Vacuna contra la queja

«En algunos lugares de África hay miles de niños huérfanos y niñas violadas con sida, y aquí nos quejamos por tonterías». Algunas veces los deportistas de élite hacen declaraciones que realmente merecen la pena, porque ayudan a todos sus admiradores a pensar en lo que realmente es importante. La frase con la que comenzamos el día de hoy fue pronunciada por el baloncestista Pau Gasol, campeón del mundo con la selección española y campeón de la NBA con Los Ángeles Lakers.

Quejarse sí que es el deporte preferido de mucha gente. Es curioso, porque aunque no conduce a nada, solo a la amargura del que se queja y a aumentar la desgana y la frustración de los que viven a su alrededor, mucha gente vive quejándose. ¡Si todavía se quejaran y más tarde hicieran todo lo posible para solucionar lo que está mal! Hay una manera diferente de vivir, y consiste en ser agradecidos. Esa actitud sí puede marcar diferencias en las relaciones.

Si creemos que Dios nos debe algo, o que estamos aquí porque somos buenos o incluso mejores que los demás, se acabó; no llegaremos a ninguna parte. Exigiendo lo que creemos que nos pertenece perdemos lo que es digno de admiración. Vivimos de espaldas a todo lo espiritual y vamos perdiendo nuestro sentido como personas porque nuestro corazón se queda vacío. Las exigencias nos llevan siempre a la amargura y a la desesperación.

Existe una vacuna: «Y todo lo que hacéis, de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por medio de él a Dios el Padre» (Colosenses 3:17). Desde el primer momento de nuestra historia Dios dejó escrito que a su presencia se llega con acción de gracias (Salmo 100, 118, 150, entre otros). Si quieres que el Creador te reciba, tienes que aprender a agradecer de corazón. No olvides que el mandamiento de dar gracias aparece casi en 150 ocasiones en toda Biblia.

La palabra que se usa en el original hebreo del Antiguo Testamento para agradecer significa «dar público agradecimiento». Tiene que ver con confesar, dar gracias, alabar, proclamar. Nuestra gratitud debe ser pública. Cuando reconocemos delante de los demás lo que Dios u otras personas hacen por nosotros es cuando aprendemos a ser agradecidos.

Exactamente igual ocurrirá en el futuro. Apocalipsis 4:12 y 7:12 nos enseña que el Señor recibirá nuestra gratitud eternamente. Dios tiene ángeles que le sirven, pero las únicas criaturas que pueden adorarle habiendo sido salvadas somos nosotros. Vivir de una manera agradecida no es opcional, es el secreto de una vida llena de paz.

Puede que estés pasando por una situación realmente difícil y tengas todo el derecho a quejarte, Dios lo sabe. Él escucha cada una de nuestras palabras, conoce todo nuestro sufrimiento y jamás se desilusiona cuando le decimos lo que hay en nuestro corazón. Sabe lo injusta que es la vida y no le parece mal que te presentes delante de él sin saber qué decir, o sin poder ofrecer otra cosa que un corazón lleno de dudas. 

Aun así, prueba a ser agradecido. Dios te ha dado mucho más de lo que crees, y va a curar el dolor de tu corazón. Prueba a darle las gracias no solo por lo que ha hecho hasta ahora, sino por lo que va a hacer en el futuro, y en cierta manera será como si la respuesta a tu oración ya hubiera llegado. 

Porque llegará, no te quepa ninguna duda.