Jerez y los bodegueros protestantes

En Jerez ya por 1840 apareció un comunicado en La Voz de la Religión ⁽ⁱ⁾, titulado Nuevos conatos de los Protestantes, acompañado de una amonestación pastoral firmada por tres curas. Decía:

Jerez de la Frontera 2i de febrero de 1840. — Sres. Redactores de la Voz de Religión: Muy señores míos: La justa fama de su obra Voz de la Religión me impulsa á dirigir á Vds. estas á fin de que hagan presente á la nación que aun no se ha conseguido el que los enemigos de la Religión católica, apostólica, romana dejen de hostilizar a España para ver si pueden apartarla de su verdadera Religión.

Es adjunta la amonestación de los señores Vicario y Curas del Puerto de Santa María, dada en razón á estar en aquella fecha un señor propagador de libros y folletos en su ciudad, el cual fue arrojado por la autoridad constitucional. Habiéndose llegado á saber por aviso del Puerto que el rumbo tomado era para esta ciudad, á las pocas diligencias fue descubierto el paradero del referido; y avisadas las autoridades de la misión del señor D. Guillermo Broon, individuo de la sociedad de la ciudad de York en Inglaterra, le fue intimado que si repartía libros lo arrojarían inmediatamente de la ciudad, como en efecto habiéndolo verificado, y dado el aviso correspondiente fue arrojado de esta por la autoridad constitucional.

Loor eterno á todas las autoridades de esta y Vicecónsul de Inglaterra, que todos á una han contribuido 4 que no dejase sembrado este pueblo de libros, pues aunque en lo general está muy solapada su maldad, hay algunos muy á las claras, como es uno el Sermón del monte de nuestro Señor Jesucristo, en donde se niega la Real presencia de Jesucristo en la sagrada Eucaristía.

Creo que el mejor medio para que estos nuevos propagadores en España no pudiesen adelantar nada seria el que llegando á noticia de las autoridades estar alguno de esta especie en su pueblo, nuestro Gobierno diese sus órdenes para que inmediatamente fuesen quemados todos los libros que se le cogiesen, como perjudiciales á la verdadera Religión de los españoles, y por consiguiente a nuestro legítimo Gobierno, como protector de la Religión.

AMONESTACIÓN PASTORAL

La audaz y orgullosa malicia de los herejes , que en todos tiempos ha procurado afear la hermosura de la Iglesia católica, tampoco ha perdonado los presentes. Llenos de rabia y furor al ver que en medio de las convulsiones políticas que agitan nuestra nación, los sabios congresos que han establecido sus leyes fundamentales tienen declarada por la Religión de los españoles la católica , apostólica, romana y por tanto la del Estado, con un arrojo temerario se han atrevido a perturbarla, enseñando con el mayor descaro sus sistemas erróneos y contrarios al dogma católico de la Religión verdadera de Jesucristo. Expulsados de todas partes por el celo de los prelados, pastores de la Iglesia, y el auxilio de la autoridad civil, han puesto en práctica otro medio no menos eficaz que aquel, si bien mas tardo y disimulado: tal es la publicación y reparto de folletos y hojas volantes, con títulos, al parecer, cristianos y piadosos, como son  El Amigo del pecador, Aviso de parte de Dios, Camino único del cielo y otros de esta naturaleza, pero que en realidad contienen errores contra la fe católica, tanto mas peligrosos, cuanto que están escritos con una astucia y sagacidad propias del espíritu que los ha dictado. Seguros estamos que por mas que combatan esta ciudad de refugio, de consuelo y salvación de los verdaderos cristianos; por mas que se levanten contra esta nave de Pedro las furiosas olas de las herejías y de la impiedad, aunque sean auxiliadas con todas las fuerzas del infierno, sus puertas no prevalecerán contra ella. Pero con todo, en justo desempeño de nuestro ministerio, no podemos menos de prevenir á todos los feligreses de esta M. N. y L. ciudad que no admitan, lean ni retengan semejantes papeles, libros y folletos que hablen o traten en materia de Religión contrarios a los dogmas de la que está declarada como ley de la nación, pues su lectura, principalmente en los rústicos, ignorantes y personas que carecen de principios necesarios para discernir entre la verdad y el error, puede causar grandes males no solo á la Religión sino al Estado. Asimismo deberán tener entendido los que lean este aviso pastoral, que si no lo oyen, no lo atienden ni obedecen, ni oyen, ni atienden, ni obedecen a Jesucristo en cuyo nombre hablamos. Últimamente para mayor seguridad de nuestra conciencia hacemos saber, tenemos dado cuenta á la autoridad civil y al limo. Sr. Gobernador del arzobispado, á fin de que, inteligenciados de esta pertinaz malicia de los herejes, dicten aquellas providencias que estimen oportunas, propias de su ilustrada superioridad.

Puerto de Santa Maria 8 de febrero de 1840. = Rafael Ruiz-Marchante, Vicario Eclesiástico.—Dr. D. Manuel de Barrena, Cura propio.—Andres Delgado y Vasquez, Cura propio. —Salvador Lopez Batanero, Cura ecónomo. —José Manuel Soutullo, Cura de S. Joaquín.

La represión contra la “propaganda” o evangelización protestante, se manifestó en Jerez también por 1861 con lo que pudo ser un incidente diplomático entre Reino Unido y España. El conflicto había saltado, cuando el Alcalde jerezano se enteró que en casa del Cónsul Mr. Charles Harman Furlong que vivía e la calle Santa María 11, se celebraban cultos protestantes. El alcalde requirió al Vice-cónsul de Jerez, Carlos P. Gordon, para que prohibiera las ceremonias religiosas por estar prohibidas en la legislación española. Dicha prohibición se le traslada al Cónsul Furlong pero este no se arredra y publica una carta en “La Revista Jerezana” manifestando ser súbditos británicos y no transgredir las leyes. Manifiestan que solo se reúnen en esa casa para celebrar cultos que dirige el Reverendo Wm. Cooke Capellán Británico en El Puerto y Jerez y le piden les señale un lugar donde puedan reunirse “bajo la protección del pabellón inglés para la quieta observancia del culto religioso según el rito de la Iglesia Anglicana”. En la carta firman todos los asistentes junto con el reverendo y el propietario de la casa, eran Samuel Carter, Rich S. Ivison, Carlos H. Furlong, Ed. Collier, A. M. Stringer y C Noble.

El Vicecónsul contestará con una carta, amenazadora, acudiendo al Código penal en su artículo 129, en el que establece pena de cárcel para actos públicos en materia religiosa y cita que no pueden exigirle un local de cultos “cuando no encuentra ningún acto del Parlamento Británico que lo justifique”. Sin embargo esto llegaría al Parlamento británico por medio del miembro del Parlamento Sir Robert Peel (1822-1895)⁽ⁱⁱ⁾.

“Se quejaba el Sr Peel de la falta de libertad de los protestantes súbditos de Gran Bretaña para ejercer su culto en nuestro país aludiendo a la negativa de Carlos P. Gordon, Vicecónsul de Gran Bretaña en Jerez de la Frontera, de dejar su casa para tal fin. El gobierno inglés mandó instrucciones a su ministro en Madrid para reclamar por este asunto y según palabras de Lord Palmerstons para que se moderaran los intolerables principios de la administración española. Otros diputados intervinieron y alguno pidió un poco de la tolerancia que se pedía al gobierno español para los católicos ingleses a los que se les prohibía allí el culto. Los periódicos españoles se ocuparon de esto durante meses, los más conservadores decían que lo que faltaría ya es una iglesia protestante en cada casa de un vicecónsul inglés ( no se estaban equivocando mucho). La cosa se calmó, ya no se habló más de este asunto y Carlos Pedro Gordón Prendergrast, a pesar de que Robert Peel pidiera que fuera inmediatamente retirado de su cargo, años después seguía siendo vicecónsul de Gran Bretaña en Jerez.

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(i) La voz de la Religión, Volumen 2 Editor    Imp. Calle del Humilladero, n. 14, por Manuel Martínez Maestre, 1840 pág 22

(ii) Los protestantes ingleses en el Jerez de 1861. http://www.jerezsiempre.com/index.php/Los_protestantes_ingleses_en_el_Jerez_de_1861