Sepamos reconocer

Es común que los seres humanos nos extralimitemos en muchos ámbitos de la existencia cotidiana. Vamos de extremo a extremo, auto-alabando la posición que adoptamos y lanzando vituperios hacia los que se sitúan en la otra margen.

Por ejemplo, se va del puritanismo extremo, donde el tobillo desnudo de una dama resulta motivo de sanción o repulsa, hasta el libertinaje que desemboca en abyecta pornografía, perversión más patológica que el necesario gozo carnal: no hay término medio, como el dulce erotismo, por graficar la escena, a la manera del Cantar de los Cantares.

Lo mismo sucede cuando se trata de reconocer y premiar la trayectoria de hombre o mujer cuya obra y ejemplo así lo ameriten, trátese de una cantante, un futbolista, una nadadora o un filósofo, por señalar algunos.

Con demasiada frecuencia se conceden galardones o Doctorados Honoris Causa, a banqueros, políticos y/o empresarios que luego aparecen como imputados por hechos delictivos o ingresando ya a la prisión que le corresponde.

Otras se inflan los méritos y, sin sonrojo alguno, se conceden premios a personas que lo único que han aportado a la sociedad es su excesivo ego por figurar sin ofrecer nada a cambio, salvo sobres y demás regalías a quienes se erigen en dispensadores de honores.

Y para evitar estas patrañas, los hay quienes se sitúan en el otro extremo. Prefieren no reconocer nada al colega o vecino, para evitar así que la vanagloria lo torne más soberbio aún. No les interesa que el aporte del que se esfuerza sea más que encomiable.

Sepamos reconocer, amigos, hermanos, desde una tierra de nadie, desde el centro, que es una forma prudente de orientarse.

Y esto va dirigido también para aquellos que decimos seguir el Evangelio, pues el mismo Jesús reconoció, ante un fariseo, la obra de amor de una mujer pecadora. Y el mismo Pablo pidió que los Tesalonicenses sean agradecidos, rogándoles sepan reconocer a quienes trabajaban entre ellos.

Hagamos que el Reconocimiento no sea una babeante ofrenda al poder sino un relámpago de gratitud de todos para aquel que se lo merezca.