Victoria cerca de la derrota

El fondista brasileño Vanderlei Lima perdió la medalla de oro en la prueba de maratón de los Juegos Olímpicos celebrados en Atenas (2004) porque un espectador irlandés saltó las vallas de protección para abrazarlo cuando encabezaba la carrera y quedaban pocos metros para terminar. El intruso era famoso por irrumpir en distintas competencias deportivas con vestimentas estrafalarias, fue arrestado y liberado tras pagar una multa de 3000 euros. Pero Lima, tuvo que conformarse con la medalla de bronce, porque durante el forcejeo con el loco asaltante, dos corredores le sobrepasaron en la prueba.

A veces vivimos muy cerca de la derrota. Cuando los peligros y problemas de la vida nos acechan, nos hacemos cobardes y queremos abandonar. Es entonces cuando necesitamos volver al lugar más victorioso del Universo: la cruz de Cristo. Cristo murió una vez y para siempre pero, de la misma manera, resucitó y venció a la muerte. Él está con nosotros, y no pueden derrotarnos. ¡Aunque a veces caminemos al borde de la derrota!

El apóstol Pablo lo aprendió personalmente, y lo escribió de una manera impresionante: “¡Gracias a Dios que siempre nos lleva en el desfile victorioso de Cristo Jesús!” (2ª Corintios 2:14). Es normal que Pablo hablase así, el Espíritu de Dios era quien estaba inspirándole.

Tenemos que ir “al fondo” de lo que Dios dice, y creerlo en todo momento porque es fácil confiar en su Palabra cuando estamos “eufóricos” y todo va “viento en popa” ¡y las tempestades de la vida parecen haber quedado en el pasado! Pero es muy difícil hacerlo cuando estamos sumidos en la derrota.

¡Necesitamos recordar siempre que sean cuales sean las circunstancias y nuestros sentimientos, Dios está junto a nosotros, y no pueden derrotarnos! No tenemos ningún derecho a abandonar o a renunciar.

¡Dios te lleva en un desfile victorioso! Aún en las circunstancias más oscuras de la vida, el Espíritu de Dios sigue dentro de ti para que sigas adelante y puedas realizar tu trabajo.

Dios está contigo, Él es el Poderoso... ¡no pueden derrotarte!