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Mujer y Biblia (1)
15
 

La Biblia feminista

Hoy me gustaría no quejarme demasiado, sino defender mi forma favorita de celebrar el Día de la Mujer Trabajadora: leyendo y poniendo en práctica la Palabra de Dios.

AMOR Y CONTEXTO AUTOR Noa Alarcón Melchor 08 DE MARZO DE 2016 07:01 h


¡Sean reconocidos sus logros,

y públicamente alabadas sus obras!



Proverbios 31:31




Todo esto comenzó por un libro. No, no me refiero a la Biblia, sino a otro libro que, sin pretenderlo, ayudó a comenzar un movimiento. En 1963 Betty Friedan, escritora de origen judío, publicó un libro llamado La mística de la feminidad (me alegra mucho saber que el libro está disponible en castellano, por Cátedra [2009]), donde se preguntaba cómo era posible que existiese una tasa tan alta de suicidios y depresiones entre las que, se suponía, eran las personas más felices de la sociedad: las madres de familia norteamericanas de clase media y alta. Aquellas mujeres siempre bien vestidas y bien peinadas para agradar a sus maridos que empezaban a tener acceso a grandes inventos como la lavadora, la aspiradora y el televisor, que se iban a pasar el día a los centros comerciales recién inventados con sus amigas, que tenían a su servicio toda una industria comercial; a quienes todos les decían que su realización personal no venía de tener una profesión o un trabajo, sino de encontrar un buen marido. No es que cuidar de la familia fuera una ocupación menor, es que habían sido enseñadas a que una mujer no podía aspirar a más. Les insistían en que, biológicamente, las mujeres de verdad no deseaban nada más, ni tampoco eran intelectualmente capaces de hacer otra cosa. No debían darle vueltas, tenían que ser felices y hacer felices a sus familias porque Dios las había creado para eso. Y punto. Sabéis de lo que os hablo.



Pues sí, Friedan descubrió que las tasas de suicidio y depresión dentro de ese grupo eran demasiado elevadas, y se dispuso a averiguar el porqué. Y en su investigación se encontró con que la única solución posible era que aquella visión idealizada y mística de la feminidad no era más que una imposición artificial que alienaba y destruía el ser interior de las mujeres. Sin saberlo, Friedan había puesto el primer ladrillo a lo que años más tarde se conocería como “feminismo” (aunque, desde luego, no se inventó entonces).



Hoy en día, y en círculos cristianos, no se puede nombrar esa palabra. No sé a los demás, pero mujeres que eran libres para caminar por la calle con pantalones vaqueros y sin la compañía de un hombre me querían convencer de que Dios está en contra del feminismo, que es algo malo y antibíblico. Y no se percataban de la ironía.



También hay muchas voces, tanto de hombres como de mujeres, tanto dentro como fuera de la iglesia, que intentan convencernos de que el machismo ya no existe, que vivimos en una sociedad en la que no hay discriminación. Sin embargo, páginas como la de Micromachismos nos vienen a recordar que sí que hay discriminación. La hay y la seguirá habiendo porque también siguen existiendo el racismo y la xenofobia, a pesar de todo, y la discriminación contra la mujer no es muy diferente.



Ahora bien: hay muchas maneras de enfrentarse a la discriminación que sufrimos las mujeres por el simple hecho de ser mujeres. Estos días cercanos al 8 de marzo se celebran muchas cosas en muchos sitios. Se levantan y se hacen notar las quejas, y a mí hoy, al menos, me gustaría no quejarme demasiado, sino defender mi forma favorita de celebrar el Día de la Mujer Trabajadora (porque trabajar, trabajamos todas, incluso las amas de casa, sí): leyendo y poniendo en práctica la Palabra de Dios. Sé lo que estoy diciendo y me reafirmo: la Biblia es muy feminista, tal y como entendemos hoy el término de manera general, como un movimiento que da voz a los derechos ignorados de las mujeres. Sé que habrá muchos que no me creáis, pero os lo puedo demostrar. Podríamos hablar de Rut, una mujer que ni siquiera pertenecía al pueblo de Israel, pero obtuvo el favor de Dios porque era fiel, imaginativa, decidida y tenía temor de Dios. Y buscó la manera de arreglar sus problemas. Qué diferente es esta Rut de esa imagen de mujer sensible, frágil y asustadiza que necesita que venga a rescatarla un príncipe azul. El príncipe azul de Rut, Booz, lo fue a buscar ella misma e incluso tuvo que esforzarse para que el príncipe se diera por aludido. Podríamos hablar también de Ester, o de cualquiera de las mujeres que aparecen en la genealogía de Jesús (y qué gran detalle, qué hermoso y qué revelador, no solo que aparezcan mujeres en la genealogía de Jesús, sino que encima sean mujeres de dudosa reputación, ¡ni una sola esposa virtuosa en la genealogía del mismísimo Jesús!). Pero voy a detenerme en uno de mis pasajes favoritos (y no solo porque sea el origen de mi nombre).



En Números 27 sucede una pequeña escena de esas que se nos pasan desapercibidas cuando nos empeñamos en que el Antiguo Testamento es aburrido, y en realidad los aburridos somos nosotros. Las hijas de un hombre llamado Zelofehad fueron ante Moisés con un problema grave: ellas eran todas hermanas, y ante la muerte de su padre sin un hijo varón la herencia se perdería. No querían que eso pasase, y fueron a reclamar que Moisés cambiase la ley para que ellas pudieran heredar. Según las leyes de aquel momento (pensemos que era una sociedad seminómada y patriarcal de la Edad del Bronce), las mujeres, cuando se casaban, pasaban a formar parte de la familia del marido. Por esa razón no heredaban de su padre las tierras o las posesiones, porque si así lo hicieran se perdería el nombre y la heredad de la familia, algo absolutamente impensable para su momento. Ese statu quo tenía sentido y funcionaba, y desde la perspectiva cultural de la época se podría pensar que las hijas de Zelofehad eran unas quejicas. Sin embargo, después de consultarlo, cabe destacar mucho la respuesta del mismísimo Dios: “Lo que piden las hijas de Zelofejad es algo justo, así que debes darles una propiedad entre los parientes de su padre. Traspásales a ellas la heredad de su padre” (27:7). Las mujeres tenían razón y derecho en denunciar la injusticia, una injusticia completamente invisible para los ojos de su sociedad, pero no para Dios.



Otro de mis ejemplos favoritos a celebrar esta semana es, sin duda, Proverbios 31. De este hermoso pasaje, tan rico e inspirador, es una pena que solo nos quedemos con una palabra: “virtuosa”. Se han escrito libros y fabricado sermones acerca de cómo es una mujer virtuosa, pero pocos se paran a observar que la mujer que se está describiendo es más moderna de lo que cabría esperar para, repitamos, una sociedad patriarcal del Creciente Fértil de la Edad del Bronce. La mujer virtuosa de Proverbios 31 es una que, sí, claro, cuida de su familia como la que más, pero lo hace por medio de su ingenio, su iniciativa, su participación en la sociedad. No es una mujer que guarda silencio y una actitud pasiva detrás de su marido “para no restarle autoridad”. Es una mujer emprendedora y creativa. Y, lo más importante, si leemos fijamente el texto podemos ver que son esas, y no otras, las cualidades valiosas que, junto al temor de Dios, hacen de ella una gran mujer. No es una mujer ejemplar porque sirve a su marido, sino porque su marido es conocido por la buena reputación de su mujer. Tampoco es ejemplar por saber tener su casa impoluta, sino que se pasa el día fuera haciendo negocios. Bueno, quizá, claro, también eso sea fácil porque tiene criados, pero los mantiene con el fruto de su trabajo. No es solo la esposa de un gran hombre, sino que vale por sí misma. Le da lo mejor a sus hijos, pero ellos no son el centro de su vida: el centro es Dios, a quien alaba. Y cumple con una de las grandiosas cualidades de todo hombre de Dios descrito en el Antiguo Testamento (aquí, una mujer de Dios): es sabia y cuida de los desfavorecidos.



Os he contado todo esto por ver si había una cosa que quedaba clara: existe un ideal femenino que se nos ha querido vender como “cristiano” durante muchas décadas, y que sin embargo no es nada bíblico. Existen muchísimos libros acerca de cómo debe ser una mujer de Dios, pero el patrón no está basado en una lectura real y contextualizada del texto bíblico, sino en una adaptación al submundo cristiano de las injusticias sociales que Betty Friedan ya denunció en los años 60. Aquello fue una fabricación, una imposición. Os invito, mujeres y hombres que leáis este artículo, a hacer un pequeño trabajo de investigación. Leed a fondo Proverbios 31 y empapaos del texto. Si podéis, leedlo en diferentes traducciones, porque aportan mucha luz. Estudiad el texto, anotadlo, subrayadlo. Ese será el mejor homenaje a la mujer trabajadora que podamos hacer. Pero además, si podéis, observad los libros que tenéis en vuestra casa, y mirad si tenéis alguno sobre cómo deben ser las mujeres virtuosas, o sobre matrimonios, que también hablan del tema. Quizá los que tengáis sean libros antiguos, de hace varias décadas: fijaos en que no encontraréis muchos libros sobre este tema anteriores a los años 50. ¿Por qué será? Leedlo un poco, u hojead el índice, y ponedlo a la luz del texto de Proverbios 31. Estoy segura de que después de haber leído la Palabra de Dios no podréis evitar detectar todo ese machismo implícito de quienes, aun con las mejores intenciones, no fueron capaces de renovar su entendimiento como se nos demanda, y siguieron atrapados dentro del flujo de su cultura predominante. Comprenderéis por qué la Biblia, bien leída, defiende, ama, aprecia y dignifica la figura de la mujer no solo dentro de la sociedad, sino sobre cualquier otro sistema religioso o social del mundo. Un último apunte: mencioné que Betty Friedan era de familia judía, y no lo dije por decir: ella conocía el Antiguo Testamento, aunque en su etapa adulta lo hubiera rechazado. Los principios bíblicos estaban en su ADN identitario y en su ideal de sociedad, y solo desde esa base (desde ninguna otra era posible) fue que pudo reivindicar la igualdad de la mujer en todos los ámbitos de la vida. Así, pues, hermanos, hermanas, feliz Día de la Mujer Trabajadora. Celebremos este día profundamente bíblico. Y las semanas que viene, entretengámonos en seguir hablando de qué pasa con las mujeres dentro y fuera de la iglesia.


 

 


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COMENTARIOS

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Noa Alarcón
09/03/2016
13:47 h
3
 
Hay algo muy bueno que decía mi madre: "No quiero que seas una buena mujer, sino que seas una buena persona". Pues eso, Gálatas 3:28 en resumen. Pero aplicado de verdad. Un abrazo.
 
Respondiendo a Noa Alarcón

Alfonso Chíncaro (Perú)
14/03/2016
14:37 h
10
 
Buen consejo el de su mamá, Noa (3). La bondad no está asociada al sexo de una persona, sino a su condición espiritual (y toda persona posee espíritu :). Bendiciones.
 
Respondiendo a Alfonso Chíncaro (Perú)

Óscar Margenet Nadal
09/03/2016
19:36 h
4
 
Si no fuera por nuestras benditas madres..... La mía, que está con nuestro Padre me decía siempre: Si no vives para servir no sirves para vivir. Gracias a mi madre, entendí por qué en la Biblia la mujer es símbolo de la amada de Cristo: su iglesia, compuesta de personas -como tú bien dices, Noa- que Él escogió desde antes de crear al hombre a Su imagen y semejanza: varón y mujer. Dios no es machista, tampoco feminista. No es ningún 'ista': ¡ES DIOS! Otro abrazo fraternal en Cristo.
 
Respondiendo a Óscar Margenet Nadal

marco
17/03/2016
05:30 h
12
 
es mas sencillo de lo que leemos , la palabra de Dios es para la condición espiritual, al griego, al de pablo, al de África, al de América, al de Europa . al hombre , a la mujer.a los hijos, ante Dios somos igual y el principio y final de lo leído es este, teme ha Dios y guarda sus mandamientos
 
Respondiendo a marco

Alfonso Chíncaro (Perú)
14/03/2016
14:57 h
11
 
En líneas generales, me ha gustado el artículo, principalmente lo que vio Betty Friedan en la vida "perfecta" de las amas de casa tradicionales. Por lo general, siempre he tomado distancia de cualquier feminismo, incluyendo los de origen evangélico, porque siempre han señalado algo en la biblia que es inválido y eso no me la creo. Pero a lo largo del tiempo, y habiendo escuchado voces más moderadas o que reclaman justicia con corrección, creo que mucho de lo que hablan también debe resolverse.
 
Respondiendo a Alfonso Chíncaro (Perú)

ETHEL
14/03/2016
09:44 h
9
 
No creo que, como creyentes, lo que debamos reivindicar sea un feminismo biblico ni laico. Simple lo que debemos seguir es la palabra de Dios. Sin duda el feminismo ha corregido abusos y tratos injustos hacia a mujer, pero también trae ideas contrarias a la palabra de Dios. De acuerdo con esa mujer virtuosa descrita en proverbios y tambien con el resto de cualidades que encontramos en su palabra: modestas pudorosas, decorosas en su vestir, sujetas a sus maridos, y sobre todo Temerosas de Dios.
 
Respondiendo a ETHEL

Maria
11/03/2016
13:32 h
8
 
Ni machismo ni feminismo, la Biblia es clara, a cada uno nos dio una mision no somos iguales porque Dios nos creo diferentes, hombre y mujer,querer igualdad es antibiblico,y es por eso que hay hoy en dia tantos divorcios,la mujer quiere parecerse tanto al hombre,que esta cambiando el rol de la familia, y esto no agrada a Dios. Las feministas estan contra Dios,pues no se someten a sus leyes. Si no les gusta lo que Dios manda,pues tendran que verselas con Dios.
 
Respondiendo a Maria

Laura
11/03/2016
07:56 h
7
 
Romanos 12:Renovar el entendimiento"para q comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,agradable y perfecta"...Precisamente creer que la Biblia es feminista es estar atrapado en el flujo dla cultura predominante actual.Al final por la ley del péndulo,sin darnos cuenta caemos en lo mismo que criticamos a nuestros antepasados.Ypor otro lado¿qué problema debe ser para un cristiano "servir"?Mr.10:45,elSeñor vino para servir, no para ser servido.Recordemos que más bienaventurado es dar que recibir.
 
Respondiendo a Laura

Director pais7.org
10/03/2016
15:38 h
6
 
Se acercó un pajarito a mi ventana y cantó: “Si un hombre trata a su mujer como una princesa es que ha sido criado por una reina”.
 
Respondiendo a Director pais7.org

el culé
10/03/2016
12:46 h
5
 
existe un precioso dicho...."el hombre que trata como princesa a una mujer, demuestra que fue educado por una reina".....sin mas palabras!!!!. Bendiciones
 
Respondiendo a el culé

Óscar Margenet Nadal
09/03/2016
08:19 h
2
 
Noa: tu fuerte reacción a la perversa acción machista suma a lo mucho escrito en favor de la igualdad de género (además, uno de tantos derechos humanos no respetados). Varones y mujeres erramos al blanco si creemos que la Biblia que estudiamos es machista o feminista pues la Palabra de Dios es inerrante. Él nos llama a reflexionar: "Ya no hay (...) varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo". Gálatas 3:28. No más grieta. Me gozo en saber que tú y yo seamos uno en Cristo, hermana.
 
Respondiendo a Óscar Margenet Nadal

Pablo Quezada S.
08/03/2016
15:31 h
1
 
Noa, hay fuerza y consistencia en tu escrito. Creo que la reacción de muchos creyentes sobre el tema es dependiente de lo que ha desplegado la ideología de género, que pone al hombre o a muchos de ellos en la cuerda de lo patriarcal, lo que a su vez se asocia a lo peor del sistema capitalista. Humanamente hablando no somos iguales, gracias al Señor, ante sus ojos, es decir en esencia, sí. En algunos aspectos la discriminación positiva ha llegado a constituirse en una nueva forma de esclavitud.
 
Respondiendo a Pablo Quezada S.

Evangelio
22/03/2018
23:31 h
15
 
Por favor, ¿alguien podría explicar a qué se refieren entonces los siguientes versículos? 1 Timoteo 2:9-15, Efesios 5:22-24, Colosenses 3:18, 1 Pedro 3:1-6 y Tito 2:3-5. En especial, lean este fundamento que es justificador para los anteriores pasajes: "Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión." (1 Timoteo 2:13-14) ¿Esa justificación atemporal dejó de ser válida? ¿No fue inspirada por Dios?
 
Respondiendo a Evangelio

Evangelio
19/03/2018
18:21 h
14
 
Concuerdo en que "la Biblia defiende, ama, aprecia y dignifica la figura de la mujer". Pero la Biblia no se lee mal o bien. Se lee siendo hijo/a de Dios (teniendo el Espíritu Santo) o sin haber aceptado aún que uno/a es siervo de Cristo. Yo, por ser siervo de Cristo y llevar mis cruces, no me siento esclavizado ni injusticiado ante el impío. Que examine su fe a quien le escueza este versículo: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame." (Mateo 16:24)
 
Respondiendo a Evangelio

Benjamin
14/04/2017
08:31 h
13
 
Miedo me da ver como se interpretan los textos biblicos para que digan lo que yo quiero que digan. Una lectura correcta de Gálatas 3:28 nos ayudará a ver que el contexto en el cual está este versículo es el de la salvación, en la cual no hay distinción de géneros, y no uno de anulación de roles.
 



 
 
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