En 1871 Mr. William Thomas Brown abrió el primer local de cultos en Calle Abaixadors, 10-1º. En ese momento nacía la congregación de Barcelona Centro que fue creciendo en los años sucesivos.
Cuando en 1871 Mr. William Thomas Brown abrió el primer local de cultos en Calle Abaixadors, 10-1º en ese momento nacía la congregación de Barcelona Centro que fue creciendo bajo la dirección de los reverendos J. R. Griffin (1874-1876), Robert Simpson (1876-1884) y J.G. Brown (1884-1896). El señor Brown continuó sirviendo en Barcelona como un laico hasta 1879, cuando fue ordenado y nombrado a las Islas Baleares. Antes de esa cita, un misionero había aparecido en el puerto de Mahón, en la persona de el Rev. T. S. Dyson, pero él sólo había estado un par de semanas en ese lugar antes de que muriera por una caída de su caballo. Le sucedería el Rev. C. M. Greenway. Greenway regresó pronto a Inglaterra trabajando en su domicilio, y en 1875 el Rev. J. R. Griffin fue el único ministro ordenado en la nueva Misión. Brown todavía estaba en Menorca, y era cuantioso su trabajo, aunque enormemente dificultado por necesidades financieras. Por segunda vez en el espacio de tres años, la Misión había sufrido la prematura muerte de su líder. El Rev. J. R. Griffin había llegado a Barcelona con su salud minada por pleuresía, y murió con bruscos dolores mientras asistía a una Conferencia de obreros españoles. Durante su corto período de servicio se había hecho querer mucho por todos aquellos que tuvieron contacto con él.
Fue seguido por otro hombre espiritual pero también falto de salud. Era Roberto Simpson, de quien los romanistas y protestantes utilizaban por igual diciendo que Don Roberto era un santo, un hombre en quien la santidad le transfiguraba, haciéndose amigo de todos y a todos ganaba su cariño. La muerte de su predecesor hizo sus primeros meses arduos, teniendo mucho que poner en orden. Pero su capacidad no era el menor de sus dones, y pronto su fuerte personalidad se expresaría en su ministerio de la Palabra. A pesar de los frecuentes frustraciones en materia de salud, fue capaz de permanecer en Barcelona durante catorce años, volviendo a Inglaterra en 1889. En los últimos días de 1900 se pasó a otra vida más plena.
En 1884 la sucedió el reverendo J. G. Wheatcroft Brown, y dos años más tarde le sustituyó el Rev. Franklyn G. Smith, ambos estaban destinados a hacer mucho por el metodismo en España. En 1884 parecía que había una posibilidad de un notable avance y la posibilidad de abrir obra en Madrid. Años antes el agente de la Sociedad Bíblica Británica de Relaciones Exteriores en Madrid era un caballero, miembro de la iglesia Wesleyana de nombre Corfield. El señor Corfield había instado a tiempo y fuera de tiempo, persuadiendo a la Sociedad Misionera de que estableciese una Misión en Madrid; y, a petición de la Comisión, Simpson visitó Madrid en 1883 para informar acerca de la perspectiva de una misión en esa ciudad. En noviembre de ese año, la salud del señor Corfield le había obligado su regresar a Inglaterra, y la apertura de la Misión en Madrid fue encargada a Simpson. Simpson no estaba muy seguro de la sabiduría de este proyecto. Madrid estaba a cuatrocientos kilómetros de Barcelona, y era necesario un viaje de veinte por horas para ir de un lugar a otro.
Aunque opinaba lo contrario, Simpson consideró que el trabajo del Agente de la Sociedad Bíblica había dado el fruto de una pequeña iglesia de treinta miembros y por tanto se debía seguir con aquella obra en Madrid. Al no poder dirigir la obra desde Barcelona en 1887 fue nombrado Brown para Madrid. Cuando Simpson volvió a Inglaterra jubilado, Brown fue traído de nuevo a Barcelona, siendo Presidente de Distrito. En 1890 el Rev J. W. Lord, que había trabajado en las Indias Occidentales se hizo cargo de la obra en Madrid. Pero en 1893 se decidió dejar la obra por falta de éxito y fundamentalmente por falta de medios para llevar una obra con eficiencia.
En 1888 Franklyn Smith había sido enviado a las islas Baleares Islas para reemplazar William T. Brown, y cuando regresó Simpson a Inglaterra también por algunos meses tuvo el cuidado de Barcelona. Pasó ocho años en total en esas islas, pero en 1893 se produjo un estallido de fanatismo que en un tiempo amenazó con destruir todo lo que había sido tan duramente ganado en las islas. Durante la temporada de Cuaresma de ese año la sede episcopal publicó una pastoral anunciando una Misión de Santa,(Guerra Santa?) con el objeto declarado de destruir el Protestantismo. Los disturbios siguieron, y la vida de los pastores estaban en peligro. Tanto en y Cap de Pera la oposición tenía demasiado éxito, y aunque los miembros de la Iglesia se mantuvieron fieles, las agresiones hacían el trabajo imposible.
Entre 1875 y 1887 la expansión de la obra balear es pequeña pero constante. En 1886 aumenta la predicación en Coll d’en Rabassa un barrio de Mallorca, y en Santa Catalina e Inca. A partir de 1880 se fue intensificando la evangelización a los pueblos de Algaida, Artá, Campos, Capdepera, Llucmajor, Inca, Soller y Son Servera. En Pollensa en 1886, el matrimonio formado por Juan Magriñá y Teresa Roij, abren unas escuelas evangélicas metodistas en la calle San Bárbara, 9. Son de primera enseñanza, para niños y niñas. En Inca, José Rodríguez, evangelista y colportor, se estableció en la calle del Olmo, 18 después de haber vendido y difundido la Biblia por toda la Isla. Estos avances no estaban libres de los ataques de todos modos que el clero perpetraba sin ningún reparo. Me refiero a alguna abjuración real o ficticia de un matrimonio de Inca que en 1887 el obispo J.M. Cervera convirtió en propaganda católica, adquiriendo una repercusión considerable en la Isla.
En 1891 en una carta dirigida a los sacerdotes, el obispo Cervera, trata de los problemas causados por la propaganda protestante. Dice:
“Una de las cosas que contribuyen hoy a agitar los ánimos es la profusión de las sectas del error y de hojas sueltas repartidas cada día por los asalariados agentes de los protestantes que hacen esfuerzo para asentar en esta católica isla, jamás contaminada por la herejía, ni engañada por predicas de apóstoles sin misión. Afortunadamente en esta religiosa isla, educada, alimentada, calentada, instruida en el maternal regazo de la iglesia católica no se hace sentir la agitación en tanto grado como en la Península”.
El escrito deja a las claras la preocupación católica ya que todas las cosas de las dice poseer la isla recibidas del “ maternal regazo de la iglesia” esas eran sus carencias y su descarado abandono de la enseñanza religiosa a favor de los diezmos y regalías varias.
Al rector de Pollensa le escribe el obispo Cervera para que ataque al protestantismo, ya que “su parroquia está muy trabajada por el laicismo y el protestantismo”.
Es preciso que usted no se acobarde- dice Cervera-,de pruebas de su apostólico celo riñendo batallas con esos propagandistas del infierno, que tanto daño están haciendo… Estamos en tiempos de guerra y es necesario salir de los cuarteles para buscar y atacar al enemigo, a ese liberalismo asqueroso que hoy lo invade todo. Valor y adelante.” “Anímese y diga al clero en mi nombre que se lancen al campo armados de Santo celo, busquen al enemigo, lo ataquen de frente y por los lados para coparlo enterito. Adviértales que si es preciso iré yo a ponerme a su frente y disparar el primer tiro. Guerra a los protestantes, hasta no dejar uno protestantizado. No conviene dejarles respirar”.
Lo de los tiros en más de una ocasión no fue solo metafórico.
En 1892 la congregación se trasladó a la calle Banys Nous, 16 pero los altercados de los católicos obligaron a un nuevo cambio, instalándose en un local de la calle Sant Pere Més Maix, 63 y más tarde en otro local de la misma calle con el número 80. El objetivo de esta búsqueda de locales era adaptarse a las necesidades tanto de un lugar adecuado para la congregación y también para las escuelas.
En este lugar se consolidó la congregación bajo el ministerio del Rev. Franklin G. Smith, que reforzó el trabajo de evangelización, se preocupó de los jóvenes y de que la congregación estuviera en un local digno. En 1911 se estrena un nuevo local en la calle Ripoll, 22. En él la congregación fue aumentando gracias al fomento de la vida espiritual de sus miembros, el trabajo de evangelización y la buena tarea de las escuelas que representaron un importantísimo lugar de educación en una sociedad con pocos medios. Destacan en esta labor de consolidación los pastores William Lord (1916-1924), S. Saunders (1924-1933) y Juan Capó (1933-1939 La Iglesia de Barcelona-Centre, como otras comunidades protestantes, fue clausurada al comenzar la Guerra Civil hasta que el 15 de agosto de 1937 en que el Gobierno republicano autorizó a abrirla.
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