`La TV es educativa´ (Groucho Marx)

“La televisión nunca sustituirá al periódico, no puedes matar una mosca con ella” dijo en una ocasión y “La televisión es muy educativa, en el momento en el que alguien la enciende, yo me voy a leer un buen libro” explicó en una entrevista.

Los medios de comunicación cumplen su papel dentro de la sociedad, y llegan hasta dónde nosotros dejamos que lleguen. En muchas cuestiones son casi imprescindibles, pero en otros momentos, nos impiden ser nosotros mismos, tener tiempo para lo realmente importante, o incluso dedicar momentos para conversar con nuestra familia o nuestros amigos.

La televisión, en cierta manera, pretende darnos la gran mayoría de las respuestas de la vida. Uno tiene que vivir de acuerdo a la ética y la moral que aparece en ella, porque somos lo que la sociedad quiere que seamos, lo que el sistema quiere.

Compramos lo que el sistema quiere que compremos, escuchamos la música que el sistema quiere que escuchemos, y razonamos como el sistema quiere que razonemos. La sociedad está llena de enanos mentales, porque no razonamos, porque no decidimos por nosotros mismos, porque no somos capaces de derivar en una conclusión diferente a lo que los medios de comunicación nos dicen.

La televisión no es en primer lugar un “enemigo” que influye cien por cien en las decisiones que tenemos que tomar (¡aunque algunas veces sí lo hace!), sino que cumple con los medios de comunicación ese papel de decirnos qué temas deben ser tratados y cuales no, qué noticias debemos escuchar y cuales no tienen trascendencia. Discutimos sobre lo que otros quieren que discutamos, hablamos de lo que otros quieren que hablemos. Pensamos sobre aquello que otros quieren que pensemos. Creemos en aquello que otros han decidido que creamos. Hablamos solamente de los temas que están de moda, o de los programas y circunstancias que hemos visto en televisión.

Llegamos a admirar a algunos de los que aparecen en la “caja tonta”, aunque reconocemos que jamás nos gustaría ser como ellos.

Atrévete a desconectar, a pensar por ti mismo, a no vivir dependiendo siempre de las game boys, de la tele, de Internet o de las play stations. Atrévete a crear, a compartir momentos con otros, a disfrutar con tus amigos, a pasear con tu familia y hablar de lo que realmente importa. Atrévete a pasar tiempo jugando con los tuyos, o simplemente (como estás haciendo ahora) a leer algún libro.

Decide vivir, pensar y disfrutar del mundo real, y no ser sólo un espectador. Atrévete a tomar decisiones que merezcan la pena. Atrévete a apagar tanto aparato electrónico que sólo te permiten perder horas incontables casi sin darte cuenta. Decide que no quieres que te coman más el “coco”.