En solo 15 años, el juego por internet ha invadido nuestras pantallas, convirtiendo a los jóvenes en su principal objetivo de mercado. Es hora de exigir a los partidos que se comprometan a hacer frente a la epidemia de ludopatía.
Era 2004 cuando oí hablar por primera vez de las apuestas en internet. En una pausa entre clases, un grupo de compañeros de la facultad comentaban cómo uno se había embolsado unos 50 Euros.
Las primeras casas ‘online’ acababan de ser regularizadas en España, y había una que se anunciaba en las retransmisiones del Barça. Varios de los que estudiaban periodismo eran ‘frikis del deporte’: se sabían de memoria las estadísticas, plantillas, fichajes y rachas; no sólo del fútbol, también del baloncesto, el hockey o tenis… Así que, ¿por qué no aprovechar ese conocimiento para ganar algo de dinero? Al poco tiempo, varios ya tenían una cuenta con la apostar.
DESEMBARCO E INVASIÓN
Quince años después, las casas de apuestas han colonizado el mundo del entretenimiento deportivo. En 2017, generaron ganancias de 309 millones de Euros sólo en España, el doble que los casinos.
Según reconoce la propia industria, la irrupción del juego en plataformas digitales ha conseguido hundir la edad media de los clientes de 45-55 a 26-35 años. Su inversión en publicidad y marketing explosionó en 2015, según datos del Ministerio de Hacienda.
Es fácil comprobar hasta qué punto su estrategia comercial se ha colado en nuestro día a día. Basta preguntarse: ¿Cuántas casas de apuestas consigo enumerar de memoria? Muchos serán capaces de mencionar cinco o más marcas, aunque no hayan gastado un céntimo en ellas.
UNA LACRA INCRUSTADA EN EL FÚTBOL PROFESIONAL
El fútbol ha sido el escaparate perfecto para vender el producto. En estos momentos, 19 de los 20 clubes de fútbol de la Liga de Fútbol Profesional (LFP) cuentan entre sus patrocinadores con alguna casa de apuestas. Ser patrocinador permite anunciarse en productos oficiales del club, en vallas dentro del estadio, o en salas de prensa.
Cinco equipos de 1ª División las tienen como patrocinadores principales, ocupando la posición más codiciada en marketing deportivo: la zona del pecho de la camiseta de los jugadores. Ninguna otra industria –compañías áreas, electrodomésticos, destinos turísticos – tiene tanta exposición en el fútbol español como las casas de apuestas.
Aún se puede ir más allá. El Stoke City (de la Premier League inglesa) ha sido el primer equipo en ‘vender’ su propio campo, rebautizando en 2016 su ‘Britannia Stadium’ por ‘The Bet365 Stadium’. Bet365 emplea a ni más ni menos que a 4.300 personas en esta ciudad tradicionalmente obrera y ha convertido a su directora ejecutiva en la mujer mejor pagada de la historia (más de 800.000 Euros al día).
¿Qué están haciendo la LFP y la Premier (los organizadores de los dos campeonatos más prestigiosos a nivel mundial) para evitar que el negocio de las apuestas se coma a los propios clubes? De momento, nada.
INFORMACIÓN DEPORTIVA PARASITADA
El potencial de ingresos también ha seducido a otro actor importante en el mundo del fútbol: los medios de comunicación. En algunas páginas web de información deportiva, la agenda de partidos lleva ya incrustada los botones para apostar, fundiendo información y publicidad para reforzar la noción de que las apuestas son un elemento más de la jornada.
El diario deportivo líder, Marca, ha ido más allá y ha creado su propio sistema de apuestas, Marca Apuestas. ¿Por qué vender espacios de publicidad a empresas externas si puedes beneficiarte del boom del juego entre los lectores que ya acuden a tu página web?
Noticia sobre la NBA en el deportivo Marca: entre foto y texto, botones para apostar al Atlético-Dortmund. Es "Marca Apuestas" pic.twitter.com/MdVXKNW2Bx
— Joel Forster (@joelfwal) 6 de novembre de 2018
Más de los mismo en la radio. Locutores repasan los partidos del día y acto seguido explican cuánto puedes ganar apostando con la casa que patrocina la retransmisión. “Regístrate y consigue hasta 150 Euros para apostar”, y “Doblamos tu apuesta” son algunos de los spots.
NORMALIZAR EL JUEGO ENTRE LOS MÁS JÓVENES
Los expertos hablan del problema de la normalización. Cada fin de semana, los cracks del balón posan ante las cámaras con una página web que induce a la ludopatía. El lunes, miles de niños llevarán orgullosos esa misma camiseta a clase o al parque, una equipación en la que el logo de la casa de apuestas ocupa cinco veces más espacio que el escudo del club.
Se difumina la frontera entre fútbol y juego, mezclando la afición por el deporte con la adrenalina de las apuestas. De las quinielas de “1X2” hemos pasado a un abanico de oportunidades que van desde cómo se marcarán los goles (¿de falta?, ¿de cabeza?, ¿de penalti?), las tarjetas amarillas que enseñará el árbitro o qué equipo lanzará más córners. El cupón marcado en bolígrafo en el estanco se ha sustituido por una app del el móvil, desde la que uno puede añadir apuestas en directo, conforme avanza el partido.
ADRENALINA, DEPORTE Y DINERO
De nuevo los rapidísimos avances tecnológicos no van acompañados de una reflexión ética suficiente. Como ya sucedió con el tabaco o el alcohol de alta graduación en décadas anteriores, la regulación y el control de las autoridades parece llegar tarde y mal.
Con el salto a internet, el juego ha hecho un camino parecido al de la pornografía. Ya no es necesario salir a la calle para entrar en un bingo, o preocuparse por el qué dirán. El consumo digital, dicen los expertos, facilita la oferta y amplía la demanda, mientras oculta la posible adicción, aislando a la persona.
El auge en internet, sin embargo, ha arrastrado el juego más allá de la pantalla. En muchos barrios han aparecido los cafés deportivos donde se puede apostar mientras uno se come un menú barato. En varias pantallas gigantes emiten competiciones de carreras de caballos o de tenis. También los antiguos bingos se han lavado la cara, anunciando con pantallas LED las nuevas formas de jugar. Todo apunta que lo digital es una puerta de entrada para los negocios físicos.
“AFECTA A LAS FAMILIAS COMO CUALQUIER OTRA ADDICCIÓN”
“En la consulta terapéutica se observa una demanda cada vez mayor de personas con problemas con el juego, llegando a afectar a las familias de la misma forma y con la misma intensidad que cualquier otra adicción”, señalaba el psicólogo Josep Carayol en una entrevista con Protestante Digital.
“Se intenta presentar las apuestas deportivas como otro deporte más de entretenimiento social” por lo que la publicidad se asocia a “iconos sociales vinculados al éxito y que dan seguridad y confianza, rostros asociados con poder, fuerza y cierta excitación interna”.
La normalización está funcionando, porque cada vez más gente “encuentra en estos juegos aparentemente inofensivos y cotidianos un vínculo de unión con otros jugadores”. “En muchas ocasiones estas apuestas se convierten en un analgésico emocional que funciona distrayendo de la realidad vivencial personal”. Poco a poco, la diversión se convierte en dependencia.
2018 concluyó con 1.465.000 jugadores activos en España. Miles de ellos han entrado en una espiral adictiva que incluye aislamiento social, absentismo escolar o laboral, y hurtos a personas del entorno más cercano. La ludopatía termina llevando a depresión, despidos en el trabajo, divorcio, problemas con la justicia y un serio riesgo de suicidio.
UNA LUCHA PARA LOS CRISTIANOS
La voz de los cristianos en el creciente debate sobre la adicción al juego hace años que se oye en el Reino Unido, cuna histórica de las apuestas.
CARE es un grupo de presión liderado por cristianos que trabaja entre los represenantes políticos para proponer legislación en 13 “causas”, entre las que está el “problema de las apuestas”. Denuncian que “el 90% de los jóvenes están expuestos a anuncios de apuestas en la televisión o redes sociales y que el 10% de adolescentes por debajo de los 16 años apuesta por lo menos una vez a la semana”. Hacen campaña por eliminar la publicidad relacionada con el juego en horario infantil y reforzar los sistemas de verificación de edad en las páginas web de apuestas.
La Alianza Evangélica del Reino Unido, por su parte, enfatiza que “las apuestas se convirtieron en una alarmante preocupación de salud pública desde 2007, cuando las leyes facilitaron el acceso a las apuestas y su propaganda”. Junto a otras entidades protestantes, presionaron al gobierno para exigir que cumpliera la promesa de reducir el máximo legal a la hora de apostar de 100 a 2 millones de libras, algo que se ha conseguido.
En España queda mucho por hacer. Campañas de concienciación del estado como “Jugar bien”, no han sido suficientes. Quizás el 28A y las elecciones de mayo sean una buena oportunidad para que los cristianos hablen con los candidatos y presionen a los gobiernos (local, autonómico, nacional) a tomar medidas de calado que aborden seriamente esta epidemia.
Algunos partidos incluyen tímidamente el tema en su programa electoral (por ejemplo, aquí y aquí) pero la magnitud del problema exige legislación que proteja a los menores y rompa el vínculo corrupto que relaciona deporte profesional y ludopatía.
¿UNA CUESTIÓN DE EVANGELIO?
El juego y las apuestas, como otras actividades que derivan en adicción, se ajustan a la definición que la Biblia hace de los ídolos. Los ídolos son sustitutos de Dios que prometen salidas simples (ganancias rápidas, libertad económica, suerte, éxito) pero acaban llevando a la esclavitud (dependencia, pobreza, relaciones rotas, deudas).
El corazón humano tiende a la codicia, explica Jesús mismo (en Lucas 12, por ejemplo), y el evangelio es claro en cuanto al efecto que las ganancias injustas y las riquezas tienen sobre las personas. El problema de fondo, dice Jesús, es el deseo de controlar nuestras vidas, en lugar de confiar en Dios y su provisión.
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