El aleteo de la Paloma

1.No ves a la Paloma, pero sientes su aleteo.

2. Fácil resulta hablar de la tentación de vivir el máximo tiempo posible. Pero, ¿a que es más complejo tratar de razonar sobre la tentación de morir?

3. Un cortés alejamiento se merecen quienes muerden tus manos mientras profieren la pesadez de sus halagos.

4. Nunca retoces entre la baba del poder, sea éste político, económico o religioso. Sigue el ejemplo de Jesús.

5. La teología necesaria no es aquella de sesgo imperativo y arrogante (pseudocientífica), sino la que imanta, entusiasma y despierta el deseo de conocer más, por ti mismo, del poder creador de la Palabra. ¡Cuidado con el propósito de algunos de querer hacer de la Teología una disciplina científica! Al cristiano le conviene una aproximación sentimental, que es aquella que conmueve y, a la vez, incita a ampliar sus indagaciones. Esto siempre será mejor que esos otros desafueros y arbitrariedades que, por lo general y de forma tediosa, se avientan a los oídos u ojos de los creyentes. Quede constancia que no estoy contra las buenas exégesis, reflexivas pero que a la vez propician disfrute en el oyente o lector. La pena es que son escasas.

6. Hay noches que habla el cielo, de tan tronantes que pasan las nubes.

7. No permitas que te confunda la apariencia de los demás; tampoco emitas juicios basados en el aspecto del prójimo. Puede que para los otros seas tú quien vista de forma extraña. Sal de tu entorno y verás cómo se desvanecen muchos prejuicios o aires de superioridad.

8. La infancia es el tiempo donde más se vive porque todo impacta. En ella es donde se madura el código genético de la personalidad.

9. Éste sea tu reposo: saberte que eres quien eres, no quien deseaban que fueras.

10. Un violín me gorjea a Bach y a Brahams. Y yo en el sofá de mi piso barato, disfrutando de tal riqueza, como si estuviera corriendo sobre el alambre más alto del cielo.

11. Que tu corazón no se torne mustio, como las flores de esa jarra.

12. Ninguna vergüenza tiene la gente que se dice estafada por tinglados financieros. Y es que la codicia por obtener dinero rápido no conoce banderas ni credos. Lo que ganan se lo embolsan sin rubor alguno. Pero cuando estalla el engaño pretenden que el Estado les devuelva su ‘inversión’. Anotemos, para la posteridad, una confesión del mayor experto en tales menesteres, Bernard Madoff, ahora en la prisión de Butner, barriendo su cafetería por 14 centavos de dólar la hora: “La gente no hacía más que darme dinero a espuertas para que se lo invirtiera. Y si les decía que no, se ofendían. ¡Era una pesadilla!”.

13. La vanidad terrena es como la opulencia de las enredaderas: el tiempo hace lo que quiere con ellas.

14. El viaje, en literatura, lo es casi todo. Al menos lo es para los grandes libros de la humanidad: la Odisea, el Quijote, el Anábasis… Hasta El cantar de Mío Cid cuenta una travesía, un destierro. Y qué decir de buena parte de los libros bíblicos, empezando por Éxodo.

15. Marca claramente tus coordenadas éticas, tus reglas de conducta, pues así no recibirás presiones de índoles espurias. El territorio tuyo bien delimitado, porque de otra manera la gente no lo respetará.

16. Necesitamos del silencio como medicina para el alma. Sólo así obtendremos la calma sagrada, retirándonos (de tanto en tanto) del bullicio y de la vana palabrería. Este apartamiento puede no ser bien visto, pero hay que tener firme coraje para enmudecer. Luego, tras mucho pulimento interior, la Palabra se vuelve otra vez efusión eterna, sudor del alma, sangre de revelación.

17. Hacer misión sin otra brújula que los ojos del corazón. Lo otro es beber de una copa vacía.

18. Ten cuidado del oportunista. Tan pronto obtiene lo buscado, calla su lloro o alabanza.

19. Mujer, en el desierto te daré hasta la última gota de mi cuerpo. Es lo mínimo, esposa, un privilegio mientras estemos aquí.

20. Teme al lenguaje-lobo. Témelo más que a los cuchillos.