Imprescindible

Que yo sepa, la primera vez que ocurrió, fue en el mundial de fútbol de 1974. En el partido entre la desaparecida Alemania Oriental y Brasil, se señaló una falta fuera del área a favor de la selección brasileña. Los alemanes formaron la barrera y un jugador brasileño se puso en medio de ella. Riveliño sacó la falta directamente a la barrera, pero en ese momento el jugador brasileño que estaba en ella se agachó para que el balón pasase por el hueco que él había dejado. El portero alemán, Croy ni siquiera tuvo tiempo de mirar por dónde se le coló el esférico en la portería.

Te cuento otra historia: En una ocasión se encontraba Jesús enseñando a miles de personas (había unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños) y se hizo la hora de comer. Ya te imaginas que no había comida para tantos... pero todos estaban tranquilos porque Jesús estaba allí, y sabían que tenía poder para hacer cualquier cosa. De pronto, alguien dijo: "Aquí hay un niño que tiene cinco panes, pero ¿qué es esto para tantos?" Y Jesús respondió: “Es verdad, son muy pocos panes para tanta gente”.

¡No! ¡No! ¡No!, ¡Estoy contando mal la historia! Jesús dijo: "Traed al niño y a los panes". ¿Cómo? ¿De qué sirven cinco panes para tantos miles de personas?

¡Qué incrédulos somos! No nos damos cuenta de que cinco panes en las manos de Jesús, son más panes que miles de ellos en nuestras manos. Jesús tomó esos panes y los bendijo, y cuando Dios bendice algo, ya nada es como antes. Aquellos panes se convirtieron en miles y miles de kilos de pan tierno para que todos pudieran comer y quedar satisfechos. Un grandísimo milagro efectuado por el poder de Dios... y los cinco panes y los dos pescados que trajo aquel niño.

Puede que pienses que lo que haces no tiene importancia, pero sin tus "panes" Dios no hubiera hecho grandes milagros. Delante de Él, todo lo que hacemos tiene valor. Delante de Él, todo nuestro trabajo es imprescindible. Delante de Dios, todos y cada uno de sus hijos somos especiales. Nadie puede ser despreciado ni puede ser herido por su pequeñez o humildad, nadie puede sentirse "sin importancia" aunque sólo forme parte de la barrera. Aunque sólo tenga cinco panes y unos pocos pescados.

Ese niño sólo cumplió una condición: estaba en el lugar que Dios quería y supo hacaer lo que el Señor le pidió. Era un niño que pensaba en los demás, porque había ido a escuchar al Señor llevando comida para sí… y para otros. Es todo lo que Dios espera de ti y de tu trabajo. Si es así, tu vida no tiene desperdicio, ¡Eres imprescindible!