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Protestante Digital

 
Primeras congregaciones (55)
 

De nuevo el caso Ramón Bon

La actividad de Bon en estos dos años y medio que estuvo en Asturias, fue incansable.

ORBAYU AUTOR Manuel de León 17 DE JULIO DE 2015 08:54 h
Himnarios Himnarios evangélicos

Habíamos dejado la triste historia de Ramón Bon Rodríguez, nacido en Aguilar del Campóo (Palencia), que nos relataba en su inculpador libro Historia de las Sociedades bíblicas, abandonando La Seca y a los bautistas de Madrid en Lavapiés por 1872. En 1874, (según me indica D. Rodolfo González Vidal, quien ha estudiado con detenimiento la vida de Bon), el director de la Sociedad Bíblica Británica. y Extranjera, León B. Armstrong, le enfrenta a Gálatas 5:7 . "Vosotros corríais bien. ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad? Esta persuasión no procede de Aquel que os llama”.



D. Rodolfo González (i) se hace esta pregunta: ¿Como pretende usarle Armstrong en el servicio del Señor, si le considera en tal situación espiritual?



No podemos entender lo que pasaba por la mente de Bon o urdía su corazón. No iban bien las cosas y después de varios trabajos, este cura relativamente culto, inquieto y con mucho carácter - quizás demasiado- llega a León en 1874, con ocasión de la feria de San Andrés, un 30 de octubre. Para conocer el talante de sus habitantes vende gemelos con insignias carlistas. Se alojó en la calle Conde Revolledo, 4 y funda en León la primera escuela privada protestante.



En León ya había un colportor de la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera trabajando, llamado Roberto Kenndy. L.B. Armstrong pone a Bon en contacto con este, a través de una carta, en la que le exhorta a predicar, indicándole el envío de tratados y posteriormente Biblias, para que vendiéndolas, se sustente.



Un dato que observa D. Rodolfo González Vidal, sobre la personalidad de Kennedy, que era obrero del ferrocarril, de denominación presbiteriana, es que "no se atreve a decir que es convertido". Esta cuestión es de gran importancia también, a la hora de analizar los continuos problemas de Bon. Posiblemente salió a la Obra sin estar convertido, como le ocurría a Kennedy, y poco preparado para las dificultades diarias. Distribuye Bon, tratados y la revista "El Cristiano" en El Crucero de León - antes "Cuatro Caminos" y testifica a los obreros del FF.CC. El 4 de diciembre de 1874 celebra el primer culto en casa de Kennedy.



Otro aspecto a comentar antes de relatar la actividad de Bon en Oviedo, es la posible inclusión de algunos himnos compuestos por él, en el "Himnario para uso de la Iglesia Española" de Juan B. Cabrera en el año 1887. Menéndez y Pelayo dice que entre los poetas, además de Mora, Olavide, Pedro Castro, Palma o Cosidó, está también Ramón Bon.



Bon llega por segunda vez a León en 1878, según nos describe Menéndez Pelayo, donde abre una capilla y una escuela, pero antes habrá pasado por Oviedo. En León no solo abjura, sino que escribe el libro anteriormente citado y Mi convicción católica... de propaganda antiprotestante. Para no dejar el relato incompleto, hemos de decir Bon de Madrid había llegado a Oviedo enviado por L. B. Armstrong (ii). El colportor Juan Flores había tenido algunas incursiones en el Principado. José Pérez, José M. Rodríguez y Luis F. Villarejo (iii) habían sembrado y llegaba la hora de la siega. El día 1 de Enero de 1875 llega Bon a Oviedo procedente de La Seca y Madrid, después de un accidentado viaje, por causa de la nieve caída. En Mayo de 1875 "El Cristiano" ya nos hace la siguiente reseña referida a Ramón Bon:




"Hace algunos meses, un buen español, obedeciendo como él en su fe cree, la voz de Dios, se dirigió a la capital de la provincia de Asturias, con un fin: el de anunciar el Evangelio a todas las personas que quisieran oírle. No fue su idea atacar ningún sistema de religión, formar ninguna secta; en el Evangelio él ha hallado la paz para su alma y un gozo hasta entonces desconocido, y ansiaba comunicar el secreto de su felicidad a otros.

Si seguía sus trabajos evangélicos de una manera tranquila, no lo hacía de una no legal; se sometió a lo que manda la ley, pasó el correspondiente aviso a las autoridades; nada hizo oculto. Por algún tiempo pudo el siervo de Dios cumplir con el dictado de su conciencia en paz, mas a fines del pasado mes, las cosas cambiaron. Su casa fue atropellada, él y las personas que en ella se hallaban congregadas, insultados, siendo necesaria la intervención de la autoridad para impedir escenas más lamentables aun.




El Eco de Asturias - Oviedo- también se hace eco de este atropello:




“¿Que ha de suceder en un pueblo donde se presencian hechos de índole semejante al atentado cometido anteanoche y anoche por una porción de mujeres y chiquillos contra la casa en que unos ministros, o pastores, o lo que sean, de la Iglesia evangélica, tienen establecida su capilla y ejercitan sus prácticas al amparo de las leyes mantenidas por el actual Gobierno y bajo la protección de las autoridades?

¿Es de católicos, creyentes de una religión de paz, amor y misericordia, emprender a pedradas contra la casa en que se encuentran un número mayor o menor de ciudadanos en uso de un derecho sancionado por las leyes? Si estos hechos ocurrieran en pasados días, dijérase a voces que no había orden público, ni seguridad, ni tranquilidad, ni nada. Y para que no se diga ahora algo parecido, reprímase en justicia lo que hemos dicho de la calle la Magdalena, sobre todo la invasión incivil de establecimientos con atropello de personas; y reprímanse los ataques a derechos que son indisputables para los mismos enemigos de ellos mientras los garanticen las leyes y los deberes de la hospitalidad cristiana, culta, hidalga y generosa, ya que no digamos también democrática, porque no es esta la invocación que pueda tener hoy el mejor éxito.¿Es de cristianos querer hacer mal a su prójimo, herirle voluntariamente en su persona, su carácter, sus intereses?

"Amaos los unos a los otros" dijo el Salvador a los suyos, y se dice que los protestantes no son discípulos, que no hay que observar tal ley con ellos, que son enemigos, ¿no es del Salvador este otro mandamiento? "Yo os digo, amad a vuestros enemigos"

¿Se convence con piedras o con buenas razones? ¿Se atrae al descarriado por el odio o por el amor?¿ Se honra a Cristo obedeciendo o desobedeciéndole?

¿Quieren saber los que en la noche del 27 de Abril atropellaban la casa de un cristiano, lo que él y los suyos hacían? de rodillas oraban por ellos, y delante de Dios les perdonaban.

¿Serán malos cristianos los que obran así? El árbol bueno o malo se conoce por sus frutos, el sistema religioso bueno o malo, por el carácter de sus discípulos, el hombre bueno o malo por sus hechos. El que es de Cristo tiene el Espíritu de Cristo, y hace las obras de Cristo; el que es del diablo tiene el espíritu del diablo y hace las obras del diablo.




La actividad de Bon en estos dos años y medio que estuvo en Asturias, fue de una actividad incansable. "El Cristiano" de 17 de julio de 1875 se hace eco de un modelo de trabajo para la extensión del Evangelio a las aldeas, que ponían en práctica en Asturias y por el estilo del texto parece de Bon. Dice:



El 7 de agosto de 1875 bajo el epígrafe "El Evangelio en las aldeas" la misma revista trasmitía otra predicación desde otro marco, Decía:




“El día 12 del pasado, un obrero del Señor que trabaja en la capital de Asturias, salió a un pueblo no lejano en el que se celebraba una romería, con ánimo de anunciar la buena nueva del Evangelio a las gentes. El Señor bendijo sus intenciones. Acompañado de varios amigos puestos en un lugar conveniente sobre el verde césped entre frondosos árboles, y como a las cuatro de la tarde, comenzó a hablar, y bien pronto se vio rodeado de un grupo como de cuatrocientas personas, sin contar muchachos, que sin previo aviso se habían colocado en primera fila. El auditorio se componía de gentes de todas las clases, artesanos, directores de la Fábrica (iv), operarios, todos abandonando sus meriendas, sus bailes o sus diversiones, corrían ansiosos de escuchar, al sitio donde iba a anunciarse el Evangelio.

A las cuatro y media de la tarde comenzó el culto por la lectura de los siete primeros versículos del cap. XV del Evangelio de Lucas. He aquí unos párrafos de la carta en que recibimos la noticia: " Pinté el estado de la oveja descarriada: sus trabajos, sus aflicciones; apliqué a todos nosotros tal estado; el auditorio bebía con ansia las palabras.

Al ponerles delante el Pastor, buscando su oveja perdida y dando su vida por ella, ya no eran movimientos los que se notaban, sino que se veían lágrimas en las mejillas de muchos.

Anuncié la absoluta necesidad de acudir a Jesús todos, católicos y no católicos, caballeros y artesanos. Y terminada la predicación, se lanzaron sobre mí para abrazarme, confesando la necesidad de ir a Cristo... Yo lloré y ¿cómo no, si veía que aún hay fe en los corazones?




En junio de 1875 ya reunía Bon, según me informa D. Rodolfo González, una Iglesia de 100-120 miembros que Bon en su libro califica de "revolucionarios, petroleros, timadores, jugadores, ateos" que resultaban indomables, decidiendo expulsar a 65 de ellos. ¡Qué contraste con lo que acabamos de leer! El mensaje de la romería, las lágrimas de gozo, contrastan con los hechos que publica en el folleto apóstata, sobre su vida.



Más tarde, exige Bon, la necesidad de apartar para la iglesia y obra social los diezmos, y por no aceptarlo se retiran 26 miembros más y luego otros treinta, que querían estudiar y seguir la Biblia, pero no podían pagar. Quedaron pues veintiséis.



Este es un duro relato y por supuesto nada evangélico, pero eso es la historia. Son sin duda síntomas claros de no haber entendido la Palabra de Dios, con su amor y entrega hacia el hermano débil. Ramón Bon no lo entendió así y quizás por eso apostató después.



Es por estas fechas cuando el obispo de Oviedo, Sanz y Forés, había publicado su famosa carta pastoral, y en Junio de 1875 cuando "La bandera de la Reforma" relata la desesperada batalla que emprendía "La España Católica" que se asombraba de la rápida infiltración del protestantismo en Oviedo. Escribe Ramón Bon lo siguiente:




“Señor director de La Bandera de la Reforma"

Muy señor mío: y hermano en Jesucristo: En "La España Católica" veo que le escriben de Oviedo, horrorizándose de que en esta ciudad se hayan abierto dos capillas protestantes y añadiendo que algunos obreros desgraciados acuden a oír al pastor hablar contra la pureza de la Virgen.

Como no me gusta desmentir calumnias de los que a sabiendas las esparcen, solo con el objeto de rectificar y que los lectores de La Bandera de la Reforma y demás cristianos sepan a qué atenerse, me atrevo a decir algunas cosas sobre dicho suelto.

Conste pues ser

Falso: que en Oviedo se hallen dos capillas protestantes; somos muchos hermanos en el Señor en esta capital, y cada uno, en su mayoría celebra en su casa culto de familia, haciendo así de tantas casas otras tantas capillas, que ya pasan de dos; porque sabemos que donde dos o tres están reunidos en nombre de Cristo, Él está en medio de nosotros.

Es falso: que acudan a estas capillas algunos desgraciados obreros; los que acuden no son algunos, son a cientos a la casa donde yo habito, llegando días en que he tenido que prohibir entrar más gente por hallarse mi gabinete y sala y escalera llenos, y quedar en la calle tantas personas, que no pudiendo entrar se contentan con oír himnos de alabanzas al Señor.

Es falso: que en estas reuniones se hable contra la pureza de la Virgen; aquí predicamos al Salvador, a Cristo encarnado en el seno de la Virgen María. Ni una palabra hemos predicado ni aun contra ninguna doctrina de Roma; sabemos que únicamente Cristo debe ser anunciado como solo Salvador del mundo; y cómo Él es Luz verdadera, una vez recibido huirán por si solas, sin tocarlas las luces falsas. Los que no creen en Cristo tienen razón en llamar desgraciados a los fieles, porque si Cristo no resucitó, los más desgraciados somos de todos los hombres.

Es verdad: que " lo que sucedió en los días de la República, sucede ahora en este país, cuna del catolicismo" como dice el comunicado de La España Católica.

En esos días se blasfemaba de lo más santo, se atropellaban iglesias y familias, y los que por católicos se tenían entonces, no se escandalizaban de ello, ni hubo una protesta en defensa del Señor; hoy, los católicos han hecho lo que en los días aciagos de la república no hicieron; hoy en los púlpitos, confesionarios y colegios, se levanta una cruzada de muerte contra los que llaman protestantes; y porque estos llaman al pecador al arrepentimiento, se les apedrea, se les amenaza, y una turba de beatas y de chiquillos cercan la morada del ministro del Evangelio, provistos de piedras y silbatos, que un cura muy filarmónico - a su manera- les regala de antemano, para perturbar a los cristianos; hoy, que no estamos en los aciagos días, la autoridad tiene que rodear el edificio donde más de 60 hombres cristianos están bendiciendo a Dios y tributándole culto en espíritu y en verdad; caen piedras sobre estos hombres y como son tan herejes, no salen a la calle a defenderse y si se ponen en oración pidiendo auxilio al cielo, que los oye y se lo envía.

El horrorizado de Oviedo puede decir lo que quiera, pero lo aquí estampado es la verdad en todas sus partes; y si no se puede leer El Eco de Asturias" del 20 de Abril, que no nos dejará mentir. Tenga más calma el horrorizado católico. Ud. me dispense, señor director, si le he distraído con esta y sabe queda su hermano en Jesucristo-. R.B.




El tema de las capillas, "que ya pasan de dos" y la cantidad de gente que este hombre atraía nos sorprende un poco, porque en otros lugares no parecía desbordar la situación. Lo que sí parece claro es que Ramón Bon estaba activo y parecía un imán de masas como puede verse en el siguiente relato, que debería extractar, pero perdería el sabor de la época.



De una carta que publica "El Eco de Asturias" periódico de Oviedo, tomamos los siguientes párrafos: Gijón, Junio 21 de 1876.




"Motiva esta carta, señor director, un acontecimiento, que tuvo lugar ayer en este pueblo, triste en cuanto a su significación, grande, en cuanto a trascendencia, motivo de pesar para los más y señal evidente de progreso para los que a observar las tendencias de nuestro pueblo se dedican, así como también la influencia que en él ejerce el predominio de las ideas civilizadores de nuestro siglo. Me refiero al entierro del antiguo director de la Fábrica de Vidrios, D. Luis Truán (v). Hombre de acrisolada virtud, de filantrópicas ideas, amantísimo padre de familia, y emblema fiel del trabajador perseverante, recibió ayer al ser conducido a la última morada, uno de esos testimonios de universal gratitud que son el mejor elogio de su conducta intachable en esta vida, y marca a los que sobrevivimos en invariable derrotero por donde debemos encaminar nuestros pasos, si hemos de hacernos acreedores a tan señalada muestra de veneración y respeto.

Numerosa concurrencia llenaba ayer el paseo de Begoña, tal como no se recordaba, sino en las fiestas clásicas de esta villa. Acompañaban al carro mortuorio, 16 carruajes en los que iban los parientes y amigos del finado, diversas corporaciones, y representantes de todas las sociedades y gremios de esta industriosa población, y a pie un gentío inmenso. Húmeda y brumosa la tarde, cual si quisiera hermanarse al fúnebre cortejo, daba mayor tristeza y solemnidad al acto, y la seriedad de este, por ser el primero que en este pueblo se efectuaba con la austera formalidad de las practicas civiles, y en que no intervienen cánticos ni símbolos religiosos, imponía con mayor fuerza a la muchedumbre que en respetuoso silencio se encaminó al campo del eterno reposo.

A lo largo de la carretera y en extensión de más de un kilómetro se veía esta completamente cuajada, trayendo a la memoria la tarde de la festividad de Ceares en que se verifica un espectáculo parecido, solo que entonces la multitud acude en bullicioso tropel a la aldea vecina, y a la sazón se encaminaba en acompasada marcha y ejemplar recogimiento. El féretro conducido en hombros de trabajadores de la fábrica de cristales, que habían querido rendir aquel último tributo al que había sido para ellos, más que director, benévolo y cariñoso amigo, llegó y penetró en el cementerio civil. A pesar mío, en aquel momento, al contemplar enfrente otro entierro, también de un respetable y virtuoso anciano acompañado de sus deudos y amigos, pero perteneciente a otra religión distinta, no pude menos de recordar aquellos tiempos no lejanos de funestas luchas religiosas y de terrible intolerancia que tantos males acarrearon a nuestra desgraciada patria, y cuyos odios religiosos, irrisión terrible de su bondad, llevaban su venganza más allá de la tumba. ¡Felices nosotros que podemos gozar hoy, gracias al progreso, una era de tolerancia y fraternidad como la que presenciamos ayer por vez primera en esta villa!

Una vez dentro del cementerio el cadáver, y previas las fórmulas rituales de la religión a que pertenecía, el pastor evangélico leyó unos versículos del Nuevo Testamento y pronunció una sentida oración fúnebre, llena de elevados conceptos, conmoviendo y enterneciendo a cuantos la oyeron; recordó las virtudes del finado y su ejemplar vida, e invocando el nombre del Dios Misericordioso, del Salvador del hombre, excitó a los presentes a la virtud, a la tolerancia, a las buenas obras, para que todos fuéramos hermanos en Jesús, y acreedores al galardón que espera a los que sobrellevan con resignación las contrariedades y amarguras de la vida. Tal es, señor director, lo que hemos presenciado en el día de ayer, acontecimiento que inaugura una nueva faz en la historia de este pueblo."




 



Luis Truan



Comentaba "El Cristiano" que en el mes de Octubre del año pasado, el pastor Ramón Bón por haber anunciado el Evangelio en Gijón ante unas cincuenta personas, se le había encarcelado y sometido a la acción de los tribunales. Hoy parecía ser un día diferente, sobre todo gracias al entierro de uno de los hombres más importantes de la industrialización gijonesa del vidrio, D. Luis Truán. Por lo que podemos deducir, el señor Truán, era protestante práctico y se inclinaba a ejercer una obra social muy meritoria, proclamando su fe por sus obras. Aquí en Gijón, era el primero en ser enterrado en el cementerio civil, y es muy posible que no tuviese contacto con ninguna congregación evangélica, aunque sí que tuvo relación con muchos protestantes extranjeros que trabajaban en su fábrica. El caso es que el acontecimiento redundó en que se pudo predicar el Evangelio a tres mil personas, inaugurando "una nueva faz" en la historia del pueblo de Gijón, como terminaba este artículo.



Termina diciendo "El Cristiano":




"Nuestro corresponsal, escribiéndonos sobre el mismo asunto, dice más, pues opina que "el acontecimiento del día veinte de Junio, marca una era para el porvenir del Evangelio en Asturias". Y así lo creemos. La Palabra de Dios, el Evangelio de paz de Jesucristo, anunciado ante esas tres mil almas, producirá su fruto. A lo menos Gijón hoy sabe que las doctrinas que predican los llamados protestantes, son las que enseñó el divino Salvador."




"El Cristiano" de 20 de noviembre de 1875 narra otra peripecia, de la ardorosa lucha de aquellos años, por la libertad religiosa, ya que la ley que existía, prácticamente estaba muerta de hecho. Por los datos que nos da, don José Gracia Sánchez, que ya por estas fechas vivía en Gijón, fue a la cárcel, acompañado después por Ramón Bon, por vender "unos cuantos evangelios".



Sabemos, que no solo fue la oposición católica la que en buena parte ahogó una Segunda Reforma, que tan espléndidamente se extendía en algunos lugares, como en Oviedo, sino que la socialización, la secularización, el anarquismo ateo y revolucionario, arrolló a una sociedad que deseaba sacudirse el yugo de la religión esclerotizada y vieja, sin contenido y sin fe.



Lo que queda claro en el relato de "El Cristiano", es la total impunidad con que actuaban las fuerzas del orden, que metían en la cárcel - para asustar en la mayoría de los casos- a gente inocente. Y para nuestra historia local, también vemos que Ramón Bon, por estos años, también estaba en la brecha.




"Ahora voy a decir a Vds. como fue mi prisión. El viernes vendí unos cuantos evangelios en unos caseríos inmediatos a esta (Gijón) y por la noche asistí al culto que celebraban, al cual concurrieron unas cien personas. "El sábado alquilé una lancha y fui a bordo de los buques (vi) para expender libros y por la noche estuve en el culto, en el que asistió más gente que al otro, llenándose el local; el domingo serían las diez y media de la noche cuando estábamos concluyendo de cenar, llamaron a la puerta. Abro y me encuentro con el amo de la casa que me dice: - "En la puerta de la calle está un portero del Ayuntamiento y dice que vayamos Vd. y yo con él al Ayuntamiento."

Lo cual enseguida verificamos, y una vez delante del Alcalde, me preguntó cómo nos nombrábamos el pastor y yo; y sin otras preguntas fui conducido a la cárcel por el cabo de municipales. En el acto de entrar en la cárcel me acordé de la prisión de San Pablo en la cárcel de Filipos, y como no tenía cama, me senté en una ventana donde después de orar al Señor, me puse a cantar himnos y así pasé la noche.

Por la mañana, cuando se levantaron los demás presos, me dijeron:

"¡Que contento ha estado Vd. toda la noche, y que cánticos tan extraños!"

Entonces yo les dije que eran himnos que se cantaban al Señor, y comencé a hablarles del Evangelio de Cristo. Al poco rato, a eso de las seis y media de la mañana me llamaron, y fui conducido por una pareja de la guardia civil a la estación del ferrocarril, mandáronme sacar billete hasta la estación de Lugo de Llanera, que dista a dos leguas de Oviedo, adonde fui conducido por otra pareja por carretera, al Gobierno de la Provincia, y sin ver al Gobernador me llevaron a la cárcel. En esta lo mismo que en la otra, comencé a propagar la doctrina del crucificado. A las cinco de la tarde cuando Ramón Bon me estaba visitando, llegó un inspector de policía y le dijo que él también estaba preso. Así pues los dos estuvimos presos por Cristo como Pablo y Silas.

En aquel momento que él estaba también preso, nos pusimos en oración para que el Señor nos fortaleciera en la fe, y en dicha cárcel nos pusimos a trabajar por el Evangelio. A las nueve de la noche, cuando nos íbamos a reunir con los presos para dar un culto, nos llamaron y acompañados por un inspector y un individuo de orden público, fuimos conducidos a Gijón por ferrocarril, y a las once de la noche, presentados delante del Alcalde, el que después ordenó que nos llevasen a la cárcel, aunque habiendo dado palabra de presentarnos cuando lo tuviera por conveniente, nos dejaron ir a dormir a casa. Al otro día, a seis de la mañana fuimos de nuevo puestos en la cárcel de Gijón por un guardia municipal, y en dicha cárcel como ya me conocían, les comencé a predicar a Cristo. Cuando nuestras esposas nos llevaron el almuerzo, las encargamos que nos trajeran trece ejemplares del Nuevo Testamento. Regalamos a los presos uno y unos cuantos tratados; también regalamos una Biblia al alcaide y otra al carcelero.

A las dos de la tarde me llamaron para declarar, acordándome de Mateo 10:10-24

Dada mi declaración, se marcharon el juez, el fiscal y el escribano. Por la tarde a las cinco llamaron a declarar a Don Ramón, y cuando concluyó, fuimos puestos en libertad por orden del juez, pero teniendo que dar antes promesa de que nos presentaríamos de quince en quince días en el Juzgado de primera instancia."




--------------------------------------

(i) Conocemos algunos trabajos escritos de Rodolfo González Vidal, como Hemeroteca de Don Audelino González Villa. D. Rodolfo González. Zamora.  y aportaciones a la biografía de "Audelino González Villa(1901-1984) Un veterinario evangélico ejemplar Miguel Cordero del Campillo" y de “Moisés Calvo Redondo (Madrid, 1883-1954), que aparecen en las ACTAS del X Congreso nacional y IV Iberoamericano y I Hispano-luso de Historia de la Veterinaria

(ii) Dice Vilar en "Un siglo de protestantismo en España..." que L. B. Armstrong era ingles pero conocía muy bien España. Había sido un rico comerciante que vendió todos sus negocios para dedicar su tiempo y dinero en la propagación el Evangelio. Llegó a España con su esposa Julie y no dependían en el aspecto financiero de ninguna organización. El matrimonio estuvo en Mérida, Águilas, Iznatoraf. Alto, delgado, con bombín y barba, Leon B. Armstrong siempre estaría preocupado por todas las necesidades del pueblo, llegando hasta instalar el alumbrado eléctrico del pueblo de Águilas en 1902

(iii) José Flores. Historia de la Biblia en España. CLIE 1978

(iv) Este dato casi desapercibido resulta importante para afirmarnos que el calvinista Numa Guilhou propietario de la Fábrica de Mieres influyó en muchos de estos actos. Cierto es que puede referirse también a la Fábrica de Trubia que también había muchos protestantes extranjeros.

(v) No hemos de olvidar que siempre se mantuvo como fiel calvinista, aunque se había casado con una católica gallega.

(vi) Resulta sorprendente que Ramón Bon, castellano de tierra firme, no olvide la predicación en los buques que llegaban al puerto del Musel. Es de admirar su visión y su esfuerzo


 

 


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