En el corto espacio de militancia evangélica el gallego Félix Moreno Astray, en Camuñas (Toledo), sufrió todo tipo de persecuciones, pero siempre se mantuvo fiel.
Como en muchos lugares de España, las primeras congregaciones establecidas nacen después de la Revolución de 1868, en años de mayor libertad y después de una siembra de literatura y predicación ambulante de colportores y misioneros desde primeros de siglo. En Toledo, en el pequeño pueblo de Camuñas llega de la mano de los Fliedner, el pastor, ex sacerdote y regionalista gallego, Félix Moreno Astray. Como otro de los protestantes regionalistas, Curros Enríquez, representan ambos un hito en las letras y en el pensamiento regionalista gallego. A través de Félix Moreno veremos las características de la iglesia en Camuñas.
Camuñas es uno de los pueblos que solicita una misión protestante que les atienda, como lo hicieron Toral del Guzmanes (León), Villaescusa (Zamora) o Noreña (Asturias). Las autoridades también apoyaban esta solicitud especialmente su alcalde, republicano federal, Luis Villaseñor en cuya casa se celebrarían los primeros cultos. La conversión en masa del pueblo hizo que el sacerdote católico lo abandonara, pudiendo los evangélicos haber usado la iglesia si no hubiese intervenido el arzobispo de Toledo que evitó la ocupación.
Permanecerá Moreno Astray varios años logrando convertir a noventa familias por lo que algunos como Menéndez Pelayo llamaron a este pueblo “el Camuñas ginebrino”. Camuñas está ligado íntimamente a la vida de este pastor. Aunque había llegado a una edad avanzada, por 1870, en Camuñas permanecerá los últimos nueve años de su vida. Allí celebraban cultos los domingos y jueves y además, junto con su esposa, abre una escuela de niños y niñas con un éxito tal que casi no cabían. Se cuentan en una fotografía en las “Memorias de la familia Fliedner”, unos 60 alumnos. Jorge Fliedner describe a Félix Moreno “como hombre bajito pero muy activo” que quiso llevar el Evangelio a los pueblos limítrofes pero sin atender suficientemente a Camuñas que pudo haber sido, como algunos han descrito “la Ginebra protestante española”. Lo cierto es que como también considera José María Martínez el “flujo espiritual no fue bien aprovechado ya que en vez de concentrar esfuerzos, se dispersaron sin demasiado fruto”. Al respecto nos cuenta Menéndez y Pelayo que “en 1874, Moreno Astray se trasladó a Alcázar de San Juan, y allí comenzó a publicar un periódico, ”El Correo de la Mancha” retando, desde el primer número, a discusión a los eclesiásticos del contorno. Aceptó uno de ellos; pero, llegado el día de la controversia, se excusó Astray, limitándose a continuar su campaña contra “La Crónica de Ciudad Real”.
Menéndez Pelayo en su “Historia de los heterodoxos españoles” indica que un maestro ateo, un barbero y un cierto señor de horca y cuchillo (suponemos que este último es D. Luis Villaseñor), llaman en 1874 a Moreno Astray, de la mano de varios misioneros republicanos como Araus y Ceferino Treserra. Federico Fliedner nos da la versión mas sencilla de “como unos habitantes del pueblo al ir a Madrid, habían entrado en una iglesia evangélica, y encantados con lo que allí oyeron volvieron al pueblo cargados de Nuevos Testamentos uniéndose a esta familia otras más, pidiendo urgentemente un pastor. Aparece, Moreno Astray, como pastor de la iglesia de Camuñas en las Asambleas Generales de la Iglesia Cristiana Española de 1871 y 1872. El 19 de abril de 1880 muere en la villa de Camuñas, ese gallego más Quijote que Sancho, que fue Félix Moreno Astray.
Don Federico Fliedner, sintiendo gran afecto por la congregación de Camuñas, manda a un nuevo maestro evangelista, D. José Marcial Palacios militar de profesión, evangelista y pastor después, que también fue, desde 1883, Agente de la Sociedad Bíblica con depósito en Sevilla. D. José Marcial muere en el año 1890 por lo que su estancia en Camuñas también es de una duración de nueve o diez años. Según Benito González Raposo, en su artículo “Félix Moreno Astray, un heterodoxo gallego”, su vida como pastor protestante no fue envidiable en riqueza o bienestar material como le ocurrió a esta generación provenientes de “la Gloriosa” que dependían de la venta de Biblias para su sustento, como si fueran colportores. En el caso de Moreno Astray la escuela suponía una ayuda, aunque fuese muy pequeña, además del apoyo de los Fliedner.
También estuvo Moreno Astray en las discusiones para aprobar una Confesión de Fe unitaria y ecuménica, aunque saliese con un “fuerte carácter polémico contra la Iglesia Católica”. Sin embargo supuso la agrupación de la mayoría de las iglesias y misiones en España, excepto Bautistas y Hermanos. El escrito se titulaba “Al pueblo español”. (Por A. Carrasco y F. Moreno Astray 4 págs. Publ. por la Asamblea General de la Iglesia Cristiana Española). En el corto espacio de militancia evangélica Moreno Astray sufrió todo tipo de persecuciones, pero siempre se mantuvo fiel.
De su vida literaria solo conocemos algunos artículos publicados en la Revista “Galicia”. Uno de ellos se titula “La iglesia cristiana española” en donde entronca la iglesia evangélica con el nacimiento del cristianismo, pero sobre todo, lo que más sobresale, es ese espíritu combativo y desafiante, por la “santa causa de la libertad, la civilización y la verdad, a la que he consagrado mi vida en contra del fanatismo, la superstición y la barbarie... Tal vez esto levante polvareda entre obispos y clerizontes. Me alegraría infinito porque esto sería la ocasión propicia de destruir todas las supersticiones religiosas y derramar la luz sobre tantas conciencias sumidas en las tinieblas del oscurantismo y del error”.
Se ha de destacar en la labor educativa la actividad de Ángel Digón y su esposa que se hicieron cargo de la escuela en esos años difíciles de enfrentamiento de la iglesia católica. Con la llegada de José Marcial Palacios en 1880 que sería sustituido en 1898 por el asturiano Manuel Rodríguez, como maestro evangelista, Camuñas llega a incrementar el número de alumnos de la escuela, habiendo pasado por ella entre 1895 y 1900 más de doscientos alumnos. De esa escuela salieron la mayor parte de los habitantes de Camuñas con una cultura reconocida, según le reconocía, en 1912, el alcalde de este pueblo a Teodoro Fliedner: “En cuanto a la educación no hay ningún otro pueblo en la región como Camuñas y eso se debe a los protestantes. En la capital de provincia, Madridejos, dice el juez cuando viene uno de nuestro pueblo: a éste no hace falta preguntarle si sabe firmar con su nombre. En Madridejos y en todos los demás pueblos de alrededor, en cambio, hay muchos que no saben.”
En septiembre de 1920 Teodoro Fliedner se lamentaba del error de haber descuidado la Iglesia por falta de obreros: “Camuñas es nuestro centro exterior más antiguo, donde un maestro español trabajó fielmente desde hace años. Sin embargo nuestro gran error fue que descuidamos esta iglesia por falta de obreros, pero nos alegramos de que el pueblo nos siga queriendo aunque hace años que no se celebran allí bautismos, bodas ni entierros evangélicos. Esto ya es un progreso porque Camuñas es la Iglesia que más persecuciones sufrió.
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Hacia el año 1898 llegó a Camuñas como maestro evangelista, el asturiano de Besullo, Manuel Rodríguez Castellano, reciente alumno de don Federico Fliedner en los colegios evangélicos de Madrid. Se casará con doña Isabel Escribano Úbeda, vecina y natural de Camuñas; de familia liberal y con pensamientos avanzados... don Manuel fundó una escuela en el pueblo, de la que salió el 90 por 100 de los habitantes de Camuñas con una cierta cultura. Es conocida la anécdota contada por Carlos López Lozano sobre la educación de los jóvenes en Camuñas, en conexión con Miguel Primo de Rivera en Alcázar de San Juan:
- “Miguel Primo de Rivera se encontraba presente en el sorteo de mozos de la región manchega, que se celebraba en Alcázar de San Juan. Era imprescindible que cada mozo firmase la hoja de reclutamiento. Como casi nadie sabía firmar, ponían el dedo; si alguno sabía escribir el general preguntaba: Tú ¿de dónde eres? Siempre respondían, de Camuñas mi general. Tantas veces oyó Camuñas el general, que preguntó: ¿Qué pasa en Camuñas? Entonces le dijeron. Es que Camuñas es el pueblo de los protestantes. Primo de Rivera dijo entonces: Pues vaya con los protestantes”
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