Felices en el día a día

Cuando el célebre literato alemán Goethe publicó una de sus obras más conocidas, "Werther" (1995) no podía ni imaginar la repercusión que tendría en muchos jóvenes. El protagonista de la novela termina suicidándose porque no puede seguir viviendo sin su amor “imposible”, y la historia nos cuenta que numerosos jóvenes hicieron lo mismo por todo el país, cuando leyeron la novela ¡Aparentemente también querían “salir” de un amor imposible! 

¡Tenemos que tener cuidado! Cuando creemos que hay algo en nuestra vida que no podemos perder de ninguna manera, sea lo que sea (¡Aunque sea algo bueno!), entonces no somos nosotros los que tenemos “eso”, sino que es eso lo que nos tiene a nosotros. Somos esclavos de aquello que creemos que es imprescindible en nuestra vida: Sea algo material, una actividad que nos gusta, un determinado placer, o ¡Incluso una persona! Aquello que nos domina acaba por convertirse en nuestro dueño.  

¿Cuál es nuestro problema? Alguien dijo una vez que si no vamos a ninguna parte, cualquier camino nos vale. Es difícil expresarlo mejor, porque si no conocemos la razón por la que vivimos como vivimos, o no sabemos por qué hacemos lo que hacemos, terminamos por creer que nuestra vida no merece la pena. No todo es culpa nuestra: vivimos en una sociedad que establece metas y objetivos a dónde llegar, pero que no sabe por dónde va. Una sociedad que no tiene ni idea de hacia dónde está caminando… ¡Y nosotros nos dejamos llevar! ¡En eso sí somos culpables!

De pronto escuchamos las palabras de Jesús diciendo “Yo soy el camino” (Juan 14:6) y eso nos suena completamente diferente, porque no nos habla de adónde hay que llegar (Aunque con el Señor, siempre tenemos seguro nuestro destino), sino que nos dice que lo importante es el camino, el día a día, el lugar por el que transitamos, lo que vivimos y disfrutamos; lo que hace diferente nuestra vida es que Él nos acompaña siempre en nuestro sendero. ¡Claro que es importante el destino! Pero la gran diferencia en la vida es quién nos acompaña en el día a día.

Porque cuando el Señor ES nuestro camino, no solamente sabemos que vamos a llegar con bien porque Él nos protege, nos cuida y nos muestra su amor, sino que aprendemos a admirar cada detalle del sendero. Con Él, la vida siempre es emocionante; la aventura es continua porque desaparecen el aburrimiento y el hastío. Viviendo con el Señor no pensamos en lo imposible ni en las dificultades, porque sabemos que aún en los momentos más tristes Él nos consuela y nos fortalece ¡Sabemos que somos amados y que tiene sentido lo que hacemos! Lo que David escribe en este salmo está especialmente dedicado para ni ¡No lo olvides nunca! “Tan solo en Dios encuentro paz; mi salvación viene de El. Tan solo El me salva y me protege; no caeré, porque El es mi refugio” (Salmo 62:1-2)