Activa la Esperanza el ser testigo de un empeño solidario, máxime cuando éste se lleva a cabo por unos niños que desean ayudar a otros niños como ellos, pero que necesitan más, siquiera lo elemental para la sobrevivencia, primero, y luego dignidad y también, posibilidades de estudios que les den opciones de alejarse del círculo vicioso de la extrema pobreza.
Pues algo de esta magnitud, tan pequeña pero tan trascendente para la educación ética de los niños, y también para la motivación a compartir lo poco o lo mucho que se tiene, pude presenciar,
el pasado viernes 7 de diciembre en la ciudad de Figueira da Foz.
Allí estaba
Adelino Matos, director de la escuela pública
Dr. Joao de Barros, uno de los centros escolares más reconocidos no sólo de dicha ciudad, sino también a nivel nacional, por sus muchos proyectos premiados o por el impulso a la calidad de la enseñanza pública.
Y allí estaban los niños, los verdaderos artífices de esta iniciativa solidaria que, me enteré, no era la primera, pues ya lo habían hecho con otros niños de Guinea Bissau.Estos niños lusitanos, de dos aulas de la escuela, tienen entre 11 y 12 años.
A la propuesta que les hizo la profesora
Fernanda Paula Pinheiro, ellos respondieron con fervor. Entonces, la citada profesora, acompañada por sus colegas
Marilia Freitas y
Conceiçao Lopes, a las que se sumó
Fernanda Bento, en sus horas libres se dedicaron a elaborar zapatillas de casa, las cuales fueron vendidas por los niños a sus familiares y amistades. También vendieron unos libros que sobre el poeta
Miguel Torga editó el Casino de Figueira, representado por mi buen amigo, el economista
Domingos Silva.
Y allí estaba
Jacqueline Alencar, quien debía recoger lo recaudado para
Alianza Solidaria, brazo social de la Alianza Evangélica Española, colaboradores directos de la ONG cristiana
Turmanyé, en Huaraz, región andina de Perú, la cual se encarga de acoger y dar educación a niños abandonados o maltratados.
Palpitó más aprisa mi corazón cuando vi que, tras el acto de entrega de un inmenso cheque simbólico y del dinero recaudado (705 euros), todos los niños abrazaban a la enviada, y se tomaban fotos con ella y le demostraban su afecto.
Fue conmovedor ver el entusiasmo de profesoras y niños, que se han comprometido a seguir el año que viene, con mayor ahínco, si cabe. Y conmovedor, porque algunos de esos niños tienen a uno o a los dos padres en el paro. Portugal atraviesa una crisis social y económica mucho más aguda que la española.
A ser solidario se aprende desde la infancia, viendo ejemplos que nos apartan de la codicia irrefrenable, del preocuparse sólo por lo uno. Nadie está libre de necesitar el apoyo de los otros. Y tal lección la están aprendiendo y practicando unos niños portugueses de la ciudad de Figueira da Foz.
Yo los vi en la escuela
Joao de Barros y puedo dar testimonio de este sencillo aporte que trasciende fronteras e idiomas: la solidaridad se torna universal, y siempre será mejor que tantas infamias e injusticias que pululan por doquier.
Desde aquí mi homenaje a esos niños que se han preocupado por los destinos de otros como ellos, pero ni siquiera conocen.
Loable ejemplo, pues puede que en pocos años o en décadas el flujo solidario venga desde la otra orilla.
Si quieres comentar o