En 1870 ya se establecería el primer pastor bautista en Alicante, Juan Martín Calleja.
Ya hemos comentado que James N. Graydon, instalado en Barcelona por 1837 recorrió Levante intentado evangelizar por medio de la venta de Biblias o Nuevos Testamentos, al igual que Borrow.
Antes de la muerte de Matamoros el 5 de agosto de 1866 se habían reunido Félix Gallac y Juan Bol secretario y presidente del “Secretariado del Comité de Evangelización en el Reino de Valencia”, con el propósito de difundir las Escrituras, establecer escuelas de adultos y publicar un periódico “que aunque sometido a la legislación vigente, debería ser eco y una defensa del protestantismo”. Tras la revolución de la Gloriosa ya existen vestigios de un trabajo de colportorado en la persona de un joven llamado Pierrod o Pierrad y en 1870 ya se establecería el primer pastor bautista en Alicante, Juan Martín Calleja, que había sido encomendado por el mismo William I. Knapp. Le sucedería el ex sacerdote católico Benito Martín Ruiz, que ejerció hasta el año 1875 fecha en la que fue expulsado por sus tendencias espiritistas.
La tesis doctoral de Alicia Mira Abad sobre “Secularización y mentalidades en el sexenio democrático: Alicante (1868-1875)” tiene un apartado en el que dice:
La prensa espiritista también prestó atención al protestantismo, aunque los debates no suscitaron la misma efervescencia que los mantenidos con el clero local. Tampoco parece que la comunicación entre ambos grupos fuera demasiado frecuente. Juan Martín Calleja, que al igual que Benito Martín Ruíz, desempeñó el cargo de pastor evangélico de la ciudad, envió un comunicado a La Revelación en el que, sin acusar explícitamente a los espiritistas “trata de defender la Biblia de supuestos que de ella hacen, los que no la estudian y aprecian en lo que vale”. El tono de la respuesta fue muy distinto al empleado en las controversias con los eclesiásticos alicantinos. De forma escueta se agradece a Calleja “muchas de sus buenas observaciones”, aunque la revista muestra su disconformidad, especialmente a la hora de “apreciar el valor real del antiguo Testamento”. Se hace hincapié además en distinguir, “sobre todo”, su lenguaje respecto del utilizado por “esos humildes, y caritativos, y sabios, y literatos, y casi-santos neos, que para decir vulgaridades, hijas de su atraso, insultan y calumnian al adversario y abofetean a Cristo”.
Es muy interesante el debate de Juan Martín Calleja que se refleja en la contestación a su carta en la revista La Revelación y que se hace con respeto, sin referencias personales ni descalificaciones. Dejan traslucir la dogmática espiritista y la posición protestante. La Revelación, -dice Alicia Mira Abad- alude al mencionado pastor en los términos de “nuestro querido amigo el ministro cristiano”, cuya carta ha sido escrita “en los términos decentes y dignos que acostumbran a usar estos respetables evangelistas. Los argumentos utilizados para atacar a la Biblia desde le punto de vista doctrinal, se basan en la necesidad de “interpretar las escrituras hacia lo que dicen las ciencia y no inutilizar y confundir estas a la letra de aquellas. Nos es imposible admitir la primera pareja, el pecado original, el diluvio universal, la torre de Babel, etc. etc. que pululan en el antiguo testamento y que demuestran, como es preciso, la ignorancia que había en aquellos tiempos. Para admitir lo que dice la Biblia se necesita tener, y créanos nuestro amigo Calleja, unas fauces colosales, tan grandísimas, que no pudieran sufrir parangón con la potencia magnética de Josué, que paró el sol con su voluntad. Nosotros admiramos la Biblia, como los Vedas y otros libros sagrados, los principios universales de la moral, los fundamentos de la historia, de la filosofía, del derecho, pero no podemos admitir la mano de Dios en ellos, porque Dios no tiene mano, porque Dios no puede bajar, ni subir, ni menos equivocarse”. Dice La Revelación de 5 de septiembre de 1872:
“Nosotros somos amantes de todos los libros y todos los consideramos buenos, útiles y provechosos, porque de todos puede el hombre sacar partido, estudiando con prevención y buen juicio crítico. Hasta el libro más inmoral hace apartar al hombre de la inmoralidad misma.
¿Pero quiere esto decir que todos los libros dicen y manifiestan la verdad? No, de ningún modo. La Biblia no puede salirse de este juicio porque es obra de hombres inspirados, y la revelación ha de ser analizada siempre, en todos los tiempos, y lo que no se ajuste a la razón y a la moral no puede ser admisible, aunque venga revestida con el ropaje del profeta y sellada con la mano de Dios. Todas las largas consideraciones que hace nuestro hermano cristiano, a favor de las sagradas escrituras, son merecidas y justas, pero sin elevarlas a la infalibilidad, y a la pureza, porque donde los hombres, ponen sus manos, dejan el sello de sus pasiones, la huella de su ignorancia. Nosotros no podemos tomar la Biblia como buena, somos cristianos y ella reza solo para los judíos; para nosotros el Evangelio, para ellos el antiguo Testamento. Ella habla al corazón duro y a la preocupación; al fanatismo y a la barbarie. Está reñida con la ciencia y con la razón, y si en sus paginas brillan hermosos pasajes son brillantes engarzados en la cólera de Jehová y ennegrecidos por el cieno que se encuentra en el cantar de los cantares, en las hijas de Lot, etc. De la Biblia como de todo, aceptamos lo bueno, según nuestro entender, pero no nos preciamos de ser infalibles y dejamos a un lado lo que no creemos universal, sino de la preocupación, del atraso, de la pasión, del libertinaje y en fin, del hombre. Lo que ayer fue bueno para una época hoy es atraso y denigra querer ajustarse a tan mezquino pensamiento político-social-religioso”
La trayectoria ideológica y religiosa de este ex cura de La Alcarria, Martín Benito Ruiz, después de abjurar de su fe católico romana en 1868 y ser bautizado por W.I. Knapp en Madrid en 1870, fue extraña. Según Ben Oliel “durante el desempeño de su cargo en esta capital se complació en hacer una guerra encarnizada y sin tregua a Roma y a los católicos. Los fieles de Alicante nunca le tuvieron gran simpatía y fue creciendo el descontento entre ellos hasta que no pudo crecer más”. Además de su identificación con los espiritistas hubo otras razones “poderosas” para su expulsión”. Parece ser que también fue expulsado de la masonería. Tras su periplo heterodoxo “abjuró de su fe evangélica en la Colegiata de San Nicolás en Alicante en 1876”. Al igual que Martín Ruíz, Pierrad su antecesor y “primer portador nativo del Evangelio” en Alicante, también fue expulsado por su “desviacionismo político”, pues los protestantes no estaban interesados en atraer prosélitos aprovechando la efervescencia política del momento. (ANTONIOAPARICI, Historia y raíces ..., pags. 84, 98-105.)
Sobre Juan Martín Calleja dice Aparici, que antes de que Knapp constituyera iglesia en Alicante, había bautizado a un grupo de creyentes. Añade sobre la persona de Juan Martín Calleja que como español, deslumbrado por la luz evangélica, tal vez no analizase debidamente que el seguir a Jesucristo comporta gozo y sacrificio, y cabe imaginar y admitir que al señor Martín Calleja no le faltarían motivos de preocupación, cuando los obstáculos, dificultades y presiones del clero, que como la sombra sigue al sujeto, harían su acostumbrada aparición”. Parece ser tras su actividad en Alicante, se trasladó a Linares, donde según Menéndez Pelayo “se corrompió su pacifismo”, convirtiéndose en masón y socialista, “uniéndose al cuerpo republicano que se alzó en armas contra el gobierno”, siendo por ello cesado de su nuevo cargo y cerrada la capilla de Linares.
En 1876 George Simeon Benoliel sustituye a Benito Martín Ruiz, quien reagrupa a los creyentes dispersos y extiende el Evangelio por las provincias de Alicante y Murcia, llegando hasta Lorca. Posteriormente, Benoliel fija su residencia en Alcoy para iniciar obra bautista en esa ciudad. Deja al cargo de la iglesia de Alicante al colportor José de Sanfelices.
Según Juan David Hughey(i) Guillermo Knapp y Enrique Lund como misioneros de la Unión Bautista Misionera Americana, fueron dos pioneros de la evangelización en España. Especialmente en la costa Mediterránea (Cataluña Valencia, Alicante y Cartagena) dejaron las bases legislativas y religiosas para que desarrollasen las congregaciones. En 1923 la Alianza Evangélica Española envía una petición al Consejo de Ministros en la que solicitaba los derechos de la demás ciudadanía:
“Hacemos un llamamiento al respeto de nuestra personalidad humana en todos los momentos de la vida, hoy ensombrecidos por leyes vejatorias de excepción que nos siguen desde la cuna al sepulcro. Queremos entrar en la escuela pública, en el servicio militar, en el matrimonio y en nuestra última morada terrenal, gozando de los derechos de plena ciudadanía…; no queremos ser personas toleradas porque no pueden ser exterminadas” (Fernando Cabrera Latorre y Julián Saco)
Las esperanzas liberales y protestantes acabaron al establecerse la dictadura en septiembre de 1923 y con el cambio de política, conservadores y católicos, junto a las cartas pastorales de los obispos y del mismo papa Pío X dirigido al arzobispo de Toledo, prevenían contra cualquier tolerancia religiosa. Los motivos eran los de siempre:
“Debe mantenerse como principio cierto que en España se puede siempre sostener, como de hecho sostuvieron muchos nobilísimamente, la tesis católica y con ela el restablecimiento de la unidad religiosa. Es deber, además, de todo católico, el combatir todos los errores reprobados por la Santa Sede especialmente los comprendidos en el “Silabus” y la libertades de perdición proclamadas por el derecho nuevo o liberalismo, cuya aplicación al Gobierno de España, es ocasión de tantos males.”
Francisco Albricias Bacás se instala en Alicante en 1877 y comienza trabajo misionero en su propio domicilio en el barrio de Penalúa. Albricias en enero de 1897 funda en Alicante una capilla evangélica y la Escuela Modelo, de inspiración metodista, ubicada primeramente en la calle Labradores número 6, principal, trasladada posteriormente (1909) a un magnífico edificio en la calle Calderón de la Barca. La Escuela Modelo permanece activa hasta el año 1937.
Francisco Albricias Bacás nació en Rubí Municipio del Vallés Occidental en el año 1856. A los 19 años e influido por las creencias evangélicas, marcha a estudiar Teología y Pedagogía en Suiza en la Escuela Normal de Grandchamp (Peseus). De regreso abrirá una escuela en Monistrol, donde ejercerá como maestro y pastor evangélico, casándose con de Julia Goetz. A sus veinticinco años vuelve a Rubí donde desarrollará activamente su profesión de maestro entre adultos y niños, defendiendo como ciudadano además de sus creencias evangélicas sus ideas liberales y republicanas. En Rubí fundó una sociedad de Socorros mutuos, un casino republicano, una logia masónica y un semanario.
Este pensamiento político de Albricias, le granjeará enemistades con católicos y monárquicos que conseguirán su destierro. Se irá a Madrid y desarrollará una intensa actividad para la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera. Buscando un lugar de reposo para su esposa enferma se establecerá en Alicante en 1891 donde tendrá dos hijos Franklin y Lincoln. La Escuela Modelo que funda en 1897 se instala en la calle Lavadores, 6 y asistirán a la inauguración personalidades del republicanismo.
Es sumamente emotiva la semblanza que hace de Los Albricias, Joseph Lluis Carod Rovira, prestigioso político, escritor e investigador, aportando muchos detalles de la vida y personalidad de los Albricias. El artículo está motivado porque el Ayuntamiento de Alicante ha dedicado una plaza en el barrio de Babel al protestante Franklin Albricias Goetz (1892-1972) Dice Carod Rovira:
Debo confesar la sorpresa que me ha causado esta noticia, totalmente inesperada, dado el perfil del personaje ahora homenajeado. Franklin Albricias, pedagogo y humanista, enseñante y literato, con carnet del Hércules de los inicios, era masón en la logia Numancia, con el nombre de “Teófilo“, y pastor protestante, como su padre y su hermano. Hombre de ideas progresistas y fervientemente republicano, pertenecía al Partido Republicano Radical Socialista, de Marcelino Domingo, y más adelante a Acción Republicana y Izquierda Republicana. Fue teniente de alcalde del ayuntamiento republicano alicantino, con Lorenzo Carbonell, otro protestante, a la alcaldía, y ocupó la presidencia de la Diputación hasta la entrada de las tropas franquistas. Salió de su ciudad, la madrugada del 28 de marzo de 1939, a bordo del carbonero inglés Stanbrook, donde se arracimaban más de dos mil personas, en unas condiciones infrahumanas, en dirección a Orán. Estuvo en Constantine (Argelia) durante dos décadas, dedicado, fundamentalmente, a su labor de pastor protestante, ya que contaba con una base de compatriotas de esta confesión religiosa, establecidos allí desde un siglo antes, los cuales hablaban el patuet, el dialecto catalán de Argelia, utilizado por la numerosa inmigración procedente de Alicante, Elche, Santa Pola, Parcent, Menorca, etc. Acabó por establecerse en Suiza, donde ya había cursado de joven los estudios de magisterio, y murió en el cantón suizo de Vaud, ya ciego, hace unos cuarenta años. Su hermano Lincoln (Alicante 1897-Barcelona 1992), se exilió también en Argelia donde, durante veinte años, fue pastor de una iglesia metodista en Orán, hasta que, ya jubilado, regresó a la tierra de los padres.
Franklin y Lincoln, con unos nombres que ya son toda una declaración de principios, eran hijos de un personaje destacadísimo: Francisco Albricias y Baca (1856-1934), un barcelonés forjado en Rubí, donde fundó una escuela, el Casino Rubinense y un periódico republicano. Por no quitarse el sombrero al pasar el viático por delante de su casa, tuvo que dejar Rubí, por el acoso legal de que fue objeto, y finalmente, desterrado de la población, acabó estableciéndose en Alicante, el destino adecuado, por el clima, para la salud de su esposa. Antes había sido pastor en Monistrol de Montserrat y se había formado como maestro y teólogo, en Suiza. Casado con Julia Goetz Maurer, de familia protestante alsaciana, es en Alicante donde desplegó toda su potencialidad como pedagogo. Murió en Barcelona, en el verano de 1934. Fue en Alicante donde, en 1897, fundó la Escuela Modelo, aventura pedagógica colosal, por donde pasaron miles de jóvenes, hasta 1937, cuando el desenlace de la guerra forzó el cierre. De ahí salieron el primer alcalde republicano de la ciudad, el presidente de la Diputación republicana, o el director general de Enseñanza Primaria de la República, Rodolfo Llopis, futuro dirigente del PSOE-histórico, en el exilio. Francisco Albricias estuvo al frente, durante años, de los protestantes de tradición presbiteriana y metodista de todo el estado, a los que representó en numerosos eventos, congresos y encuentros internacionales, tanto en Europa como en América y tradujo al español varias obras de autores extranjeros, sobre temática religiosa, siempre desde una perspectiva evangélica.
Los 40 años de Escuela Modelo constituyen la página más brillante del protestantismo en nuestro país, en materia educativa. Llegó a ser el centro educativo más moderno del estado, de acuerdo con las tendencias más avanzadas que entonces se conocían en Europa. Y la escuela se convirtió en mucho más que una escuela. El primer museo de Alicante fue, precisamente, el de la escuela Modelo, un centro donde se enseñaba a los alumnos a interesarse por el arte, la música, la historia, la ciencia, de modo que retratos de los grandes inventores de todo el mundo presidían el interior de las aulas, junto a los grandes literatos de todas las épocas. La escuela tenía una sala de proyección, donde también se representaban sainetes y obras teatrales, con frecuencia en la lengua del país, y sobre todo una banda de flautines y tambores que desfilaba por el centro de la ciudad, en los días señalados, logrando captar la simpatía y la atención de los transeúntes. La escuela formó una biblioteca muy importante, además del museo, el cual fue objeto de la devastación franquista que se incautó del local y sus bienes, primero instalando allí el ejército de ocupación y luego la Falange. La dictadura restituyó no el edificio, sino la ocupación, con un precio simbólico absolutamente vergonzoso, a la comunidad protestante que lo había creado y sostenido.
Me ha parecido que, de vez en cuando, es bueno que conozcamos páginas de nuestra historia que no por desconocidas son inexistentes. Y más aún si, como en este caso, permiten acercarnos a la minoría religiosa más importante del país, después de la católica, una parte, pues, de nuestro pueblo. La historia del protestantismo es, todavía hoy, una historia subterránea. Y conocerla nos hace conocernos mejor a todos nosotros. A veces personajes singulares, que han tenido un papel preponderante en su época, acaban engrosando las filas infinitas del olvido. Me parecía de justicia recordarlo, más aún si, como es el caso, no hablamos de una sola persona, sino de toda una verdadera saga familiar: los Albricias.
Después de unos años de poca presencia bautista, en 1913 llega a España Gustavo Teófilo Vickman, que reinicia la obra bautista en Madrid y en Alicante. Se instala en Alicante en 1920 y encarga a Ramón López, que abra obra en Monóvar, de donde era oriundo. Ramón López, había trabajado como colportor de la Sociedad Bíblica Escocesa y residía en Valencia como uno de los colaboradores de Nicolás Bengtson. También Vickman refuerza la obra en Denia, alquilando el antiguo Teatro Principal; inicia obra en Elda, Novelda, Pinoso, Elche y Calpe. De esa etapa, únicamente permanecería la obra en Denia. Francisco Albricias se jubila en 1930 tanto en la Iglesia como en la Escuela Modelo de Alicante y es sustituido por sus hijos Franklin y Lincoln. En 1939 el régimen franquista se incauta del edificio de la Escuela Modelo y lo convierte en cuartel de Falange Española.
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(i) Los bautistas en España. J.D. Hughey. Casa bautista de publicaciones, 1985
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