Protestantes Españoles en América: Vicente Joaquín Soler, primer misionero español en Brasil.
Quizás el primer protestante español misionero, reconocido fuera de nuestro país e ignorado en el nuestro, sea Vicente Joaquín Soler, valenciano del siglo XVII. Considerado “El padre de las misiones Reformadas”, por su actividad en Brasil especialmente, es llamado también el “De las Casas protestante” que a la manera del fraile dominico supo imprimir a la acción colonizadora un sentido moral y evangélico. Unos lo consideran agustino otros lo hacen jesuita español convertido al protestantismo. Si sabemos que fue uno de los españoles convertido (i) en Francia de aquellos que fueron preparados y estimulados para grandes servicios en el Evangelio. Después de su peripecia humana con una hija educada en ambiente puritano y de sus enardecidas predicaciones de alta denuncia moral que no dejaban los resultados apetecidos, se dedicó a una predicación más evangélica y menos colonizadora. Así comenzó a catequizar a los indígenas de Paraíba y Rio Grande del Norte de Brasil(ii), habiendo escrito un Catecismo simplificado en tres lenguas el tupi, holandés y portugués. Sin embargo parece que preparó primero el 31 de marzo de 1637 un catecismo pequeño y resumido en lengua española con algunas oraciones (iii). Es considerado por Schalkwijk el padre de las misiones reformadas en Brasil y desde 1636 Soler impone su propio ritmo y estilo de misión en su iglesia.
Un capítulo de la obra citada de María Aparecida, se titula: Vicente Joaquín Soler el padre de la Misión holandesa en Brasil y nos aporta unos datos muy significativos de su labor. “Cuando salió el predicador Vicente Joaquim Soler de las Provincias Unidas el 24 de enero 1636 con dirección al Brasil Neerlandés, firmó el libro de las confesiones de los predicadores del Presbiterio de Amsterdam, una información que sería irrelevante para lo que fue un procedimiento de rutina. Señala, sin embargo, la expresión que agregó a su propia firma era “predicador”: “Hispano Valentinus”,” Verbi Divini apud Brasilienses Minister “(Servidor de la Palabra Divina hacia Brasil). Puesto que este tipo de añadido no era parte del procedimiento y no en otros predicadores que firmaron el mismo libro , me siento inclinada –dirá María Aparecida- a formular esta hipótesis para explicar esto: primero, la intención personal de predicar y trabajar como misionero de los indios, y en segundo lugar, este predicador sabía, y así lo expresó, la necesidad de un plan de catequesis para los pueblos indígenas según esbozó un año antes (1635) a los directores de la Compañía de las Indias Occidentales, con vistas al buen gobierno de las mismas. De todos modos, lo cierto es que Soler no estaba entre los que han trabajado específicamente y únicamente en la evangelización indígena, como fue el caso de algunos predicadores, pero fue sin duda el mayor motivador, creador y ejecutor de proyectos con miras a las misiones indígenas, como mostraré en los próximos dos capítulos de esta obra”.
Al conocer la lengua francesa, Soler fue contratado en 1635 por la Compañía de las Antillas con la misión específica de pastoreo de los soldados de la lengua francesa y los colonos neerlandeses en Brasil. El dominio del francés tuvo que venir de los tiempos en que, desde España comenzaron a huir a Francia. Hasta entonces, era fraile agustino. De hecho, Soler, nacido y criado en Valencia, sin duda perteneció a la Orden de los Agustinos Recoletos de monjes descalzos en España, cuando tenía ocho años de edad, habiendo nacido en 1590. Al igual que el famoso agustino, 1517, Martín Lutero, Soler fue otro de los monjes. Para ello se retiró y trabajó incansablemente en la difusión de la nueva fe. Figura misionera universal del Brasil Reformado neerlandés, este religioso luchó en todos los frentes, predicando a los brasileños, los negros, los católicos, sin dejar de lado su rebaño particular, los de habla francesa. La documentación es abundante en mostrar que predicaba en francés, español y portugués en las diferentes audiencias. Muchos fueron aquellos que fueron testigos de su compromiso con la difusión de la fe reformada, como el informe de enero 1638, que notificó: “Aquí en Recife el ministro de predicar en francés y portugués es Soler; Adrien Vander Dussen relataba en Dezenove Senhores en abril de 1640: “Además, se predica en francés y portugués en Recife, en la ciudad de Olinda y en un pueblo brasileño junto a la casa de S. Ex.a dominus Joachimus Soler “. En los registros de la Iglesia Cristiana Reformada también está registrado el compromiso de Soler con los portugueses: “Ahora debemos acrecentar en general, en esta parte del culto a Dios y la religión, porque hay poca apariencia de que los portugueses se conviertan a la religión reformada, porque aquí sólo hay un ministro [Soler] que predica en su lengua (...) Las fuentes portuguesas también registran con pesar el diligente trabajo de Soler entre los portugueses con la intención de convertirlos; según Juan Fernandes Vieira en una “ breve platica para informar a sus soldados, “registrada por Diogo Lopes Santiago en su Historia de la Guerra en Pernambuco, el primero que impulsó la lucha contra los neerlandeses la “guerra de la libertad divina: “En primer lugar, veo la honra de Dios tan despreciada, los templos sagrados puestos por el suelo, y otros hechos cuadras de caballos, los religiosos embarcados, la inmunidad eclesiástica acabada, a los pocos sacerdotes cada paso como prisioneros y oprimidos, queriéndolos dejar sin nada y dispuestos a marcharse para que los holandeses conviertan a vuestros hijos e hijas, en luteranos y calvinistas, que eso es y con esta intención se ha embarcado el predicador Soler, como así lo ha conseguido ya”
Según este escrito los flamencos habían estado usando los templos católicos para predicar la doctrina reformada, pero Soler soñaba con un templo construido con las líneas arquitectónicas de las iglesias reformadas. Termina diciendo la autora que, si la vida eclesial de Vicente J. Soler fue coronada por el éxito, convirtiéndose en el padre de las misiones holandesas en el Brasil, esto no le sucedió en su vida personal. Casado con María, pasiblemente francesa, tendría dos hijos Margarita y un muchacho, cuyo nombre no se dice, vivió una vida de dolor y frustración, como narró de su puño y letra en las cartas dirigidas a su amigo Rivet. La hija Margarita llegó a Pernambuco con él y su esposa más allá de la mitad de 1636, conforme relató a su amigo: “Dios me hizo llegar a buen puerto después de un viaje feliz, pero sin un comerciante de Colonia, desconocido para mí, que me hospedó cinco semanas en su casa, todavía estaría balanceándome sobre el mar con mi mujer y su hija (...)”. Para el predicador entusiasta, que vivió a cargo del clero y los fieles una vida honesta y piadosamente en Cristo, –dirá María Aparecida- debe haber sido de gran vergüenza los rumores referidos a su hija. Por lo menos por boca de Fray Manuel Calado, frecuentador de la casa del Señor Embajador, el conde de Nassau, quien comentó que Margarita vivió con este un escandaloso amor. Debe haber sido con alivio que, en una carta de fecha 1638, el predicador había comentado a su amigo el matrimonio de Margarita con el dueño de una plantación, cuyo nombre no se informa”. Los problemas con su hija Margarita no eran los únicos y el predicador confesaba a su amigo que María su esposa estaba seca y tostada como arenque y además con mala salud, porque además de no disfrutar de la vida de la colonia la aversión que sentía en ella por los acontecimientos pasados vividos allí y que habían manchado la honra de la familia, le traían negros recuerdos. Pero además ahora la hija Margarita después de cinco años de matrimonio no parecía haberlo consumado por impotencia del esposo lo que obligó a Soler a separar la hija de su esposo y recogerla en su casa, causando aún más dolor a su esposa. “Todo se ha perdido menos el honor” exclamaría Soler. Pero las tristezas por causa de la hija no se acabarían. Después de tres meses en otra carta a su amigo fechada el 5 de junio de 1643, le explicaría como su hija había muerto de tristeza y amor por un Sargento Mayor hijo de un oficial holandés, aunque estos extremos no parecen estar demostrados según Cabral Evaldo. “Dios nos visitó, llevándonos a nuestra querida hija, alabado sea Dios” (iv).
Los problemas familiares de Soler no terminaron con los de su hija, también lo fueron con el hijo al que desde pequeño lo habían preparado para el ministerio de la predicación. Su mala conducta hizo que lo mandasen a estudiar medicina a Groningen. El chico con mentalidad holandesa llegó a Brasil a principios de 1639 mostrando enseguida su incapacidad como predicador. Así lo expresa Soler: “Mi hijo está en casa de su Excelencia, esperando algún trabajo de acuerdo a su limitada capacidad. No tiene inclinación para el ministerio santo con gran pesar nuestro, ya que fue educado y capacitado con este propósito (ab incunabulis). La voluntad de Dios sea hecha. Por la gracia de Dios se comparta con temor a Él y esto me consuela, aunque a su madre no se conforma”. En otra carta dice: “Mi hijo no es como nosotros deseamos, pero por el favor del Todopoderoso no tiene vicios”. Soler en ningún momento nombra a su hijo, pero aparece en junio de 1644 un joven destinado a Rio Grande del Norte, llamado Juan Soler. Permanecería en Brasil como militar y posiblemente hubiese muerto en la batalla de Casa Fuerte el 17 de agosto de 1645.
De la vergüenza a la calma podría ser otro de los capítulos de la vida de Soler. Tenía buenas razones para volver con energías renovadas. No había hecho un viaje tan largo, pesado y peligroso para quedarse lamentando en su vergüenza. En los primeros días de 1644 el predicador se marcharía definitivamente del Brasil Neerlandés, tal vez movido por los ruegos de su esposa y por la vergüenza y sensación de malestar por la pérdida de su hija. El predicador perdido en el Nuevo Mundo y rodeado de circunstancias familiares adversas, no tiró la toalla por esta tragedia. Había perdido el deshonor, pero no la pasión por la iglesia que había ayudado a establecer en Brasil. Ya en los Países Bajos trabajó en la iglesia Valona de Delf en Holanda, en calidad de asesor en los asuntos relacionados con el trabajo misionero en el Brasil neerlandés. En 1646, según el historiador de la iglesia, Hemult Andrae, la iglesia de Delf participaba con la colonia enviando predicadores cualificados en producción e impresión de literatura para la instrucción de los pastores a quienes se les ayudaba financieramente. El Sínodo de Valona se ocupó especialmente de la misión en las colonias americanas de Holanda desde 1646, enviando pastores misioneros y literatura y contribuyendo a obtener ingresos. Soler de ningún modo abandonó el trabajo de su vida y por eso es considerado el “padre de las misiones neerlandesas en Brasil”.
Existe una curiosa lista de libros en los almacenes de Compañía de las Indias Occidentales en Recife con fecha de 1645 donde existían 2200 Catecismos en español, 203 del Católico Reformado, 201 del Libro de los Salmos, además de Gramáticas griega y latina, Nuevo Testamento y Biblias en español, fábulas de Esopo, amén de folletos para el uso religioso en colegios holandeses, con 2951 del Librito de preguntas. Soler, además del Catecismo en español, también colaboró con David van Dooreslaer en un “Breve, sólido y claro compendio de la religión cristiana” que sería una especie de catecismo que sería traducido al tupi, portugués y holandés. A Soler también se le debe la construcción de la única iglesia Reformada para holandeses en Recife y en 1640 comunicaría a Rivet que era necesario construir un templo a la comunidad francesa con el fin de regularizar las prácticas religiosas pues se hacían en iglesias católico-romanas. Pero sobre todo a Soler se le considera un hombre de concordia. Según Gonçálves de Mello en el testamento del predicador Soler clama por la moderación y la justicia. Los Escobinos luso-brasileños declararán que con la partida de Soler de Brasil toda su obra política se vería comprometida, ya que él con su presencia hizo más que las provincias Unidas de los Países Bajos habían conseguido con su fuerza. Soler denunció la violencia sobre las poblaciones dominadas tanto con las poblaciones indígenas como con las luso-brasileñas, especialmente el desprecio a la vida donde la muerte de un hombre no merecía ser registrada.
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(i) Jahrbuch, Volumen 53Autor Institut Martius-Staden (São Paulo, Brazil) EditorInstituto Martius-Staden, 2006; Répertoire des ouvrages de controverse entre catholiques et ..., Volumen 1. Escrito por Louis Desgraves
(ii) El lema espiritual de un navío mercante: la misión calvinista en el Brasil Holandés (1630-1645) María Aparecida de Araujo Barreto Ribas; “Diecisiete cartas de Vicente Joaquín Soler 1636-1646” Rio de Janeiro Editora Index 1999;
(iii) Memorável viagem marítima e terrestre ao Brasil Volumen 35 de Coleção Reconquista do Brasil Volumen 9 de Biblioteca histórica brasileira Autores Johannes Nieuhof, José Honório Rodrigues. Editora Itatiaia, 1981
(iv) Um Ministro da Igreja calvinista no Recife Holandés: o español Vicente Soler 1636-1643 por Jose Antonio Gonçalves de Mello Coimbra 1983 Separata Unv Coimbra 1983 305-318 pág 308
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