La libertad en acción

Se han dicho y escrito muchas cosas sobre Marilyn Monroe, pero algo que lo que muy pocos dudan es de su seguridad en sí misma en cuanto a llegar a ser una de las mejores actrices del mundo. Una vez un periodista le preguntó: “Si la mitad de los expertos de Hollywood dijesen que no tienes talento, ¿abandonarías?” Ella respondió, “no abandonaría aunque me lo dijesen todos los expertos, porque sé que todos estarían equivocados”.

¿Sabes? Hay una libertad que no puede comprarse con nada, y que muy pocos consiguen disfrutar, y es la libertad de ser uno mismo. La libertad de no necesitar argumentar para ir en contra de la corriente, porque puedes sonreír en todas las situaciones, porque puedes tomar tus propias decisiones sin ser influenciado por otros. No importa si tienes mucho o poco, tampoco importa la familia en la que has nacido o el trabajo que tienes... Muchos jamás han llegado a disfrutar de esa libertad a pesar de tener todo el dinero que quieren o vivir en lo más alto de la sociedad. Esa libertad es muchísimo más importante que cualquier éxito que podamos tener.

Berthold Brecth escribió un día:

“Hay hombres que luchan un día y son buenos Hay hombres que luchan un año y son mejores

Hay hombres que luchan muchos años y son muy buenos... Hay hombres que luchan toda la vida, Esos son los imprescindibles”

Las personas que luchan y ayudan a otros durante los días que tienen en la tierra, son los realmente triunfadores, los ejemplos que todos deberían observar. Son esas personas a las que el profeta llama “reconstruidores de ruinas antiguas”* (Isaías 58:7) y no tanto porque quieran hacer volver las cosas al pasado, sino porque (creo) hay mucho que reconstruir en nuestra vida moderna: muchas relaciones, principios, actitudes, comportamientos... que se han venido abajo con el paso del tiempo.

Piensa por un momento cual es tu lucha, y no desmayes. Mira si hay que reconstruir puentes entre amigos, entre alguna familia que está a punto de romperse; entre padres e hijos que han dejado de mirarse directamente al corazón. Ayuda a restablecer relaciones entre razas y culturas, levanta en alto la torre de la tolerancia y el respeto mutuo, trabaja para que las ruinas del amor puedan reedificar relaciones de amistad entre personas de clases sociales diferentes.

Necesitamos integrarnos en la lucha: día tras día, reconstruyendo relaciones, asentando las bases morales de nuestra sociedad, poniendo piedra sobre piedra en la construcción de casas llenas de cariño, edificando siempre, y no destruyendo. Amando en vez de odiar; extendiendo una mano de ayuda en lugar de cerrarla para golpear. Luchando, si es posible, toda la vida porque el mundo necesita aprender de personas así. Digan lo que digan los demás, no abandones nunca, porque eres imprescindible.