Idolatría de la comodidad

1. ¡La comodidad, una de las más devastadoras idolatrías!

2. La oración, a veces, requiere frenar los labios. Gran derrota (la peor, si cabe) obtendrá quien no es consecuente con aquello que en alto vocea.

3. Que tu palabra no sea rancia ni vaya cojeando por la vida.

4. ¡Escandalízate ante las explotaciones vergonzosas, ante las desigualdades más devoradoras, ante la falta de justicia con los que carecen de todo, ante la indiferencia por el bienestar de los que llamas, cacofónicamente, prójimos!

5. En los cielos aún se divisan algunas gotas que fue dejando la sangrante paloma.

6.  para la sociedad (no sólo para la iglesia) es cuando el cristianismo está vacío de Cristo, vacío de sus revolucionarias enseñanzas evangélicas, trunco de su Mandato total, de su traducción a la vida cotidiana de los hombres. El buenismo del que no rompe estructuras caducas (como lo hizo Jesús) poco tiene que ver con la transformación integral que salva e invita a integrarse tanto a satisfechos como a no creyentes. ¡Pobre Cordero de Dios, tan mentado pero tan poco acatado?

7. En la orilla del río estás para lavar las lágrimas de Tus ojos.

8. Aquellos cuyos abuelos o padres hasta ayer eran perseguidos, mañana bien pueden tornarse en perseguidores hasta colgar tu osamenta rebelde.

9. La manzana en el paladar: pocos se están quietos, mientras sucede.

10. Por Ti elevo nuevos cantos que flechan tu otra Realidad, tu constelada y herida Soledad.

11. Allí donde el relámpago llamea existe otro Edén que no ha caído.

12. Alguna vez también lee a Eurípides: “¡Ah!, ¡cuán bueno es todo para los generosos!”.

13. ¡El pájaro canta por el vergel herido!

14. Hubo una Internacional Comunista que quemó las esperanzas de la gente; hay una Internacional Materialista que ha enfriado el corazón de la gente. Hoy, hasta aquellos que hablan de esperanzas, se decantan mayoritariamente por la congelación. Y a quienes opinen lo contrario les digo que ya sé el sonsonete de las coletillas de siempre. Del dicho al hecho hay…

15. Has vuelto porque nadie ha podido encarcelar tu Espíritu.

16. Sólo desde el disimulo puedes entender la muerte, su lecho puesto a punto, su oblicua mirada, el ruido de sus toscos zapatos haciendo brecha en los pasillos de tu carne. Una vez más la tienes enfrente, obstinada en su penetración, eligiendo el costado de sombra donde depositar su rayo cegador, su cortante vencimiento. Trance falaz de lo restante, ¿cuándo desapareces?

17. La codicia creció por aquí más deprisa que las malas yerbas del campo.

18. ¡Desllena tu reloj, tiene demasiados minutos apresurados!

19. En tu escondedero vendarás sus llagas hasta devolverles algo de esperanza. Te apresurarás a alzarles del cayuco. Después, sólo después les dirás que las apariencias engañan.

20. Terminará por quebrarse (o desvanecerse) la urna de cristal donde te haces invisible al mundo.