Quienes dicen desde afuera que no hay libertad religiosa en Cuba deben viajar a la isla y comprobarlo por ellos mismos.
El pasado 18 de mayo dediqué mi artículo de “Enfoque” a informar sobre el largo viaje evangelístico que realicé entre abril y primeros días de mayo a tres países: Colombia, Venezuela y Cuba. En las mismas páginas traté del primero. Una semana después, 25 de mayo, escribí sobre Venezuela. Hoy toca el turno a Cuba.
Lunes por la mañana. José Quiñones me lleva al aeropuerto internacional de Caracas. Nos acompañan sus dos hijos varones. Uno de ellos es también predicador. El segundo, 18 años, estudia Teología.
Aun cuando los dos países mantienen lazos estrechos, no hay vuelo directo entre Caracas y la Habana. Un avión de la compañía Copa me lleva a Panamá. Horas de espera en su aeropuerto. Llego a la Habana, trámite de emigración, aduana, alquiler de coche, gestiones que se prolongan. Allí me espera Ammiel Pérez, predicador en una Iglesia de Habana, presidente del Consejo de las Iglesias de Cristo, tesorero del Consejo de Iglesias de Cuba, organismo interdenominacional. Son las doce y media de la noche. Me dice que debo hablar al día siguiente a las nueve de la mañana como primer orador en el Encuentro que se inicia al día siguiente y del que él es organizador. Dicho Encuentro tiene lugar en los salones del Centro las Américas, en Varadero, a 140 kilómetros de la Habana. Ammiel me plantea la alternativa: descanso esa noche en Habana y madrugo mañana o ahora mismo carretera adelante hasta Varadero. Opto por esto último. Entre registro en el hotel de Varadero, deshacer las dos maletas y algo más, pongo mis huesos en la cama a las tres y media de la madrugada. Llevo despierto 16 horas y me es difícil dormir. Pero a las 9 en punto me enfrento al tajo.
Han llegado 250 predicadores y líderes de iglesias de toda la isla. Mi participación son tres conferencias: significado de un Encuentro de líderes, luces y sombras del ministerio, y la armonía entre líderes cristianos.
Terminado el Encuentro me comprometo con iglesias en otras ciudades.
Este viaje ha sido largo, como otros a los que estoy acostumbrado: Colombia, Venezuela, Cuba. Hubo 19 conversiones y 32 cristianos débiles en la fe fueron restaurados al primer amor de acuerdo a la enseñanza que se desprende de la carta a los Efesios en el segundo capítulo de Apocalipsis.
Yo conocí a Fidel Castro y hablé personalmente con él en Nicaragua en enero de 1985. Entre tanta gente importante que acudió a la toma de posesión de Daniel Ortega como presidente del país, principalmente jerarcas llegados de la entonces Unión Soviética, destacaba Fidel Castro, quien había apoyado a la guerrilla sandinista. Yo figuraba en el acto como periodista de España. Allí conocí y hablé con el comandante y, más largamente, con su amigo Gabriel García Márquez. Fue Castro quien me dijo que yo tenía las puertas abiertas para ir a Cuba, hasta entonces cerradas por la Embajada de Cuba en Madrid.
Mi primer viaje a la isla fue en 1986. Entonces la Iglesia de Cristo sólo tenía unos 200 miembros dispersos en varias ciudades y ni un solo predicador a tiempo completo. Ahora son más de cien predicadores en esta situación, que atienden espiritualmente a unas tres mil personas. Al día de hoy he realizado 83 viajes a Cuba.
La segunda tierra que pisó Colón en su aventura americana fue la cubana. Tuvo lugar el 27 de octubre de 1492. Al desembarcar en la costa noroccidental de la isla, en lo que hoy se conoce como Puerto de Baray, en la provincia de Holguín, dicen que dijo: “esta es la tierra más hermosa que ojos humanos han visto”. Diecisiete años después Diego de Velázquez ocupó la isla y la incorporó a la corona de España. Como en otros países del Nuevo Mundo, el gobierno y el clero católico implantados en la isla acabaron con la población indígena, los tainos. De un millón que había al principio de la colonización quedaron reducidos a 5.000 en 1540. La independencia de España tuvo lugar en 1898. El 11 de enero del año siguiente un gobernador norteamericano tomó posesión de la isla. La presencia política de Norteamérica en Cuba duró hasta mayo de 1906, cuando el primer presidente cubano del país, Tomas Estrada Palma, asumió el poder de la nación.
De hecho, la influencia norteamericana nunca cesó. El 26 de julio de 1953 Fidel Castro inició un período revolucionario que culminó con la fuga de su último presidente, Fulgencio Batista, y el triunfo de la revolución en enero de 1959.
Fidel presidió el país hasta poco antes de su muerte en noviembre del 2016. Ahora es su hermano Raúl quien ostenta la presidencia del país y la jefatura del estado.
El bloque soviético, encabezado por Rusia y otros países del este europeo ayudaron económicamente a Cuba durante años. Con el desplome de la Unión Soviética Cuba vivió un largo período de carencias llamado Período Especial. Hugo Chávez, presidente de Venezuela y amigo íntimo de Fidel acudió en ayuda de la isla, especialmente enviando petróleo a precios muy reducidos. Ahora, con la profunda crisis que está viviendo Venezuela en todos los aspectos, la economía cubana se ha vuelto a resentir. Ha llegado a hablarse de volver a racionar la gasolina, como ocurrió durante el Período Especial. La caótica situación en Venezuela está dejando a Cuba sin petróleo.
Medios cubanos que trabajaban en el país bolivariano lo están abandonando. La revista colombiana (no la española) “Semana”, publicaba el 16 de abril la fotografía de un amplio número de médicos cubanos, hombres y mujeres, con estos titulares: “decenas de médicos que huyen de Venezuela llegan a Bogotá para buscar un visado. Están varados sin poder trabajar, salir de Colombia ni regresar a Cuba”.
El acercamiento entre Cuba y Estados Unidos promovido por el expresidente Barack Obama no ha sido muy positivo para la isla, excepto en la apertura turística. Compañías aéreas norteamericanas vuelan a la Habana con centenares de turistas, que para el Gobierno de Washington sólo son visitantes, y algunos cruceros hacen escala en puertos cubanos. Los cambios operados en Cuba desde la visita de Obama pueden ser llamados climáticos, pero no políticos. Hasta el día de hoy el presidente Trump no se ha pronunciado sobre sus intenciones hacia la isla, pero es sabido que son negativas. Lo que pasa en Cuba desde hace sesenta años es que el criminal bloqueo de los USA la obliga vivir en la pobreza. Aún así, el gobierno que preside Raúl Castro ha dejado claro que “Cuba no renunciará a sus ideales de independencia y justicia social”.
Yo estaba en la Habana el pasado 1 de mayo, Día Internacional de los Trabajadores. Acudí a la plaza de la Revolución, donde se dieron cita 400.000 personas para conmemorar la festividad. Al día siguiente leí en la prensa que seis millones de cubanos, de los doce que tiene la isla, se congregaron en ciudades y pueblos con el mismo motivo.
La fe evangélica se vive hoy en Cuba sin restricción alguna. Según datos oficiales en la isla hay más de medio millón de protestantes, adventistas y Testigos de Jehová incluidos. Quienes dicen desde afuera que no hay libertad religiosa en Cuba deben viajar a la isla y comprobarlo por ellos mismos.
Además, Cuba les sorprenderá.
Porque Cuba es más que religión, sol y playas. Cuba es también música, pintura, arte, arquitectura, literatura. Escritores cubanos no fueron solamente Alejo Carpentier y Guillermo Cabrera Infante. Cuba cuenta hoy con una nueva generación de novelistas, ensayistas, poetas e historiadores con influencia en toda la América que habla el idioma de Cervantes. Pero si lo que únicamente atrae de Cuba es la oferta turística, toma un avión y vete a cualquiera de sus 200 playas, islotes y cayos que componen el archipiélago. Pásalo bien en ese país de personas amistosas.
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