrar en conflicto, pero sin renunciar al ejercicio de dichos ministerios por la presión ejercida, teniendo la convicción que ese servicio redundaría para el crecimiento y la extensión del Reino de los cielos. 

Dentro de todo, he tenido la gran bendición de haber estado totalmente apoyada por los diversos pastores que ha tenido la iglesia, y he podido ejercer dichos ministerios en medio de mi congregación y de otras congregaciones de la isla.

Desde nuestra perspectiva humana, se avanza muy lentamente, pero nuestro Dios tiene la visión de la eternidad. Él sigue trabajando y avanzando su obra en medio de los tiempos.

P.- ¿Cómo ves la situación actual de la mujer en las iglesias, denominaciones y entidades evangélicas?

R.- Dependiendo de las organizaciones, denominaciones, iglesias o entidades, la situación de la mujer difiere mucho. Hay contextos en los que está circunscrita casi exclusivamente a guardar silencio, o limitada al área de enseñanza a niños y mujeres. Pero hay otros contextos en los que se le ofrece la oportunidad de ejercer sus dones en igualdad de condiciones que los hombres.

No obstante, mi impresión es que el porcentaje de mujeres dedicadas a ministerios de responsabilidad pastoral o presidencial en las iglesias u organizaciones Evangélicas en España es muy bajo. Mientras que en el mundo secular la mujer cada vez tiene más presencia, en nuestro contexto hay ámbitos en los que seguimos encontrando obstáculos, y se siguen cuestionando nuestras motivaciones cuando compartimos el llamado al servicio pastoral en las iglesias.

Me causa dolor la pérdida que todo el pueblo de Dios está sufriendo por cerrar la puerta al ministerio de mujeres con llamado, con dones y preparadas para poder servir.

Alabo a Dios, porque a pesar de los obstáculos, las mujeres seguimos formándonos, sirviendo y realizando el trabajo al que hemos sido llamadas.

P.- ¿Qué se puede hacer para que la mujer se integre con todo su potencial personal, intelectual y espiritual en la labor del Reino de Dios?

R.- En primer lugar, la educación y formación de las nuevas generaciones me parece una clave imprescindible, sin dejar de lado el continuar trabajando en la formación del liderazgo de la generación actual.

En segundo lugar, el ejemplo apasionado de mujeres que trabajan con ahínco por el Reino de los cielos, y no claudican a pesar de los obstáculos, sirve de modelo con el que las mujeres de las nuevas generaciones se pueden identificar, lo cual es muy importante.

Tercero, sigue siendo necesario animar a las mujeres a participar en el liderazgo actual.

Y por último, si queremos que las mujeres se integren con todo su potencial, me parece imprescindible fomentar la implementación de espacios para el diálogo y la acción que ayuden a visibilizar el trabajo realizado por las mujeres del pueblo de Dios, tanto a lo largo de la historia como en la actualidad.

P.- Algo más que quieras añadir

R.- Me gustaría acabar compartiendo los deseos o anhelos que tengo en mi corazón: en primer lugar, que llegue el día en que las mujeres puedan ejercitar sus dones y vocación, desde la normalidad, dentro de la Iglesia Evangélica en España. Que tengan libre acceso a cualquier puesto de responsabilidad y liderazgo, en igualdad de condiciones que los hombres, según sus dones, llamado, capacidades y formación.

En segundo lugar, que las nuevas generaciones de mujeres que están accediendo en la actualidad al mundo laboral, puedan plantearse el ministerio pastoral y eclesial como una opción más, sin la presión de sentirse juzgadas por ese llamado, o porque directamente se les vete la oportunidad por el hecho de ser mujer.

Desde mi sosegado servicio cotidiano espero estar contribuyendo al avance del Reino de los cielos en este sentido.