No será hasta 1885 que el Rev. Pedro do Castro, encargado por el señor Cabrera, fue a visitar a los diferentes grupos de reformados en el norte de España.
En Valladolid las primeras congregaciones de las Asambleas de Hermanos y de Iglesia Evangélica Reformada Episcopal, están formadas por hombres como Juan Flores, Pedro Castro, Emilio Martínez y Federico H. Gray.
Ya por 1869 Antonio Carrasco Palomo, después de haber dado tres conferencias en el llamado Templo de la Libertad, en Valladolid, publica una erudita carta para refutar los conceptos de la Carta Pastoral del Arzobispo contra la libertad religiosa. En 1870, Antonio Carrasco organiza en Valladolid varios grupos de creyentes y algunas escuelas, como primera fase para la formación de una Congregación.
Después de la muerte de Antonio Carrasco en 1873, su hermano Manuel Carrasco trabaja en Valladolid consiguiendo al principio llenar grandes locales que quedarían vacíos al poco tiempo. En una carta a los medios evangélicos, refleja su torpeza espiritual por no haberse preocupado por la conversión y el nuevo nacimiento de cada creyente en vez de ocuparse de darle solo pan y cubrir las necesidades materiales. Los antecedentes de esta rápida aceptación del protestantismo en Valladolid se fechan entre 1871 y 1872, referidas al trabajo de un colportor de la Sociedad de Tratados, llamado Juan Flores, que en un artículo publicado en la revista El Cristiano, en agosto de 1872, narra lo sucedido en Valladolid en los últimos meses. Cuenta que "después de llevar algún tiempo trabajando en nuestra ciudad, cedió en contra de su voluntad a los deseos de numerosas personas de constituir una iglesia. En pocos días se inscribieron 400 personas, que rápidamente se duplicaron, haciendo imposible un examen minucioso de todos los asistentes y de cuáles eran sus intenciones reales".
Pero rápidamente pudo observar que en la mayoría no había una aceptación del mensaje de Cristo, sino más bien un sentimiento anticatólico y anticlerical, que hacía inviable la consolidación de la iglesia. A pesar de ello, intentó conseguir el alquiler de un antiguo convento de frailes para las reuniones, y se inició una recogida de fondos para tal fin y para el inicio de una obra social de asistencia a enfermos y necesitados.
Pero las dificultades acaban venciendo a este misionero, y desanimado decide trasladarse a Santander. No obstante, en abril de 1872 se celebra en Madrid la II Asamblea General de la Iglesia Cristiana, y Valladolid estuvo representado por Pedro Castro (¿Pastor? ¿Colportor?), y en esa reunión se admitió a la iglesia de Valladolid dentro de la Iglesia Cristiana Española, más conocida como Reformada.
No será hasta 1885 que el Rev. Pedro do Castro, encargado por el señor Cabrera, fue a visitar a los diferentes grupos de reformados en el norte de España. En Valladolid se encontró con un grupo de cristianos bajo la dirección de una junta o junta parroquial, que se reunieron periódicamente para orar, cantar himnos, y leer las Escrituras sagradas. Ellos costeaban el alquiler de una habitación pequeña capaz de mantener unas cincuenta personas. Estaba mal amueblada, pero era un lugar muy querido por los que se reunían para adorar.
No tenían pastor, y no tenían liturgia, aunque la anhelaban. Pedro Castro comunicó con Cabrera, y sobre su consejo los puso en comunicación con Madrid, y fueron finalmente aceptados como una congregación de la Iglesia Española Reformada. Es probable que Pedro Castro fuese el primer pastor nombrado de esta congregación, precediendo a Emilio Martínez.
A principios del año siguiente, el obispo electo Cabrera, acompañado por el Rev. S. Cruellas, visitó la ciudad, y se llevaron a cabo los servicios y clases de Biblia que fueron muy disfrutados. Treinta y uno participó de la Santa Comunión. Las esperanzas de la congregación estaban en que les mandaran un pastor.
Dos años después, el Sr. S.B Caldwell, Cónsul americano en Sevilla, hizo una visita, y escribió acerca de la devoción y el crecimiento de la congregación. Al fin, se encontró un pastor y fue enviado Emilio Martínez. Nació Emilio Martínez (Madrid, 1849+1919, Valladolid) en el popular barrio de Lavapiés. Es reconocido como maestro de las Escuelas Evangélicas, Colportor, Presbítero de la IERE y fecundo y leído escritor, de novelas, poesías, artículos y ensayos. Su conversión coincidió con el triunfo de la Revolución La Gloriosa, y, tras escuchar la predicación de Antonio Carrasco Palomo, el lunes 31 de octubre de 1869, aceptó a Cristo y abandonó la Iglesia Romana.
Su obra más conocida, es la novela Los mártires de España. Recuerdos de Antaño. Referida a los mártires protestantes españoles del siglo XVI. Esta obra se publicó fascículos en El Cristiano, semanario protestante madrileño el año 1874. Hubo repetidas ediciones en España y América. La última edición, de la que es responsable el Consejo Evangélico de Castilla y León (Barcelona, 2009). Los artículos de su pluma se encuentran con frecuencia en La Luz, el órgano de la Iglesia Reformada Española.
Como paso previo a su actividad como pastor, tomó el trabajo de colportor, trabajando en Valencia y Valladolid. Posteriormente estudió teología con el Dr. Knapp. Su primer trabajo como ministro laico lo realizó como “maestro evangelista” en San Vicente de Castellet y en Monistrol, cerca de Barcelona, de 1884 a 1888, siendo ordenado ministro por el arzobispo de Dublín. En 1893 se realizó una visita de Lord Plunket, en compañía del obispo de Clogher y Canon Meyrick. Se llevó a cabo un servicio de confirmación, con más de 120 personas presentes.
Canon Meyrick escribe de esta visita: "Fue un alivio después de haber visitando Iglesias romanas (que parecían templos paganos) entrar en la capilla de esta congregación, y ver por encima de la púlpito este texto, "Dios es amor", y en las paredes: "He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo", etc.... Su liturgia es sumamente hermosa, ya que encarna en gran medida la antigua liturgia mozárabe, que estaba en uso entre los primeros cristianos de España, y se remonta casi a los tiempos apostólicos. " Trece jóvenes fueron confirmados en esta ocasión por el arzobispo que fue traducido por el señor Cabrera. Canon Mcyrick añade a su interesante informe de la visita, "Salimos de Valladolid impresionados con un sentido de la realidad y la importancia de lo que pasa en la obra de reforma en España."
Algunos datos más de Emilio Martínez son obligados al haber tenido tanta difusión sus novelas como la anteriormente citada y también Pepa y la Virgen, Julián y la Biblia, Pablo el estudiante y Doña Nieves. Según Gabino Fernández no solo escuchó las predicaciones de Antonio Carrasco, sino que también este ofició en su boda; Francisco de Paula Ruet, catalán, le bautizó a su primogénito; y Pedro Castro, madrileño, tipógrafo como él, le precedió como primer pastor evangélico en Valladolid. Mientras continuaba con su trabajo de cajista en una imprenta, se matriculó en el primer Instituto Teológico fundado en España, y empezó a traducir del inglés y servir como redactor y, poco después, como director de El Cristiano, semanario publicado en Madrid entre 1870 y 1919, llegando a publicarse más de dos mil quinientos números, y donde vieron la luz por primera vez sus cuatro primeras novelas y numerosísimos artículos, con y sin firma.
Cuando llega a Valladolid en 1888 ejerce como maestro de la escuela evangélica y pastor, mientras completaba sus diversas labores literarias; hasta que Dios le llamó al descanso eterno, el 6 de abril de 1919. En su entierro, predicaron Juan Fliedner, presbiteriano; y Federico Gray, de las asambleas de Hermanos. Y como concluyó A. Pereira Alves, “habiendo sido considerada su muerte, como una gran pérdida para los elementos evangélicos, tanto españoles como hispano-americanos”.
Cigales (Valladolid)
En el año 1870 Francisco Velasco, vecino de Cigales formó un pequeño grupo de estudiosos de la Biblia. Fue en 1894, cuando el pueblo de Cigales (Valladolid) desea el consejo de un pastor protestante para ayudarles en la formación de una congregación. Emilio Martínez que había hecho varias visitas, encontró una notable obra en marcha. En una de las visitas a Valladolid del obispo Cabrera, nos relata lo siguiente sobre Cigales.
El lunes, día 20, me fui a Cigales, a unos ocho kilómetros de Valladolid - un bonito pueblo, donde hay un grupo de cristianos, bajo el cuidado del señor Martínez, quien los visita dos veces al mes. Esta misión estuvo representada en el último Sínodo por Don Mariano Simón. Él y Don Francisco Velasco son los hombres principales del grupo. El señor Simón esta muy reconocido en el lugar, y el señor Velasco es el Secretario del Consejo Municipal, o Ayuntamiento. Pero el hombre realmente espiritual, que lleva a cabo los servicios religiosos en su propia casa, y es considerado por todos como el jefe del grupo, es el señor Velasco. Entre las propiedades del señor Simón hay una casa con un local al lado. Simón desea dar este sitio a nuestro para la Iglesia, a fin de que una capilla pueda construirse en él para los servicios de la misión. Así que hizo sus hermanos conscientes de su deseo, y yo escribí sobre el tema. Oyendo esto el señor Velasco y consultando a su propia esposa se fue a ver al señor Simón y le hizo la siguiente proposición: “Yo también quiero dar algo a la iglesia. En consecuencia, si usted entrega a la iglesia el local y su casa, yo le daré también mi propia casa. Simón aceptó y se preparó el trato. Durante mi visita fuimos al notario público y las propiedades se cambiaron legalmente. Así Simon transfirió la casa y el local y Velasco transfirió la casa a Simón, teniendo en Cigales una casa que puede ser utilizada en el futuro como residencia y escuela de un pastor y seguidamente construir una capilla.
Pero cuando vi que Velasco no era un hombre acaudalado, y su casa era la única propiedad que tenía, pensé bien y de caridad que él debía tener el uso de la casa durante su vida y la de su esposa. Ellos son de edad avanzada, no tienen hijos, y han hecho esta ofrenda de amor”.
Sigue la narración de Cabrera diciendo:
-Ya se han reunido una suma de 20 (libras?) para la construcción de la capilla. Esto dice mucho a favor de la fe y el sacrificio de los miembros de la misión en Cigales, y espero que, con la ayuda de Dios, pronto tendremos allí una pequeña iglesia bonita y un gran congregación. Después de haber acabado los asuntos con el Notario tuvimos un servicio familiar en casa de Velasco, donde se habían reunido cerca de treinta personas. Una característica del servicio era que el canto de los himnos era acompañado por dos guitarras. Dimos gracias al Señor por todas las cosas se hacían en Cigales, y se pidió su bendición sobre la nueva empresa. Se ha hecho en fe, y estoy seguro de que el Señor prosperará su propia causa. A principios de la mañana del miércoles me regresé a Madrid. Las personas confirmadas por mí en España durante mi primera visitación se han anotado 138 -. a saber, dos en Moniscontrol, veinticuatro en Sevilla, cincuenta y tres en Málaga, cuarenta cuatro en Madrid, siete en Villaescusa, cuatro en Salamanca y cuatro en Valladolid.
El templo, de fachada de ladrillo visto y mampostería, se inauguró el 2 de octubre de 1902 y fue consagrado a San Pablo con el nombre completo de Iglesia Evangélica de San Pablo. Los fondos para las obras fueron aportados por doña Sofía Blakden. Desde ese año su diácono fue el evangelista Cipriano San José y López. Estuvo ubicado este templo en la calle de las Tercias nº 5 de esta ciudad. El edificio se conserva en el mismo lugar aunque fue reconvertido en 1984 para viviendas. Había sido ordenado San José en 1903, habiendo fallecido el 16 de diciembre de 1920 a la edad de 46 años.
El sepelio manifestó el aprecio en que todos le tenían. El Revdo. Juan García, de Salamanca, ofició la Liturgia, y el Revdo. Fernando Cabrera, que se desplazó ex profeso, tuvo a su cargo la plática. Don Federico Gray, de la Iglesia de los Hermanos, de Valladolid, elevó una sentida oración.
La iglesia y las escuelas de las que era colaboradora también la esposa del presbítero San José, se mantuvieron activas hasta 1935. En 1939 se cerró por completo al ser abolidos en España los cultos públicos de cualquier credo que no fuera el católico. Fueron escuelas muy concurridas por la calidad de la enseñanza
Uno de aquellos niños cuenta que “la escuela era muy bonita, muy ordenada; que se les trataba en ella de forma magnífica, y que se aprendía sin querer, jugando. Que a menudo recibían la visita del obispo, llamado Don Manuel, que venía de Valladolid, vestido de negro, siempre con sombrero”.
Se refiere a Don Manuel Borobia, presbítero (no obispo) (i) evangélico residente en Valladolid, que fue detenido y encarcelado junto con varios de sus hijos, condenados a diversas penas y expulsados del Magisterio.
Cipriano San José vivía en la calle del Agua y uno de sus hijos, Eliseo San José Vigo fue fusilado en Valladolid; otro, muy joven, también fue detenido en Valladolid durante la sublevación, sin que se sepa qué fue de él. Al año siguiente de su muerte, en 1921 Manuel Borobia pasará a dirigir la Iglesia de San Pablo en Cigales. Por 1925 El Rev. Progreso Parrilla consideraba que se podía realizar mejor trabajo en las Escuelas si se atendían algunas necesidades urgentes.
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(i) Los obispos de la Iglesia Española Reformada Episcopal hasta hoy son: Rev. Juan Bautista Cabrera Ibarz (1837–1916), primer obispo de la IERE (1896–1916) Rev. Santos Molina Zurita, segundo obispo de la IERE (1954–1966) Rev. Ramón Taibo Sienes, tercer obispo de la IERE (1967–1983) Rev. Arturo Sánchez Galán, cuarto obispo de la IERE (1983–1995) Rev. Carlos López Lozano (*1962), quinto obispo de la IERE (desde 1995).
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