Pilar Fernández Labrador: mujer ejemplar

Reconocer es coronar de afectos una obra real y verdadera; es calor humano tatuado en el alma y ofrendado para el vaivén de los días fríos; es gratitud suma cual correspondencia directa con el espíritu del otro. Se ara en el secano porque la semilla es grande y el Amor no ha menguado.

Pilar, ¿cuál punto cardinal tuyo debo presentar?¿Cómo acortar la larga estela luminosa que vienes dejando por esta Salamanca de tus poetas Fray Luis y Unamuno? ¿De qué forma instalarme en la ucronía, pues no veo diferencia alguna entre tu juvenil apoyo al padre Llanos, allá en el Pozo del Tío Raimundo entre 1953 y 1955; y el invaluable apoyo que brindas a la obra social de la Iglesia Cristiana Evangélica de Salamanca, sea apoyando sus mercadillos solidarios o sus cenas benéficas a favor de los niños huérfanos de Perú?

Las apariencias suelen ser fuente de emboscadas y desengaños. Con frecuencia se minimiza o se elogia dependiendo de la epidermis, de los atavíos, de las gesticulaciones y/o genuflexiones del prójimo a valorar. Por ello, buena parte de lo que se manifiesta en torno a un homenajeado, muy rápido pasa a la sala de emergencias, para luego ser cremado en el hangar de las oquedades.

Conviene no sacar tópicos y conclusiones nada más ver a una persona. Por ejemplo, quien no conozca de verdad a Pilar Fernández Labrador y la vea ahora, tan hermosa y distinguida en el otoño de su existencia, puede pensar que sólo es una dama de sociedad encumbrada, de generosa sonrisa superficial, de palabra fluida, de notorio anclaje político… Pero cuán lejos quedará de bosquejar siquiera la sombra de lo que es, de lo que ha sido y, ténganlo por seguro, lo que será esta mujer a la que mucho debe el cristianismo evangélico español.

Se me ha pedido que presente a la premiada. Tratándose de Pilar Fernández Labrador, mi garganta nunca se quedará helada. Y lo cierto es que podría hacerlo sin papel alguno, pero ella desea guardar esta aproximación no sólo en su inmensa memoria, sino también en su mesa de noche, junto a la Biblia que siempre le instruye.

Acato feliz dicho deseo, como feliz fue el día en que Pedro Tarquis y Juan Antonio Monroy me comunicaron la noticia de este premio. Lo confieso, porque tiene más valor que el reconocimiento haya partido de otros intelectuales evangélicos y no desde Salamanca o desde mi corazón, que no es lo mismo pero es igual.

Una caravana de elogios sería intento vano para comunicar el horizonte casi infinito de una mujer cuyo DNI acredita su nombre cotidiano: Pilar Fernández Labrador, nacida en suelo leonés el 27 de enero de 1929. Pero la realidad trascendente es otra: más de cincuenta años entrañando a Salamanca y, a la vez, gestando en las entrañas a sus hijos salmantinos; doliéndose, lágrima a lágrima, por la muerte de su esposo; enterneciéndose a dos manos con la llegada de nietos y nietas; dos de ellas, las gemelas, próximas a licenciarse en Derecho…

Pequeños datos que, desde luego, encarnan la sólida soberanía del Amor. Familia y Ciudad encariñándose desde un piso tercero de la Gran Vía 4. Salamanca para Pilar y Pilar para Salamanca; pasado y porvenir en perfecto connubio para este presente que empieza a reconocer la magna obra de una Dama que es adalid en cuanto a prodigar afectos, a interesarse por el Otro de una forma contundentemente genuina.

En una Pilar hay tantas. Anotemos algunas facetas: La primera actriz de representaciones teatrales en Madrid y en otras ciudades, de obras como Casa de Muñecas (de Ibsen), Tres sombreros de copa (de Miura), A puerta cerrada (de Sartre), Prometeo encadenado (de Esquilo), La hidalga del valle (de calderón de la Barca), Efigenia en Aúlide (de Eurípides), En la ardiente oscuridad (de Buero Vallejo) o El pan de todos (de Alfonso Satre). Entre 1943, cuando comienza en León, hasta 1955, haciendo teatro universitario, independiente o experimental, son numerosas las interpretaciones que realizó esta Dama de la Cultura, las más de las veces bajo la dirección del maestro Gustavo Pérez Puig.

Y luego la Pilar política, aquella que empezara como militante del Grupo Europeísta, en el Madrid de principios de los años cincuenta, a la enorme figura que hoy en día su nombre representa para bien del Partido Popular de Salamanca; pasando, claro está, por su militancia, en las filas de la Unión de Centro Democrático, bajo cuyas siglas fue candidata a la alcaldía de esta ciudad en las elecciones de 1979, donde obtuvo la mayor votación, pero acuerdos de otros partidos impidieron que sea la alcaldesa de todos los salmantinos. Desde entonces, hasta 2011, fueron 32 años los que estuvo como Teniente de Alcalde y Concejala encargada de las áreas de Cultura, educación, Turismo o Relaciones Institucionales del Ayuntamiento.

Y desde esta alta representación supo abrir la puerta del Ayuntamiento a los cristianos evangélicos. Por vez primera en la historia de los ochenta años de presencia evangélica en Salamanca, el salón de recepciones y el balcón del Ayuntamiento se abrieron para recibir a evangélicos llegados de todas partes para participar en actos culturales de marcada raíz cristiana. Allí la conocieron los líderes evangélicos; allí oyeron lo mucho que siente a Cristo; allí se dieron cuenta que ella es una cristiana que sigue los Evangelios y que no hace distingos entre una confesión y otra: un solo Cuerpo de Cristo, un único abrazo fraterno, más allá de discrepancias por santos o jerarquías.

Ella, de base católica, es nuestra hermana espiritual. ¡Ojalá hubiesen muchos católicos como ella, grandes de corazón, humildes en su grandeza, más de acción que de palabra!A pesar de ciertas reticencias de quienes pretender imponer un plano ejercicio del cristianismo, Pilar Fernández Labrador supo ser valiente para demostrar que la tolerancia no es una quimera, que el cristianismo tiene que dejarse de vanas contiendas. Ella nos amparó con un amor evangélico y hoy yo doy Buenas Noticias de esos actos que nunca fueron impostados, sino entrega profunda hacia nosotros, como cuando presentó el primer número de laRevista Sembradoras, del grupo de mujeres de la iglesia de Paseo de la Estación. Y lo hizo en el propio local de la Iglesia, fuera ya de los recintos del Ayuntamiento, aunque algunos eclesiásticos se rasgasen las vestiduras.

¿Y qué de la Pilar que en 1943 recitara, acompañada del piano de Odón Alonso, a las máximas figuras de la generación del 27? Pues sigue la misma enamorada de la Poesía, siendo intérprete y madrina de los poetas de España, Portugal e Iberoamérica que año tras año vienen a practicar la comunión de la palabra en Salamanca. Desde el Ayuntamiento, y con el apoyo de la Fundación Camino de la Lengua Castellana, ella impulsó los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que este pasado octubre ha celebrado quince ediciones y por los cuales han pasado cerca de 300 poetas de los muchos acentos del castellano y de los dos acentos del portugués.

Pilar es el Hada madrina de los poetas, pero también de las Tunas de España, de los bomberos…; premiada por los Rotarios y por la Cruz Roja. Hoy, ayer… qué diferencia hay si Pilar fue responsable, desde una ONG, de una campaña contra el hambre en 1955; impulsora de una plataforma para conseguir viviendas dignas (entre 1968 y 1978), observadora de los Derechos Humanos en Panamá, Ecuador o Nicaragua; pintora con exposiciones individuales, rapsoda de poemas en programas radiales, aprendiz de pianista, profesora de alemán, de matemáticas, de declamación. de historia de la economía, de pintura, estudiante de la Escuela Oficial de Cinematografía, titulada superior en arte dramático y danza, así como también en altos estudios mercantiles, miembro del patronato de varias fundaciones…


Para ella pareciera que escribió el poeta Horacio su No me moriré del todo; mi monumento es mi obra. Y si el Amado galileo decía que por sus obras los conoceremos, yo conozco y doy testimonio de la obra espiritual de Pilar, una obra perenne, tal como estimaba la suya el propio Horacio: “Levanté un monumento/ más duradero que el bronce,/ más alto que las pirámides/ de regia, fúnebre mole”.

Querida Mamilú, lo tuyo como cristiana es una teología del ejemplo, dando abrazos hacia todos los contornos de quienes siguen a Cristo. Este ejemplo es una valiosa heredad para tus hijos y nietos, pero también para tus otros hijos putativos, como quien ahora da voz a Miguel Elías, a Jacqueline, a Jorge Moreta y a tantos y tantos que hemos aprendido no a respetarte, sino a admirar tu ser interior y esa magnífica sencillez que sólo los grandes de espíritu suelen alcanzar.

Al presentarte yo a ti encomiendo una oración al Señor de todas nuestras generaciones: no se ha agotado la Fe y a su tiempo vendrá la cosecha más próxima al Evangelio. Mientras tanto, siente crecer mi corazón en el cuenco de tus manos.

Termino con el Unamuno que tú más quieres. Te leeré un soneto precioso al que solamente, y tratándose de ti, los oyentes deberán cambiar una palabra: cuando oigan “ruda” piensen que digo “suave”.

AL SOL DE LA VERDAD
Mat. XXV 14.30

Al sol de la verdad pongo desnuda
mi alma; la verdad es la justicia
que a la postre a la historia siempre enjuicia
y ante la cual pura la fe no muda.

Él me enseñó a cantar con mi voz ruda
lo que otros callan y al perverso enjuicia
y me enseñó a escapar de la avaricia
de dones del Espíritu; Él me escuda.

Doy lo que Dios me dio, pues mi talento
moral no entierro por temor al amo;
mal le sirve el cobarde, el avariento;

voy a su ley de amor como a reclamo,
echo mi entera mies al libre viento
que deja el grano y que se lleva el tamo.

Pilar: Bajo esta órbita nueva los cristianos evangélicos de España quieren expresarte la contraseña de su gratitud.

Gracias, gracias, gracias…