El rey de los imitadores

Durante el mes de julio en España todos los equipos suelen comenzar lo que llaman «la pretemporada»: semanas de duro trabajo físico para ponerse en forma de cara a las competiciones que comenzarán hacia finales de agosto. En algunos clubes ese período se utiliza también para probar jugadores nuevos. Fueron muy famosas las palabras de un entrenador después de ver durante tres días a un fenómeno que le trajeron: «Me dijeron que no conocía la derrota ni el cansancio, pero tampoco conoce el pase, el regate, el desmarque, el tiro…».

Imitadores. Muchos viven queriendo hacer lo mismo que otros, aunque no están preparados para ello.

El rey de los imitadores es el diablo. Sé que muchos se sonríen cuando se habla de él, pero esa es precisamente una de sus artimañas: hacer ver que no es tan terrible y que es mejor tomárselo a broma. Al diablo le encanta imitar, porque debido a su orgullo y a su envidia es completamente incapaz de crear algo bueno. Vive obsesionado con lo que Dios hace y su objetivo es quitarlo de su lugar en el universo, en la historia, en la vida de las personas… Cree que todo le pertenece, así que el objetivo de su existencia es destruir. Y sabe que la mejor manera de hacerlo es confundir a todos.

«Satanás se disfraza como ángel de luz» (2 Corintios 11:14). Si apareciera como realmente es, muy pocos le seguirían, solo aquellos que están tan enfermos como él. Y como él no quiere permitir que nadie tenga la libertad de elegir, se dedica a imitar todo lo que Dios hace. Sabe que así puede engañar a muchos.

Dios es un Dios en tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo; la obra maestra del diablo aparecerá en el momento en el que surja el Anticristo (del que se habla en los libros de Daniel y Apocalipsis) y el falso profeta, para formar con él una «trinidad satánica». El diablo imita lo sobrenatural; puede ser el mejor predicador que conozcamos, puede hacer milagros y sanar (¿recuerdas cuando el Señor tuvo que decirles a algunos que habían predicado y sanado en su nombre que jamás los conoció?); al enemigo le gusta ser espiritual si con eso puede engañar a muchos. Es un imitador en la música y la alabanza. Puede llegar a lo más alto de la ciencia y el razonamiento. Imita la alegría y la paz que Dios da, concediéndola de una manera momentánea cuando muchos disfrutan de los placeres que Dios creó, pero con un propósito diferente.

Su envidia y su orgullo le llevan a hacer cualquier cosa con tal de destruir a quien ve como su enemigo. Cuando le conviene hacer lo bueno, cuando lo necesita, te engaña con cartas marcadas… Todo le vale. Puede parecer extraño, pero si nos fijamos con atención, todos conocemos a algunas personas que se le parecen. Son capaces de hacer cualquier cosa con tal de que los demás sufran. Cualquier jugarreta para engañar a muchos.

No debemos preocuparnos. La Palabra de Dios dice que un día el diablo tendrá su merecido. Mientras tanto, nosotros podemos resistirlo si nos ataca, y huir si nos tienta apareciendo como un ángel de luz. Nada bueno puede salir de él.