La cristiandad del mañana

La cristiandad del mañana hará renacer la Teología del Ejemplo, cansada de tanto discurso medio muerto. ¿Tan difícil es lavar los pies del Otro? No se tornen espirituales de cruces imposibles. Esta será la frase que guíe tal nueva Misión: “Porque ejemplo os he dado para que, como yo he hecho, vosotros también hagáis”.

Ten espíritu reformador y cosmovisión del mundo ladeada hacia el infinito; ten voluntad de compromiso total, ecuménico. Y no te quite el oxígeno cualquier incomprensión eclesial, pues el Cristo permanece en la vida actual y en la futura.

Lo definitivo es la viva relación con Cristo, sin abstracciones ni metáforas. Húndete en sus raíces, emula sus experiencias y mastica el maná de su pensar. Así no habrá mentira en tu corazón.

Sangre y pan del Cristo al que me gemelo, lejos del laberinto celosamente protegido por guardianes que ni Él reconoce.

Bienaventurado también es el que está lleno de eternidad y entabla un magno coloquio con el Señor de la cruz hecha de sangre. Este coloquio, gracias a Dios, siempre estará más allá del pensamiento lógico.

No cicatriz: otra herida más.

Alguien grande enterró un Tiempo y esculpió un Reino nuevo en la Tierra: con él se distingue pasado y porvenir. Él nos emancipó de las decadencias: esta deuda nunca podremos cancelarla, porque su Revolución sigue desnudando conciencias que no reaccionan ante la realidad social e histórica que les toca vivir. No olvidar las pulsiones y el alzamiento de la Voz en el lugar de la tragedia humana. Desde arriba o desde abajo, alguien grande silabea el Evangelio que nos guía.

Desamparado va el que no te Creyó.

Para escribir sobre Cristo hay que hacerlo desde el otro lado, desde la Liberación. Nada de sumisiones insuficientes o antiutópicas.

Comprometido con la Cruz de sangre. Comprometido con el vientre con Hambre. Comprometido…

Me sobrevuela un Ángel de más atrás del Tiempo.

Muchas veces somos Judas, pues nos enceguece la música envolvente de unas monedas o cierta boca plagada de embelesos. Y traicionamos, porque nos faltan algunos centavos de ética.

Una sola Muerte es fuente de innumerables Revelaciones.

En medio de la podredumbre de los pudientes, los empobrecidos siempre están crucificados. Aun así, saludan y comparten desde su Cruz.

De pronto, sin hablar demasiado, sin pedir la vez, alguien descubre las marcas secretas del rayoy asume que lo suyo será un nuevo canto con el que apuntalar los pilares del Evangelio que muchos han enterrado hasta la cintura.