En medio de la oscuridad

¿Conoces la historia del rito que los cherokees llevan a cabo para que sus hijos pasen de la infancia a la juventud? Cuando el niño tiene unos catorce años su padre lo lleva al bosque, le venda los ojos y se va, dejándolo solo. El adolescente se sienta en un tronco toda la noche y no puede quitarse la venda hasta que amanece. No puede pedir ayuda a nadie, simplemente debe quedarse quieto y resistir, pase lo que pase. Una vez que sobrevive a esa prueba, todos le consideran un hombre. No puede decir nada a nadie sobre esa experiencia ni nadie puede contar lo que ha pasado.

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La gran mayoría de los jóvenes pasan la noche aterrorizados. Oyen toda clase de ruidos y saben que hay bestias salvajes a su alrededor que pueden destrozarles, incluso cualquier guerrero de otra tribu puede venir para hacerle daño. Durante la noche oyen el aullar de los lobos que se acercan, pero no pueden salir de donde están ni quitarse la venda. Tienen que demostrar a todos su valentía.

La noche se hace literalmente interminable, pero con las primeras luces del amanecer, el joven se quita la venda y entonces descubre que su padre no se había ido, que estuvo siempre muy cerca, cuidándolo en silencio, protegiéndolo de cualquier mal… sin que él lo supiera. 

Cuando escuché la historia por primera vez, tuve que pensar en mi Padre Celestial: nuestros ojos no pueden verlo en muchas ocasiones, pero Él siempre está ahí, cuidándonos e impidiendo que nadie nos haga daño, y guiándonos de una manera invisible a través de nuestros miedos y nuestra inseguridad.

Nunca estamos solos, Él no nos abandona jamás. Sus palabras van mucho más allá de lo que una promesa pueda significar:  “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). Podría habernos dicho que estaría con nosotros hasta el fin de nuestros días, pero quería que comprendiéramos que jamás nos abandona ¡Mientras el mundo exista y por toda la eternidad!

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Sí, ya sé que a veces la vida parece ser muy cruel, todos lo hemos experimentado en muchas ocasiones: el dolor, el sufrimiento, la inseguridad, las injusticias, los enemigos visibles e invisibles, el miedo, la soledad, la incomprensión, la enfermedad, las desilusiones, los peligros, las malas decisiones, las lágrimas… ¡Atravesamos tantas situaciones diferentes que llegamos a pensar que nada tiene remedio! Es entonces cuando debemos recordar que no es así. Hay alguien siempre a nuestro lado, alguien que nos cuida día a día y que no “descansa” un solo momento. Alguien que conoce todo lo que hay en nuestra vida, tanto en el interior de cada uno de nosotros como en el exterior. Ese Alguien es Dios.

¡Y no nos abandona nunca!