Cómo vencer al "¡Estoy cansado!"

Puede que nos suene a broma, pero durante la temporada 1990-1991 Lionel Simonns, el jugador de los Sacramento Kings de la NBA, no pudo jugar dos partidos de la liga de baloncesto porque tenía una tendinitis en dos de sus dedos ocasionada por estar jugando demasiadas horas en la Game Boy y la Play Station.

Cualquiera hubiera admitido que no jugara algún partido por estar lesionado, o a lo sumo por cansancio, pero ¿por haber jugado demasiado con la videoconsola?

A veces estamos cansados. Si hemos estado trabajando durante días o sufrimos la tensión de un esfuerzo físico total, nuestro cuerpo se resiente. Pero el cansancio no es solo físico: las emociones, los sentimientos, los nervios, e incluso nuestras ideas pueden ayudarnos, o pueden agotarnos más.

Es necesario que recordemos algunos detalles muy importantes. Los puedes aplicar en cualquier situación de la vida. ¡En el deporte también, si quieres! En primer lugar, nuestra mente influye en nosotros mucho más de lo que creemos. Si estamos enfocados en los problemas, las situaciones difíciles, las imposibilidades, las crisis, etc. terminaremos llevando todo eso dentro de nosotros, y estaremos más cansados de lo normal, porque lo que tenemos en nuestra mente acaba por dominarnos.

En segundo lugar, nos cansa mucho más lo que nos aburre; cuando nos estamos divirtiendo no sentimos el cansancio. El trabajo que tenemos por delante se ve de una manera radicalmente diferente si lo hacemos con gusto o no.

En tercer lugar, si solo estamos pensando en nosotros mismos, nos cansamos más rápidamente. El trabajo en equipo nos ayuda a sobrepasar el nivel de cansancio. Una persona que solo piensa en cómo le va a afectar lo que está ocurriendo se cansa antes que cualquier otra.

Cuando estamos en una situación desesperada porque alguien necesita ayuda, siempre salen fuerzas de no se sabe dónde para seguir.

Lo mismo ocurre con algunos sentimientos como el miedo o el temor: la persona que se cree inferior se cansa más rápido. El que vive (¡o juega!) con miedo se fatiga antes de que el que se cree ganador. El que teme lo que va a ocurrirle ya está cansado de antemano. La persona que se preocupa vive cansada, y los nervios producen fatiga. Tenemos que aprender a descansar en Dios y a no dejarnos dominar por los problemas.

La culpa también produce cansancio. Si hemos hecho algo malo, nuestro cuerpo se resiente porque no tiene paz. Cualquier actitud mala termina venciéndonos. ¡Incluso los que se preocupan por lo que los demás dicen viven cansados tratando de contentar a todo el mundo!

Un detalle más: la indecisión nos cansa. Es mejor tomar una decisión, aunque no sea la mejor, que vivir durante semanas dudando de si lo que hacemos merece la pena o no. El que duda se cansa siempre. El que sigue adelante y rectifica siempre encuentra fuerzas para no desistir.

La victoria sobre el cansancio viene de la fe: «Pues nosotros, por medio del Espíritu, esperamos por la fe la esperanza de justicia» (Gálatas 5:5).

Cuando creemos, nuestro cuerpo encuentra fuerzas. La esperanza nos enseña que tenemos que esforzarnos lo máximo, porque llegará lo que es justo. Esos son los dos pilares espirituales contra el cansancio.