La última palabra

Gerd "Torpedo" Muller fue uno de los máximos goleadores de la historia del fútbol alemán. Consiguió el campeonato de Europa no sólo con su club (Bayern Munich), sino también con la selección alemana, con la que asimismo se proclamó campeón del mundo. Pocos jugadores llegaron a marcar tantos goles como él, pero la primera vez que llegó al entrenamiento de su club, su entrenador dijo al verle: "¿Qué voy a hacer con este gordo campesino?".

¿Cuántas veces te has sentido indignado cuando alguien ha dicho una "burrada" manifiesta, públicamente? ¿Cuántas veces te han dado ganas de contestar cuatro cosas bien dichas? Supongo que unas cuantas, porque nos ha pasado a todos. En la mayoría de las ocasiones los "especialistas" y los que entienden de algunas materias ganarían mucho si supieran quedarse callados.

Afortunadamente, no son ellos los que tienen la última palabra ¡Ni siquiera la penúltima! Dios dice que de todas las cosas que digamos, vamos a dar cuenta en el día del juicio, así que ya sabemos que Él es el que tomará las decisiones finales.

Es el "dedo" de Dios el que está detrás de todas las circunstancias. Es la mano de Dios la que será detrás de la historia, Él decide, y nadie puede cambiar. Él planifica, y todas las cosas van al lugar al que están destinadas. Ni siquiera nosotros podemos escapar a los designios de Dios porque detrás de cada elección libre y de cada decisión Dios está controlando todo de tal manera que se dirija a su objetivo final.  Dios conoce nuestro corazón y sabe lo que vamos a hacer y decir, nada de lo que ocurre le toma por sorpresa.

Pero el control de Dios no es un control dictatorial tal como nosotros entendemos el término. Nuestras decisiones son producto de nuestra mente, de las circunstancias y de los gustos de nuestro corazón; las situaciones en la vida son el resultado de muchas elecciones, a veces justas y a veces equivocadas. Aún así, no tenemos ningún derecho a culpar a Dios por lo que nosotros hacemos aunque Él sea el que tiene la última palabra en todo.

Lo que sí podemos es descansar en Él digan lo que digan los demás. No debemos vivir preocupados por lo que otros puedan hacer, ni por las puertas que puedan abrir o cerrar en nuestra vida. Dios es quién tiene la última palabra.