24 horas sin…

Algunas frases que podemos leer en algunas entrevistas son casi lapidarias, y esta es una de ellas. Es Michelle Pfeiffer, la célebre actriz, que trabajó en la película "Mentes peligrosas", ganadora del grammy a la mejor canción por la interpretación rap de Coolio, titulada "Gangsta´s paradise" que era la música lema del film.

Voy a proponerte un pequeño ejercicio.

Dudo que lo logres hacer, porque es uno de los más difíciles de tu vida. Y no me eches la culpa, porque de entrada te aseguro que a mí mismo me resulta casi imposible también. No, no estoy hablando de ninguna pirueta artística, ni de la participación en un deporte complicado: A simple vista voy a pedir algo mucho más sencillo... pero no menos difícil.

Vas a intentar (vamos a intentar) vivir UN DÍA sin quejarse. ¿Qué te parece? ¿Sencillo?... ¿Por qué no lo pruebas?

Recuerda que es un día entero sin decir nada mal de nadie (tampoco puedes decir hoy que no te gusta este artículo ¡eh!); sin echarle la culpa a nadie por ninguna cosa.

Un día sin expresar que hace mal tiempo, que el gobierno ha hecho esto o aquello mal (¡eso ya es más difícil de callar!) o lo que no te gusta de tus vecinos.

Un día sin decirle a nadie lo que te duele (¡eh! Si estás mal, corre al médico, que no es una broma), y sin quejarte de algo en el trabajo.

Un día sin hablar de lo malo que son tus profesores (¿ves como lo que digo no es tan fácil?) y sin decirle nada desagradable a tu madre por la comida.

Un día sin protestar, sin enfadarse, sin expresar odio y sin decir nada peligroso. ¿Estás preparado?

¿Te crees capaz?

Te aseguro que si muchas personas decidieran vivir así las próximas veinticuatro horas, el mundo sería muy diferente. Casi no importa mucho que lo logren y Yo vuelvo a repetirte, creo que es casi imposible), pero sí importa la actitud. Y nuestra actitud siempre suele ser la contraria: nos encanta fastidiar, hablar mal, quejarnos, explicar una y mil veces las cosas que van mal... parece como si nos sintiésemos más felices cuando podemos encontrar a alguien con el que compartir tristezas.

Y sin embargo, a mi me encantaría que me hicieses caso, y todos aprendiésemos a vivir de otra manera, que supiésemos ayudar, abrazar, bendecir. Si no es así, quizás los "demonios" de nuestro interior estén empezando a tener mucha más fuerza de lo que creemos.