No te rías que es peor

El futbolista hispano-brasileño Donato ha sido uno de los más queridos en la liga española. Durante más de diez años jugó en el Deportivo de A Coruña y en la selección española. Fue campeón de Liga, Copa y Supercopa, y una de sus hazañas fue jugar en primera división hasta los cuarenta y dos años. Recientemente, uno de sus entrenadores, Arsenio Iglesias, hablaba en una entrevista en la televisión de Galicia del sentido del humor de Donato. Contaba Arsenio que un día todos se habían ido ya después del entrenamiento y Donato seguía en la ducha. Le extrañó que estuviese tanto tiempo y le preguntó: «¿Qué haces ahí dentro?». A lo que el jugador le respondió: «Estoy a ver si me descoloro», haciendo una broma sobre su raza negra.

Dios regaló el sentido del humor, no solo a Donato, firme creyente en él, sino a todos nosotros también. Déjame decirte que a veces vivimos demasiado preocupados. Nos preocupa lo que pasó, lo que pueda pasar en el futuro, lo que la gente diga, lo que no digan, lo que podamos hacer bien, lo que no hacemos, si nos equivocamos, si no nos entienden... ¡Nos preocupan cientos de cosas diferentes! Y mientras tanto, Dios espera que descansemos en él y vivamos disfrutando de todo lo que nos da. Que no tomemos todas las cosas tan a la tremenda.

De eso se trata el buen humor: de vivir tranquilo, de reírse, de alegrarse, de descansar. No tenemos que esperar a que todo sea perfecto para encontrar una razón a nuestra alegría. Podemos disfrutar ahora, en este momento. Podemos verlo todo de una manera diferente. Podemos encontrar algo dentro de nosotros mismos por lo que reírnos. El buen humor es un regalo de Dios.

Pocas cosas me impresionan más que leer: «Aún ha de llenar de risa tu boca, y tus labios de gritos de júbilo» (Job 8:21). Esa es una promesa que no debemos olvidar. Cuando estamos sufriendo sabemos que el sufrimiento no será eterno. Dios va a llenar de risa nuestra boca, porque la alegría de Dios sí es eterna. Las promesas de Dios no fallan nunca.

Es uno de nuestros distintivos. Sabemos que confiamos en Dios cuando vivimos con humor. No quiere decir que estemos riendo siempre, sino que sabemos ver el fondo de lo que nos ocurre y la temporalidad de lo que nos asusta.

Nadie tiene derecho a disfrutar tanto como alguien que ama a Dios. Es más, Dios dice: «Por cuanto no serviste al Señor tu Dios con alegría y con gozo de corazón, cuando tenías la abundancia de todas las cosas...» (Deuteronomio 28:47), la consecuencia es servir a nuestros enemigos. Si no aprendemos a vivir disfrutando de Dios y de todo lo que él nos da, vendrán ladrones que nos esclavizarán y nos robarán la alegría. Y lo peor de todo, tarde o temprano estaremos buscando esa alegría en situaciones y sustancias que pueden llegar a destruirnos.

Recuerda que parte del fruto del Espíritu de Dios es el gozo. Se sabe que alguien tiene a Dios en su vida al ver cómo disfruta de ella. Muchos sabrán que amas a Dios al ver tu alegría.

Pocas cosas hay tan importantes en la vida cristiana como la alegría.