‘Perdão’ (Sarau das Letras, Mossoró, 2014, pp. 187) es una novela autobiográfica, una memoria re-escrita con giros novelescos, pero especialmente es una narración que enseña cómo se puede dejar a un lado el mal.
La literatura no es la vida, pero la recrea; al menos lo intenta. La vida nos azota más ferozmente, con sus cables de alta tensión y con sus ramas o senderos donde todo lo imaginable ya ha sido posible. Por eso casi ninguna novela logra captar los tornadizos instantes de una historia que muere aunque no quiera morir; otra veces se adormila, como en los claroscuros de un forzado sueño.
Francisco Rodrígues da Costa y/o Chico de Neco Carteiro, es natural de Areia Branca, en el estado brasileño de Rio Grande do Norte, y tiene más de ochenta años. Es, pues, un viejoven al que yo mucho admiraba antes de saber su Historia más íntima, aquel dolor que le ha ido acompañando durante seis décadas de su tránsito existencial: hablamos de la muerte, por culpa suya, de un hombre llamado Luiz Martins.
Y si ya antes había valorado en grado sumo sus libros de crónicas y memorias, que empezó a publicar cumplidos los setenta años (Saudades, 2005; Folhas de Outono, 2008; Caminhos de Recordaçoes, 2010; y Becos, Ruas e Esquinas, 2012), por obra e impulso de sus amigos Clauder Arcanjo y David Medeiros Leite, ambos editores de Sarau das Letras, ahora le expreso, desde esta Salamanca muy querida para él, el mayor de los respetos como Persona que se humilla y vuelve a desear el Perdón, invocándolo.
Y para ello escribe y revive el negro episodio de una tarde fatídica, sus años en prisión por haber matado a un hombre. En ella también aparecen hechos y nombres de su querida Areia Branca. ‘Perdão’ (Sarau das Letras, Mossoró, 2014, pp. 187) es una novela autobiográfica, una memoria re-escrita con giros novelescos, pero especialmente es una narración que enseña cómo se puede dejar a un lado el mal, cómo el ser humano puede ir suturando el daño irreparable, cómo la irreflexión airada puede cambiar tu vida en cuestión de segundos.
Chico de Neco Carteiro ha pergeñado un valioso memorial para las nuevas generaciones que quieran alejarse de la violencia. Y lo ha hecho con esa prosa ágil y sencilla pero eficaz, con instantes conmovedores para todo lector de cualquier lugar del mundo.
Así termina esta novela de su vida. Así lo traduzco (pp. 184-185):
“Ahora, antes que sea tarde, yo, mientras todavía hay tiempo, vengo a pedir públicamente perdón a quien hice sufrir. ¿Quién que sea de Areia Branca, hace más de sesenta años, no se arrodilló en el confesionario ante el padre Ismar, para contarle sus pecados y recibir la penitencia? Pero en este mismo momento yo no me arrodillo en el confesionario; lo hago ante la viuda y los hijos de Luiz Martins, respaldado en la historia que acabo de contar y envalentonado por los versos de la canción: “El perdón se hizo para que la gente lo pida”. Bien sé que la sentencia, por grande que sea, jamás devolverá la vida a la víctima; pero no me nieguen el sagrado derecho de pedir clemencia para este arrepentimiento que ya me acompaña hace sesenta años…”.
Yo te perdono, querido Chico, porque mi Amado galileo me ha enseñado a Perdonar. Y, lo más importante, entiendo que te perdonan algunos de los familiares de aquel hombre al que quitaste la vida, como leo en un comentario a la noticia del lanzamiento de tu libro. Lo escribió, desde Recife, José Martins da Lima, un sobrino de la víctima:
“Sou parte integrante da família de Luiz Martins (sobrinho). Vivi momentos de tristeza na época da tragédia. Vi o sofrimento de minha mãe (Lindalva, irmã de Luiz). Já morando em Natal, aqueles dias foram de difícil aceitação. Pensávamos no que estavam passando as duas famílias em Areia Branca. Admiro a atitude de Chico, em vir de público pedir perdão. Gostaria, com sinceridade, de ver a família aceitar esse pedido. Com certeza, aonde ele estiver (Luiz Martins) estará feliz com essa atitude de sua esposa (Eleonice) e filhos. Apesar de ter saído de Areia Branca na década de 40, gosto de acompanhar as notícias dessa terra que não esqueci e que me trazem algumas boas lembranças”.
Dura fragua la vida, y más la de quien lleva una muerte en la memoria. Pero Chico de Neco Carteiro se merece la redención por la Palabra y por la humildad que no traiciona.
Con ‘Perdão’, Chico ha dejado ver todo el fondo de su iceberg, un lugar propicio para la resurrección de la bondad.
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