Asentado en Reus, en 1876, Antonio Martínez de Castilla, se encuentra preparado para establecer una misión allí, con la ayuda de la Sociedad de Evangelización de Ginebra.
La figura principal de la primera congregación en Reus es Antonio Martínez de Castilla, de quien Rafael Arencón Edo (i) ha publicado una excelente biografía. El pastor suizo Alejandro L. Empaytaz Leuba había tenido a Antonio Martínez de Castilla como colaborador en Barcelona. No tardará Antonio en dejar Barcelona para ir a Madrid reclamado por León B. Armstrong, quien entonces era secretario de la Sociedad de Tratados Religiosos de Londres (entre 1868 y 1871), director del periódico “El Cristiano” y había fundado una de las primeras escuelas evangélicas en la calle Juanelo de Madrid. En febrero de 1874 llega a Barcelona la hija de un banquero de Lausanne, ex alumna de español de Matamoros, que viene a casarse con Armstrong y deciden trasladarse a Valladolid.
Martínez de Castilla regresará a Barcelona al lado de A. L. Empaytaz y se hace cargo de la congregación o Iglesia evangélica de San Pablo que estaba sostenida por el Comité de Lausanne y ocupará la plaza de ayudante de pastor ante la marcha de su amigo y compañero de estudios de Teología, José Aguilera. Junto a Aguilera componían la Junta el pastor y maestro broncista Juan Briansó y los maestros de las Escuelas Evangélicas, Juan Manuel González y Santiago Sanmartí Serra, este, antiguo maestro de una escuela municipal y el otro, antiguo fraile franciscano.
Cuando Aguilera deja la plaza para irse a Sevilla la ocupa Martínez de Castilla con el propósito de abrir nuevas misiones. De la mano de Manuel Jiménez Calvo y su esposa Pilar Pélez, formarán las primeras congregaciones en Monistrol, Sabadell y otros lugares. En esta congregación de Barcelona se reunía la futura mujer de Martínez de Castilla, Isabel Laucher Meyer, nacida en Sans (Barcelona) e hija de un grabador alsaciano y una suiza. En Barcelona, Antonio había madurado como líder y se había convertido en el fundador de la primera Unión Cristiana de Jóvenes de cuyas filas saldrían hombres tan relevantes como Luis López Rodríguez, maestro en Igualada, pastor en Figueras y director de “El Heraldo”. Igualmente otro joven, Francisco Albricias, sería ayudante de las Escuelas Evangélicas en Barcelona, pastor en Monistrol de Monstserrat, San Vicente de Castellet, Rubí y Alicante donde funda la Escuela Modelo. Pero la obra donde Antonio Martínez de Castilla destacó como hombre de Dios, es en Reus, ciudad liberal y patria de Prim.
Había nacido Martínez de Castilla en Granada el 8 de octubre de 1847. Su padre, Joaquín, había cursado estudios de medicina, especializándose en cirugía. De la unión con Micaela Torralvo, también granadina, nacerían seis hijas y dos hijos. Trasladados a Málaga, ejercería Joaquín su profesión de médico en los Chilches, Benagalbón, los Rubios y Bonilla. Por esta época de 1854 los Martínez de Castilla entran en contacto con la fe evangélica y con el entonces protestantismo clandestino malagueño. Para el ambiente católico de Antonio en el que se había educado y vivido, la irrupción del protestantismo en su familia supuso un gran impacto, mayormente cuando en 1860 se produce el apresamiento y condena de los principales líderes malagueños y otros lugares. El padre de Antonio, don Joaquín, no fue molestado y siguió ejerciendo la profesión siendo muy querido por cuantos le trataban. Sin embargo él quería que alguno de sus hijos sirviera al Evangelio aunque las condiciones de clandestinidad no eran las mejores para prepararse adecuadamente. La ocasión se presentó sin embargo cuando Joseph Nogaret, pastor francés, que dirigía un internado español en Bayona ofrece a las familias malagueñas formación para sus hijos. Antonio Martínez de Castilla y José Aguilera serán los dos últimos alumnos matriculados en este Instituto en abril de 1864.
Los años de sus estudios y conversión los describe Arencón Edo con detalle. Son los años donde se forman las primeras congregaciones y se necesitan pastores preparados para trabajar en un campo baldío y beligerante. Además de Antonio y José Aguilera está Rafael Blanco entre los malagueños internos en el Instituto de Bayona. Pero en Lausanne, en Villeu Chantily se encontrará con otros futuros pastores como Enrique Villarazo y Antonio Carrasco, también malagueños, y los sabios consejos de Matamoros antes de morir. Tras su conversión se adhiere a la nueva Iglesia Libre francesa como miembro oyente en 1868. Estudia en la Facultad de Teología situada en Chemin des Cédres ayudado por el Comité de Lausanne, a cuyo cuidado de los estudiantes españoles estaba el pastor Charles Cottier-Audebez, gran amigo de España. Vivían los estudiantes españoles en la calle Maupas, 24 : A finales de 1869 llega a Lausanne un nuevo grupo de estudiantes españoles que hacían sus estudios en Pau. Los nuevos compañeros de Martínez de Castilla consideran al “bueno de Antonio” algo ingenuo y siempre obediente, pero un alumno brillante con muchas ganas de ser pastor. El 29 de agosto de 1873 solicita a la Comisión Sinodal de la Iglesia Libre el ser consagrado una vez presentada la tesis y recibido el diploma, pues había recibido un llamamiento de Madrid para trabajar en la obra de evangelización. En el discurso de consagración el texto escogido fue el de Mateo10:16 “Yo os envío como ovejas en medio de lobos”.
Asentado en Reus, en 1876, Antonio Martínez de Castilla, se encuentra preparado para establecer una misión allí, con la ayuda de la Sociedad de Evangelización de Ginebra, que tenía una larga tradición de ayuda en España. El joven pastor parte de cero. No había ni un solo cristiano evangélico, aunque había algún simpatizante. Los primeros frutos vendrán de un colectivo explotado que trabajaba en malas condiciones sanitarias; el de los tejedores. Entre ellos Narciso Tomás Doménech, un líder sindical del romo del algodón y ya sexagenario, Francisco Freixa, tejedor detenido en la Revolución del 68 y Francisco Sugañes, que con sus respectivas esposas e hijos, serían los primeros en formar la congregación. Les seguirían otros nombres de españoles, ninguno extranjero, como Pablo Perminón, María Marca Perminón, José Llauradó Martí, Terexa Freixa Rabascán, José Vliment, Antonia Grau o la familia Grevellí-Calver.
La puesta en marcha de esta congregación de Reus fue muy rápida. Ya en abril de ese mismo año de 1876 se solicita el permiso de apertura y se construye un templo que se pretende inaugurar el 30 de abril. Sería denegado el permiso, que es recurrido por Martínez de Castilla al amparo de las leyes vigentes. El 1 de mayo se dictará una resolución permitiendo al pastor realizar sus cultos. Este templo se había levantado frente a una iglesia católica “la Purísima Sangre” y estaba en el número 4 de del corredor de la Sangre. El local era muy sencillo. Un salón rectangular, recientemente lucido y blanqueado, iluminado con gas y veinte bancos nuevos de madera. Sobre la tarima una mesa, los Evangelios sobre ella y una silla donde se sienta el pastor. La inauguración, el 4 de mayo de 1876, fue numerosa. La prensa local se hizo eco de la apertura, describiendo el local, el modo de predicar y resaltaba como algo extraño que la predicación del Evangelio en ese día iba dirigida a personas ambos sexos.
El 15 de junio de ese mismo año se casan civilmente ante el juez del Juzgado de San Beltrán al pastor Antonio Martínez de Castilla e Isabel Laucher. Celebrarán la ceremonia religiosa en Barcelona en la calle Conde del Asalto, presidida por el pastor Empaytaz y en una semana regresan para seguir al frente de la obra. La obra en estos primeros días experimenta una gran expectación con auditorios multitudinarios de hasta 400 personas, pero la visión de Martínez de Castilla es consolidar y asentar aquel protestantismo, especialmente entre los jóvenes y niños. Ante una población analfabeta en tres cuartas partes lo mejor era enseñar el Evangelio pero también una enseñanza básica. Como decía el anuncio, la enseñanza era para leer, escribir, cuentas o aritmética, gramática, geografía e historia universal y de España. A los pocos días del anuncio del “Colegio Evangélico” la respuesta fue inmediata ya que los precios eran mínimos y muchos alumnos no pagaban. Martínez de Castilla informa al Comité de Ginebra de estos progresos y les solicita personal cualificado para las escuelas, siéndole enviado Don Ezequiel Martín Carbonero. Será el primer docente de una larga lista que ejercieron en estas escuelas con los métodos más modernos y por espacio de sesenta años hasta la Guerra Civil, donde se cerraron definitivamente. La iglesia también fue clausurada. Los creyentes se tenían que reunir secretamente por las casas particulares hasta que se pudo volver a abrir el templo de la calle Vidal en 1946. En este “Colegio Evangélico” se formaron hombres que destacaron como el alcalde Evaristo Fábregas o el acuarelista Ceferino Olivé.
Nunca deja de sorprendernos la visión de estos hombres iniciadores de las primeras congregaciones en España que también supieron preocuparse y sostener un misionero evangélico en África del Sur, Bethuel Daniel, cuando en este país había tantas necesidades. La inquietud por las misiones africanas, Antonio la había adquirido en Lausanne, viendo como dos de sus compañeros de estudios habían partido en 1875 para el Continente. Sin embargo, la lucha diaria estaba en pelear contra las trabas que los católicos creaban para cualquier acto de la vida de los creyentes, especialmente con los entierros, cuyos permisos suponían un calvario. “La Iglesia católica –dice Arencón Edo- actuaba como si el cementerio fuese un catálogo de su cielo particular”. Una cesión de terrenos del señor Sardá y Cailá bajo la condición de hacer un cementerio general donde se pudiesen enterrar todo tipo de personas sin cuestionar su credo o su moral, permitió en 1870 al Ayuntamiento construir el Cementerio General de Reus, el primero de España de estas características. Al abrir los protestantes su iglesia y sus escuelas, el cementerio construido para personas de todos los credos, cambió sus buenos propósitos presionado como siempre por la influencia clerical. Se había enterrado un niño de familia evangélica, Domingo Sugrañes y a Magdalena Sotorra y Anjuamá, pero ya había saltado la alarma y las dificultades para enterrar serían constantes. Por ello Martínez de Castilla logra abrir un cementerio evangélico en Reus en 1877 y otros seis cementerios más en otras poblaciones.
En este año de 1877 la obra evangélica de Reus ya cuenta con dos escuelas de niños donde se reunían un promedio de 95 alumnos diariamente. La de adultos la formaban unos 50, donde pagaban los que podían; las Escuelas dominicales la formaban unos 84 alumnos y los cultos dominicales tenían una asistencia de unas 150 personas. Todo se ensombrece al aparecer la noticia el 19 de octubre de 1977 en el diario “Las Circunstancias” donde la escuela católica se lía a pedradas contra los alumnos de las escuelas evangélicas y estos las contestan a puñetazos. Estas adversidades no frenan el empuje de aquellas congregaciones primeras que tienen hombres fieles y celosos como Narciso que ocupa un lugar en la historia no solo de Reus sino también de España. Narciso Tomás Doménech había nacido en 1813 y su profesión era tejedor manual. El duro trabajo y las malas condiciones en que se desarrollaba la jornada hicieron de el un luchador por los derechos de los trabajadores. Puesto al frente de la Comisión en la huelga de los tejedores del algodón en 1851, se inicia en el movimiento sindical de la Unión Manufacturera representando a la Sociedad de Tejedores de Reus. Cuando conoce el Evangelio, aunque era un hombre de más de sesenta años, su actividad y empuje le lleva a proclamar su fe a multitud de personas. Entre 1878 y 1889 está al servicio de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, recorriendo pueblos y ciudades vendiendo biblias con un saco a la espalda. Cuando ya un puede recorrer los pueblos no abandona la obra, haciendo visitas periódicas a Benisanet y otros lugares. Con noventa años, seguía estando lleno de coraje, enseñando a las gentes del pueblo y testificando a los fanáticos. Pese a los escándalos provocadores en los que tiene intervenir la fuerza pública en muchas ocasiones, la congregación crece de manera que las Escuelas y la iglesia se trasladan a un edificio de mayores dimensiones en la calle San Salvador, nº 5. Martínez de Castilla también extenderá su labor a Puente de Armentera formándose una notable congregación.
El informe que hace el del arzobispo de Tarragona, Francisco Vidal y Barraquer, el 14 junio 1930, aunque no es nada preciso, reconoce que desde hace cincuenta años en Reus hay una congregación de unos 150 españoles, a quienes describe como “gente vulgar que busca protección”. Evidentemente es un tema repetitivo en todos los informes clericales para desprestigiar la obra evangélica. Lo malo de este asunto es que en ocasiones se saca la conclusión de que el protestantismo en España comenzó su actividad, como dicen algunos autores reputados, entre la gente baja y analfabeta. Nosotros ya hemos demostrado que la mayoría de los pastores y responsables de las congregaciones tenían una buena formación ya que muchos habían sido sacerdotes en la iglesia católica o se habían formado en el extranjero, abarcando su actividad generalmente a la clase media en España. En este informe también se dan los siguientes datos: En Pont de Armentera 8 españoles y el resto de “una especie de secta protestante que existía en aquel pueblo” que datan desde el mismo tiempo que los de Reus. En la Riba son 20 obreros venidos de Alemania y Suiza para trabajar en la fábrica. “Se cuentan en Tarragona, -dice- algunos extranjeros dedicados al comercio y a la industria, y otros que pasan allí algún tiempo, pero no hacen ostentación alguna de las propias ideas religiosas. Datan de hace cincuenta años o más”.
En El Pont de Armentera, pequeña ciudad industrial, por 1879 se forma una pequeña congregación con su capilla, escuelas y cementerio. Entre los primeros conversos está Juan Mateo Teruel, entre otras familias, que continuará la obra de Antonio Martínez de Castilla. Para las escuelas se traslada desde Reus, en calidad de evangelista y pastor el maestro Ezequiel Martín Carbonero. Ocupará el puesto de maestro en las escuelas Alejandro López Rodríguez que cumplía su servicio militar en El Pont. En Tarragona destacará el empresario norteamericano de origen italiano Luis Agostini Benaducci que se casaría con María Banús Ciurana. No conocemos la actividad evangelística de Luis Agostini en Tarragona, pero según afirma Rafael Arencón Edo esta familia serían importantes puntales en la obra evangélica de la provincia. Entre los exiliados en Francia después de la Guerra Civil española aparece Hilda Agostini Banus (ii) que había sido maestra, había pertenecido a la masonería femenina y estaba relacionada con el Partido Republicano Radical Socialista. Se establecerá en la región francesa en Val-des-Pins, Sussargues, Hérault. Anota Arencón que Luis Agostini sufrió mucho por dar testimonio de su fe en los primeros años y no teniendo iglesia en Tarragona se uniría a la de Reus. Sería un miembro activo de la masonería. Los periódicos como el Diario de Tarragona el 8/8/1877 pág. 2 se hacían eco de una denuncia de intolerancia manifiesta aparecida en Las Circunstancias de Reus donde se habían quemado uno libros protestantes en Vilaseca. Dice parte de la noticia: “Las Circunstancias de Reus que siempre se ocupa de actos que debiera respetar, dice que el viernes último, día de la fiesta mayor de Vilaseca, ocurrió un escándalo mayúsculo por haberse establecido un vendedor de libros protestantes en la plaza de dicha villa y acudir varios niños con objeto de comprarlos y rasgarlos, mientras otros, al decir del colega, rompían los que les había entregado el regente de la parroquia, titulados «Mis tentaciones» para contrarrestar la propaganda protestante”.
Cita el informe del arzobispo de Tarragona, Francisco Vidal al pueblo de Flix donde venían a la fábrica extranjeros de religión evangélica, con sus pastores y no son hostiles al catolicismo –dice-. En Ginestar se reúnen cinco o seis familias que son visitadas por un pastor de Reus. Santiago Sanmartí había recibido una invitación para predicar y había reunido una pequeña congregación. En 1881 abriría una Misión con escuelas a cargo de Josefa Fabregat, quien se casará con el joven albañil Juan Usach Bru, quienes después de grandes luchas, extenderán su actividad a Benisanet.
En 1879 Martínez de Castilla establecerá misión en Barberá donde las cosas no le saldrían bien. Sin pedir permiso al alcalde, habiendo recibido consentimiento verbal del secretario, celebraría reunión religiosa al aire libre, por lo que sería denunciado y cuando llega el juicio, castigado de dos meses y medio de prisión. En febrero de 1881 es el momento de hacer efectiva la injusta condena. En cuatro días se registran más de cuatrocientas visitas para animarle. Cincuenta y dos días estuvo en prisión, siendo indultado el 14 de marzo por el Consejo de Ministros.
En Torredembarra (1886) Tarragona, según Revuelta (iii) “no siempre eran los católicos los que tomaban la ofensiva. Fueron los protestantes los que hicieron guerra a la misión (jesuítica), aunque sin éxito: “La oposición a la misión siguió durante todo el curso de ella; los falsos apóstoles tronaron como pudieron. Llamose al famoso Gabarró (iv) y a otros dos apóstatas para que levantasen cátedra contra cátedra, aunque no accedieron; formándose listas de sospechosos y eran tenidos por tales los que asistían a los actos de la misión más todo en vano.”
Un gran ayudador en esta obra de Martínez de Castilla en Reus, es el misionero norteamericano William H. Gulick que por propia cuenta, antes de hacerlo la American Board, ayudara en las escuelas bajo la condición de “que valga la pena pagar por ellas”. Nuevos maestros-evangelistas se incorporan, como Luis Pérez Santos, que siente el peso evangelístico en las clases cultas de Reus y más tarde el santanderino Rufino Cordero. En 1882 Gulick adelantará el dinero para comprar un local que fuese propiedad de la iglesia. Se trataba de construir un edificio con capilla, escuelas, patio y vivienda para el pastor, colportores y profesores. Los gastos del edificio necesitaron varios años para poder pagarlos, habiendo pedido dinero prestado de muchos, especialmente de su suegro Francisco Javier Laucher. Este edificio Misión, estará acabado en 1885 y la prensa se deshará en elogios con los grandes espacios para el culto y las escuelas.
En 1888 Martínez de Castilla enviará a estudiar teología a L’Oratoire de Ginebra al asturiano de Besullo y uno de los maestros, Daniel Rodríguez Castellano, con el propósito de ser pastor. Sería sustituido por el valenciano Francisco Ruiz Nacher. La enfermedad de Antonio Martínez de Castilla, hará que otro de los profesores, Juan Mateo que se casará con la hermana de Daniel Rodríguez, alumna del Instituto Internacional Delfina Rodríguez, permanecerán al frente de la iglesia de Reus.
No esconde Rafael Arencón, en su libro citado, uno de los casos que refleja el poder encubierto del dinero de las misiones extranjeras. Es el caso Bretón. Francisco José Bretón y Bretón había nacido en Huesca en 1865 y era hijo del Gobernador de Zaragoza. Se había ordenado sacerdote católico, siendo beneficiado de varias parroquias y director de varios colegios. Su conversión fue a través de un tratado entregado por una niña, Conchita y el contacto del pastor Marín. Sería educado y formado teológicamente por el misionero metodista Franklyn G. Smith. El pastor José Eximeno lo encomendó a su viejo amigo Martínez de Castilla quien vista la sincera decisión del exsacerdote Bretón de seguir a Cristo, le ofreció el puesto de profesor que había dejado Juan Mateo en 1895 y poder predicar en la capilla una vez por domingo.
Bretón era un hombre de fuerte carácter, que se había casado con la maestra Concepción Marfil, pero no se entendía con el Comité. Esto afectó a la familia Martínez de Castilla que también sufrió la animadversión del Comité. Para el Comité Bretón había incurrido en faltas graves (ha pasado la colecta con una mano en el bolsillo, lleva cubierta la cabeza en el interior de la escuela y fuma en los pasillos). El choque de trenes del Comité y Bretón que defiende al pastor Antonio Martínez de Castilla está lleno de amenazas de cartas a donantes extranjeros para no apoyar la iglesia. Se empieza a dudar de la gestión económica del pastor y esto le llevará a tomar la decisión de dimitir, pues su salud se resiente, no habiendo nada censurable en su conducta.
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(i) Antonio Martínez de Castilla. Caballero protestante 1847-1911- Rafael Arencón Aedo. Gayata Ediciones. 1997
(ii) La maçoneria a L’exiLi: França, 1939 Josep Clara. Resplandis Departament d’Història i Història de l’Art, Facultat de Lletres. Universitat de Girona
(iii) La Compañía de Jesús en la España contemporánea: Supresión y reinstalación (1868-1883).. 1. Manuel Revuelta González Editor, Universidad Pontifica Comillas, 1984
(iv) Bartolomé Gabarró y Borrás, periodista, pedagogo y escritor anticlerical español.
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