Una propuesta de cómo relacionarse con Halloween y otras fiestas populares.
Cada año cuando se acerca Halloween se reaviva la inquietud entre los evangélicos por los contenidos relacionados con la brujería, el espiritismo y el culto a la muerte. Esto se extiende a una cierta cantidad de fiestas populares en las que los evangélicos nos sentimos incómodos y evitamos participar debido a que tienen un alto contenido de una forma del catolicismo, llena de sincretismo, con elementos mágicos, etc. Nos damos cuenta de que tenemos que estar cerca de nuestra sociedad, pero estos elementos nos echan atrás y son una de las cuestiones sobre las que recibo más preguntas cuando hablamos de relacionarnos con la cultura.
Algunas reflexiones:
1. Debido a la división sagrado-secular, hemos generado una alta sensibilidad a aquellos contenidos que se presentan como “espirituales”. Cada vez que brujería, espiritismo, etc. se hacen visibles, reaccionamos y a veces híper-reaccionamos. Hacemos nuestra caza de brujas particular contra Halloween, los libros de Harry Potter y hasta ciertas películas de Disney. Tenemos nuestros propios “caza fantasmas”, que desde la tribuna de las redes sociales expanden la alarma y encuentran eco. En cambio nos cuesta detectar la actividad del maligno en la pobreza endémica, la crisis de los desplazados forzosos por el hambre o la guerra, la violencia doméstica, la corrupción individual y sistémica, la destrucción de la creación, la ideología oculta en telediarios, series, novelas, letras de canciones, etc. que consumimos bastante acríticamente.
2. La reacción de los evangélicos ante este tipo de fiestas populares cuyo contenido es abrasivo, es la de huir y apartarnos. El ambiente de la Semana Santa en tantos lugares de España, las romerías, el carnaval, Halloween, etc. tienen una carga espiritual tan potente, un ambiente tan cargado, que muchas iglesias deciden irse de la ciudad en esas fechas y celebrar sus retiros anuales, o simplemente marchar de vacaciones a otro lugar más tranquilo y menos ofensivo. De alguna manera, cuando las cosas se ponen más difíciles, el modelo de relación que escogemos es desaparecer, hacernos invisibles y esperar otros momentos más propicios. Los evangélicos ante estos fenómenos decidimos dar una de estas dos respuestas: O bien condenar la cultura haciendo ver lo incompatible de la cultura con la fe cristiana bíblica, o bien criticar la cultura, una forma más sutil que la condena lisa y plana que resalta las incongruencias y debilidades de esas manifestaciones, pero que no aporta nada en positivo.
3. Los evangélicos tenemos delante otro sistema de relación con la cultura, mucho más antiguo, que ha quedado dentro del catolicismo. Se trata de la asimilación de los elementos paganos con una cobertura del cristianismo. Una de las respuestas de los cristianos desde el constantinismo fue la de integrar los festivales y las divinidades paganas y atribuirles significados cristianos. Algunas de las festividades cristianas coinciden con festivales precristianos, simbología cristiana coincide con simbología de divinidades griegas, romanas o germánicas. Más recientemente, en la expansión del cristianismo, sobretodo de algunas formas de cristianismo evangélico en América del Sur o en África, ha integrado abundantes elementos mágicos en la vida y culto de las iglesias y de sus fieles. De alguna manera, en vez de condenar o criticar, ha optado por otro modelo: el de copiar la cultura, tomar sus elementos y disfrazarlos de cristianos, permitir que las personas que eran integradas en esas formas de cristiandad siguieran celebrando sus ciclos festivos anuales, pero con otra forma exterior. En muchas ocasiones eso ha acabado en un consumo acrítico de la cultura, sin aportar nada, inadvertidamente hemos dado por buenos valores y principios que no pertenecen al cristianismo.
4. Si miráramos la cultura desde una perspectiva misional ¿obtendríamos otras respuestas? ¿Es posible hacer otra cosa que huir de la sociedad en estas fiestas o de asimilarlas a nuestra agenda? Al pensar misionalmente, lo primero que hacemos es mirar al otro desde la perspectiva de Jesús, como ovejas que no tienen pastor. Las personas en nuestra sociedad, a través de la cultura popular, nos están transmitiendo algunas de sus preocupaciones más profundas: un deseo abstracto de relacionarse con lo espiritual y con la divinidad, sus miedos inconscientes, su forma de divertirse para alejar el pesimismo de la contemplación de una realidad dura, etc. Frecuentemente sólo encuentran juicio y desaprobación en nosotros los cristianos. Pero hay otras opciones. ¿Somos capaces de acompañar a las personas a las que el Señor nos ha enviado? ¿Cómo podemos mostrar presencia, proximidad y pasión para poder ganar credibilidad para la proclamación? En lugar de asimilar y asimilarnos a las fiestas, ¿podríamos tratar de crear un nuevo producto cultural a partir de nuestra fe en Cristo y de los valores del nuevo Reino? Si entre esos valores, los principales son el amar a Dios sobre todas las cosas y a los demás como a mí mismo, puedo reflejarlos a través de hospitalidad, de generar relaciones cálidas, de encontrar espacios para enfocar esos temores, de ministrar con el evangelio la inquietud del fondo del corazón, etc. Pensad en esas fiestas como una percha en la que colgar invitaciones, hospitalidad, generosidad, compromiso, etc. Sólo a título de ejemplo y por la cercanía de Halloween, me atrevo a sugerir alguna idea: podríamos preparar fiestas, para niños o adultos, con decoración de Halloween para divertirnos, comiendo dulces y charlando sobre el miedo: ¿cuáles son los sustos que recordamos? ¿en qué situación hemos sentido pánico? ¿qué nos da miedo?, ¿qué debería darnos miedo?, ¿cuáles son nuestros temores?, ¿qué hacemos con esos temores?, ¿qué hay de los muertos?, ¿tiene remedio la muerte?, etc.
5. Por cierto, también podemos rescatar fiestas populares desplazadas por la cultura anglo dominante. Lo que realmente me gusta en estas fiestas es compartir con amigos castañas asadas, boniatos, “panellets”, vino dulce, etc. Es tan cálido pasar tiempo con amigos antiguos y nuevos, hablando “de lo divino y de lo humano”,…
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