Con voz resquebrajada

Durante el año 1927 la historia del cine dio un salto cualitativo impresionante: ¡Comenzaron las películas sonoras! Nadie imaginaba hasta dónde llegaría su influencia en el futuro. Algunos no supieron asimilarlo, de hecho uno de los críticos más conocidos en aquel momento escribió en un periódico después de haber asistido a un estreno: “¿Quién quiere oír hablar a los actores? Parece absurdo”.  ¡Pensaban que no había nada mejor que las películas mudas!

Las palabras, la comunicación, comprender lo que hay en la mente y el corazón de las personas, definir lo que esta sucediendo… ¡Tiene mucha más importancia de lo que imaginamos! Estamos hablando del hecho de conocer la verdad, propagarla y defenderla. ¡Eso es de lo más importantes en la vida! La verdad, además, no solo debe gobernar nuestra mente sino también nuestro corazón, porque tiene que ser no sólo conocida, pero también amada. 

La verdad permanece, transforma, libera, nos hace sentir seguros y saber que tenemos algo a lo que aferrarnos: jamás debemos olvidar que cada mentira que decimos nos esclaviza, porque quedamos para siempre atados a ella. Si dices algo que no es cierto, tendrás que recordarlo y defenderlo toda la vida. Si no quieres vivir como un esclavo, no mientas: recuerda que la mentira no puede vivir por sí misma, necesita ser defendida constantemente.

Cuando la Biblia define a quienes no pueden entrar en el reino de los cielos, no habla tanto de los que dicen mentiras, sino aquellos cuya vida entera es una mentira; los que están tan acostumbrados a mentir y a aparentar, que ya no son capaces de conocer la verdad.

Dios es la verdad absoluta, y como tal, su fidelidad es la base de la vida en todo el universo. Lo ha diseñado todo de tal manera que la naturaleza tiene unas leyes que todos tienen que cumplir: Dios dejó escrito en nuestro ADN leyes que son inexorables, que llevan dentro de sí la información que mantiene la vida. De la misma manera nosotros promulgamos leyes que permiten regular la convivencia, por ejemplo las normas de tráfico ¡Todos tienen que cumplirlas si queremos vivir en libertad! Porque de no ser así, sería imposible viajar.

La verdad nos hace libres porque nos ayuda a tomar buenas decisiones, decisiones que nos acercan al bien y al carácter de Dios. Muchas personas no quieren someterse a las leyes de Dios porque creen que dejarán de ser libres, pero tarde o temprano van a destruirse a sí mismos y a los demás ¡Solo siguiendo la verdad uno puede llegar a disfrutar de todas las cosas! ¿Por qué comprendemos perfectamente que necesitamos regular los límites de nuestro comportamiento en muchas situaciones y no queremos admitirlos en otras?

Sólo cuando volvemos a la Palabra de Dios podemos abrazar las dos características imprescindibles, la verdad y la libertad: “Mi palabra es como el fuego, como un martillo que hace pedazos la roca. Yo, el Señor, lo afirmo” (Jeremías 23:29).

Habla la verdad aunque a veces tu voz tenga que resquebrajarse.