Las mujeres en la obra en Valencia

No podemos olvidar en la etapa de las primeras congregaciones la labor de las mujeres, que siempre han sido parte muy activa en la iglesia. Pero hemos de añadir que muchos misioneros destacaron por la ayuda de sus mujeres, especialmente aquellas que se dedicaron a la enseñanza y la música.

Es el caso de Feliciana Armengol casada con el misionero sueco Carlos Augusto Haglund. Nacida en el barrio de Gracia en Barcelona el 5 de octubre de 1968 en una familia creyente, preocupada de que sus hijos tuvieran una buena educación intelectual y espiritual. Su hermano Mariano lega a ejercer como médico y más tarde impartirá clases  en el Instituto Teológico Bautista de Barcelona. Con seis años Feliciana asiste al colegio de George Lawrence, creado en 1873 en Caldes de Montbui donde también trabajaban ayudándole las dos hijas de Laurence Elisabeth y Esther con sus esposos.

En 1900 Feliciana iniciará y dará clases en un colegio en Valencia con sus hijas como ayudantes. Su vocación era la enseñanza. Sabía que “todo lo que se relaciona con la infancia es siempre importantísimo, ya que, por decirlo así, echa los cimientos de toda la conducta del hombre durante su vida” -dirá ella-.

Por ello solicitan ayuda a la Misión Sueca quien le pide que ponga en marcha este proyecto y con 31 años y pese a los recuerdos del pasado, el colegio se inaugura en la calle Roteros el día 3 de octubre de 1900 , que después estará ubicado en diferentes lugares de Valencia, como la calle La Palma y después en la calle Burjasot. Al principio asisten entre 30 y 40 alumnos con una pequeña aportación para los gastos. Celebran la fiesta de fin de año en el teatro El Micalet donde asisten los padres e invitados. Los grupos católicos como siempre presionan para cerrarlo, pero solo consiguen que se respete aún más. Aunque dirigido este colegio por Feliciana y la ayuda de sus hijas y otra maestra, otras actividades fueron confiadas a Feliciana tras la muerte de Vicente Mateu. El misionero Lund la pondrá como administradora de la “Revista Homilética” para España, Asia y África. Diseñará la publicación, la llevará a la imprenta y la enviará a los subscriptores, siendo también la tesorera y la que mantiene la correspondencia. También visita a las tres hijas de Vicente Francés en Carlet, a las que ayuda en sus estudios pues al ser evangélicas tienen dificultades para ser admitidas en colegios públicos.

Según Jesús Millán, Feliciana es una mujer de carácter, firme en sus creencias y difícil de manipular. 

“Podemos decir que tiene iniciativa. Se percibe en ella, con suma facilidad, lo que solemos llamar madera de líder . No se queda en casa planchando camisas, ni se limita a tocar el órgano en los cultos. Se sobrepone a su tragedia de quedar viuda a los 26 años, madre de una niña de cuatro años y embarazada de otra. Poseer un carácter fuerte, tiene un lado positivo y otro negativo, que comporta peligros. Cuando se produce la división en la iglesia de Valencia, se posiciona y forma parte del grupo que decide salir y organizar otra iglesia. Es una mujer elegante que decide no vivir como una pobre cenicienta . Siente la vida, y seguro que algo de esto deja impreso en sus hijas. Sin duda que tiene una mente brillante. Los libros que sabemos que tenía en su biblioteca no son novelas baratas de entretenimiento. Hay libros clásicos de Víctor Hugo y Dickens. Entre ellos llama la atención el libro La choza de Tom , una de las primeras traducciones, titulada en la actualidad, La Cabaña del Tío Tom. Parece que le interesaba la persistente lucha de los negros por librarse de la esclavitud y conseguir sus derechos.

En 1916 es la Presidenta del Coro Evangélico de Valencia que organiza giras evangelísticas por diferentes lugares de la provincia. En 1925 forma parte del grupo que sale de la iglesia para formar un nuevo punto de testimonio en la calle Emplom. Sus últimos años los pasa en Carlet, el pueblo que supo acogerla y darle el cariño que necesitaba hasta el final de su vida.

Catalina y Carolina Haglund Armengol.

CATALINA Y CAROLINA HAGLUND ARMENGOL

Las dos hermanas Haglund Armengol, Catalina (Carin) y Carolina, destacan por su inteligencia puesta al servicio de la Obra evangélica en España.

Catalina Haglund Armengol es la cuarta hija del matrimonio Haglund, que llegó a cumplir 90 años. Nace en Valencia el jueves 8 de octubre de 1891, en la calle Portal de Valldigna. Antes de cumplir los cuatro años vive la experiencia del fallecimiento de su padre, por lo que su madre y ella necesitan pasar un tiempo con la familia en Barcelona para recobrar fuerzas.

Con nueve años, completa sus estudios primarios y seguirá después con los superiores e inglés, cursando la carrera de magisterio, de música y ejerciendo como maestra y después profesora de piano. Tendrá entre sus alumnos a Perfecto García Chornet, de Carlet, un alumno muy destacado que con el tiempo consigue ser un prestigioso pianista de fama internacional. También obtendrá nociones de esteticista que le servirán para salir adelante en tiempos difíciles. A los quince años se bautiza y en 1916 se forma la Sociedad Coral Evangélica  en la cual su madre es elegida Presidenta y Catalina Directora Artística. “La música es su gran pasión, una de sus habilidades que le sirve para ganarse la vida cuando no puede dar clases como maestra en Carlet por causa de pertenecer a la fe evangélica. Hemos encontrado himnarios traídos de América lo que indica su grado de atención a este ministerio”.

A los veinticinco años es profesora en el colegio evangélico que dirige su madre y que tiene su sede en las dependencias de la iglesia en la calle de La Palma. No ejerce la carrera de Magisterio hasta la entrada de la República en 1931 ya que las leyes obligaban a dar religión católica. La plaza de maestra es en el colegio Real de Gandía y con el tiempo podrá escoger la plaza de Carlet lugar que conoce bien. Con la Guerra Civil se le retira el cargo de maestra y pierde el salario con el que mantenía a su madre y su hermana. Le llegarán unos donativos de EE.UU. promovidos por Enrique Lund como gratitud a su madre por los servicios en la “Revista Homilética”. Llegados los años de democracia le conceden una paga de jubilación no contributiva y esto alivia su situación económica. 

La importancia y la influencia de estas mujeres intelectuales al servicio del Evangelio es mayor de lo que podemos imaginar. Un ejemplo lo tenemos en las tres hijas de Vicente Francés, Juanita, Raquel y Esther que se formaron al lado de ellas, aprendiendo música o inglés y abriendo otros horizontes para sus vidas. Son mujeres que les interesan las cuestiones espirituales, y también la política internacional, las monarquías europeas y la vida en general, que les hacen mujeres modernas y avanzadas a su tiempo.

“Catalina viaja en una ocasión a Suecia, para conocer a la familia de su padre. En los meses que pasa aprende algo del idioma sueco y al final ya se defiende al hablar. También menciona que tiene una amiga en aquel  país con la cual mantiene correspondencia, que tras embarcarse en el famoso Titánic , fallece en alta mar, en la travesía de 1912” -relata Jesús Millán-.

Carolina Haglund Armengol es la hija póstuma de Carlos A. Haglund nacida en 1895. Feliciana Armengol su madre quiere recordar a su esposa y le pone el nombre de Carolina Augusta. Carolina es para su madre una motivación para vivir y ver las cosas desde una nueva perspectiva. Con apenas cinco años regresa a Valencia, cursa primaria y más tarde sacará la carrera de magisterio, siguiendo los pasos de su madre y su hermana Carín. Una de sus profesoras, será la pedagoga María Carbonell Sánchez, ilustre profesora valenciana que fue nombrada hija predilecta con una placa en la calle Arzobispo Mayoral. Carolina es una superdotada y cuando se realiza en el Teatro El Micalet una conferencia sobre La Educción Religiosa  y es tal el impacto que produce, que el propio pastor Juan Uhr, sugiere allí mismo hacer una ofrenda para imprimir en un opúsculo el contenido de la misma.

Por 1932 la familia se traslada a Carlet al haber obtenido su hermana Carín la plaza de maestra en esta ciudad. El hecho de quedarse Carolina ciega por un problema de glaucoma, a mitad de su vida, le impide que ella pueda ejercer también de maestra. La ceguera no le impedirá que realice su servicio en la iglesia, que sea una persona extrovertida, decidida y tomando iniciativa en cualquier asunto. Su pasión son las letras, aunque en esos tiempos pocas mujeres destacaban en el mundo de la cultura. Investiga en la educación y escribe poesía. Es llamada para dar conferencias y discursos en las salas de Valencia en los que destaca su profundidad de sus ideas y la fluidez en expresarlas. Juan B. Vilar dice que tanto Feliciana como sus hijas permanecieron durante medio siglo al frente de las escuelas fundadas por Haglund. Jesús Millán nos resume sus últimos días:

Carolina asumió las penurias de ser huérfana, ciega y de vivir con escasos recursos. Pero nada de esto impidió disfrutar de la comunión con hermanos en la fe, encontrar buenas amistades, dar gloria a su Dios y cumplir con la tarea que el Señor le había encomendado en esta tierra. Cuando todos se preparaban para comenzar un nuevo año, ella comenzó la eternidad, el tiempo sin fin. Fallece en Carlet el día 1 de enero  de 1968 a la edad de 72 años.