La Habana (2)

Seguimos en La Habana. Lo he escrito más de una vez y no me importa repetirlo: La Habana es mucha Habana.

Ya has hecho un largo recorrido por sus lugares históricos y ambientes más modernos. Pero te quedan otras maravillas por ver y sentir: el arte, la cultura, los monumentos, los hoteles, las playas, los museos…

El que yo considero imprescindible de conocer es el Museo de la Revolución, situado en el antiguo palacio presidencial. Aquí vas a encontrar numerosos objetos conmemorativos, pinturas, fotografías, una exposición de la lucha del pueblo cubano por su independencia de la dominación colonial española, hasta la revolución que triunfó en 1959. El Museo Antropológico lo tienes en la Universidad de La Habana. Y muy cerca está el Museo Napoleónico. Por descontado, el gran Bonaparte nunca estuvo en Cuba. Casi todos los objetos que contiene fueron reunidos por Julio Lobo, quien durante 40 años estuvo llevando a su museo piezas de la época napoleónica que hallaba en países que visitaba. Tiene La Habana otros importantes museos dignos de un recorrido por sus salas, como el Museo de la Ciudad, el Museo de Armas, el Museo de Arte Colonial, el Museo Histórico de Guanabacoa y otros. Te acompaño hasta sus puertas. Descúbrelos por ti mismo.

Si eres amante de los monumentos te señalo algunos. Prescindiendo de templos católicos, estimo que debes tomar fotografías al llamado “La noble Habana”, con la estatua de la joven que lo preside, regalo a la ciudad del Conde de Villanueva en 1837. Sigue con la cámara de fotos en posición de disparo hasta el Monumento a Máximo Gómez, el más guerrero y más noble de los generales que se sublevaron contra la colonia. Cuando logró expulsar por las armas a los españoles, renunció a aceptar la presidencia de la República.

Ayudante de Máximo Gómez primero y luego general victorioso en batallas contra las tropas españolas fue Antonio Maceo, otro héroe de Cuba. Murió en combate frente a las fuerzas dirigidas por el comandante Cirujeda, de las tropas enviadas a Cuba por las Españas. El monumento erigido a su memoria en 1916 fue obra del italiano Doménico Boni.

Metido en estas andaduras acércate hasta el monumento a los expedicionarios del Gramma. Se encuentra ubicado en la parte trasera del Museo de la Revolución. En un pabellón de cristal y cemento se conserva el yate Gramma, el barco que en 1956 llevó de Méjico a las playas de Cuba a 82 guerrilleros dispuestos a derrocar el régimen del dictador Batista. La improvisada tropa estaba mandada por Fidel Castro y el argentino Ernesto Che Guevara.

Está claro que una ciudad como La Habana, donde abundan las construcciones históricas, los monumentos que te he señalado no son los únicos. Si prolongas tu estancia en esta joya de las Antillas, tiempo tendrás para descubrir los que a mí se me escapan.

No quiero eludir el tema religioso. Se cree que el Gobierno cubano tiene prohibidas las creencias y manifestaciones religiosas. Pues no. Además de la catedral católica, de la que ya te he hablado, tienes una Iglesia episcopal en la calle 6, una Iglesia metodista en la calle K, una Iglesia bautista en la calle J y dos más en la Avenida 53 y la calle Zulueta, una Iglesia pentecostal en la Avenida 71, una catedral ortodoxa en la calle Churruca, una Iglesia interdenominacional también en la calle K y una Iglesia de Cristo, muy frecuentada los domingos, en la calle 10 de Octubre.

La principal logia masónica está en la Avenida Salvador Allende, la Sinagoga judía la puedes visitar en la calle I y la sala de rezos de los árabes en la Habana Vieja, calle Oficio. Centros dedicados a los cultos afrocubanos los encuentras por decenas en la ciudad, especialmente en la parte vieja. Uno de estos cultos, los Yoruba, está en el Paseo del Prado.

Quiero creer que también te interesa la cultura, u otro tipo de cultura (así queda mejor). Te recomiendo las galerías de arte, buenas, buenísimas. ¿Exagero? Compruébalo por ti mismo.

Si el fin último de la ciencia es la verdad, el fin último de las artes es el placer.

Estos placeres los encuentras en La Habana. Sus galerías de arte pueden ser visitadas de martes a sábado. Si te decides entrar en alguna de ellas te recomiendo en primer lugar el Museo Nacional de Bellas Artes, en la calle Trocadero. Hallarás buenas pinturas de maestros holandeses y otros extranjeros. En la sala dedicada al arte cubano encontrarás obras que son la expresión de una máxima, el apogeo del genio de varios pintores. Otros importantes centros de arte son la Galería Latinoamericana, la Galería Ho-Chi-Minh, la Galería de La Habana, las tres en la zona del Vedado. En la parte vieja de la ciudad tienes la Galería de la Plaza, y tirando hacia Centro Habana, la Galería del Arte y la Galería Centro de Arte Internacional. No hagas caso a Petronio cuando dijo que el amor al arte nunca enriqueció a nadie. Confía más en el dicho de Séneca: “Las artes liberales no nos pueden dar la virtud, pero preparan nuestra alma para recibirla”.

Arte es también el teatro. El teatro es una construcción viva. Es la forma de expresión más completa. Es el arte convertido en drama.

La Habana tiene nueve teatros, en los que hay casi a diario diferentes espectáculos. Te cito algunos: El Teatro Nacional García Lorca, en el Paseo del Prado y Boulevard San Rafael; el Teatro Nacional, en la Avenida Paseo, frente a la Plaza de la Revolución, es el más moderno de los teatros cubanos; el Teatro Karl Marx, en Miramar; el Teatro Musical de la Habana, en la calle Consulado, especializado en comedias musicales. El Teatro José Martí, dedicado a operetas y piezas burlescas, es también utilizado para eventos políticos.

Arte es también la educación y la literatura. No esperes mucho, las páginas se terminan. Pero creo que estás obligado a conocer la Universidad de La Habana, a doscientos metros de la Rampa, por la calle L. Data de enero 1728, cuando fue construida por aquella España católica con el nombre de Real y Pontificia Universidad de San Jerónimo de la Habana.

La Biblioteca Nacional José Martíse encuentra en el entorno de la Plaza de la Revolución. Tiene varios millones de libros. En esta Biblioteca investigué varias semanas para escribir mi biografía de Frank País, libro que se publicó primero en Madrid y luego en La Habana, donde ya va por la tercera edición.

Entre la Avenida G y Malecón tienes la Casa de las Américas, de la que se dice que es la institución cultural cubana más conocida en el mundo.

No abandones La Habana, por favor, no te marches de aquí sin conocer el mundo de Ernesto Hemingway, de quien ya dije algo en el inicio de estos trabajos.

Hemingway, Premio Nobel de Literatura, vivió 22 años en La Habana y aquí escribió sus novelas más leídas. Son conocidas sus frecuentes visitas a los bares-restaurantes “Floridita” y “La Bodeguita del Medio”, donde solía degustar los deliciosos daiquiris y mojitos. En el “Floridita” se expone, a la entrada, un busto de Hemingway. Cerca del “Floridita” se encuentra el Hotel Ambos Mundos, donde el escritor solía pernoctar cuando estaba en La Habana. La habitación fue siempre la misma: sin número en el cuarto piso. Sube a verla. Si te gusta la literatura seguro que te emociona. El Hotel cobra dos pesos, menos de dos euros, por llevarte en el ascensor hasta el cuarto. Más tarde el escritor decidió trasladarse a una tranquila casona de la Finca La Vigía, ubicada en las afueras de la ciudad. Primero la alquiló por cien dólares mensuales; cuando las novelas que iba escribiendo enviaban dinero a sus bolsillos, la compró por 18.000 dólares, pago al contado.

La Finca Vigía alberga hoy la casa-museo Ernesto Hemingway. Llegó a tener allí 9.000 libros, además de 4 perros y 57 gatos. Si te interesa el tema, las agencias de viajes te organizan una excursión que incluye visita a “La Bodeguita del Medio” y el “Floridita”. Te obsequian con mojitos y daiquiris. Luego te enseñan la habitación que ocupaba el escritor en el Hotel Ambos Mundos. El autocar continúa a Cojimar, un pueblo de pescadores ubicado al este de La Habana. En el restaurante “Las Terrazas” escribió Hemingway varios capítulos de “El Viejo y el mar”. Allí solía acudir a comer y a beber. Prueba el pescado fresco, fresquísimo que sirven a la plancha en “Las Terrazas” y olvídate de que el mundo existe. Sin tiempo para hacer la digestión te llevan a la finca La Vigía, convertida en Museo Memorial después de la muerte por suicidio del más grande novelista del siglo XX.

Si quieres completar el circuito Hemingway debes enfilar el coche por la Quinta Avenida, pasar el túnel en dirección a Jaimanita y Santa Fe. Pronto verás el gran complejo hotelero, turístico y náutico llamado Marina Hemingway. Allí guardaba el escritor su yate Pilar. En la amplia zona residencial se halla el Hotel “El Viejo y el mar”.

¿Despiste mío? No. Intencionalidad. No te he guiado por los hoteles de La Habana. ¿Para qué? ¡Son tantos y tan buenos! Tendrás que elegir de acuerdo a tu presupuesto. Cuenta con unos 150 dólares si quieres dormir en un cinco estrellas, como el “Habana Cohiba”. Por unos 20 dólares puedes quedarte en casas de alquiler, controladas por el Gobierno, legalizadas. Son buenas, limpias, buen servicio. Estarás en un ambiente familiar.

Aunque no alquiles habitación en el Hotel Nacional, debes verlo y fotografiarlo. Se remonta a 1930. Se alza sobre una colina frente al mar, entre las calles 21 y 0. Si el Dios Todopoderoso plantó el primer jardín en Edén, los demás jardines ordenó que fueran plantados en los terrenos que ocupa el Nacional. Este hotel cuenta además con un cabaret que se ha hecho famoso en La Habana: “Le Parisién”.

Tampoco te he guiado por los restaurantes de la ciudad. Ni pienso hacerlo. Son tantos que tendrás que elegir de acuerdo a los pesos que lleves en la cartera: Desde una hamburguesa, una pizza, un plato de espagueti o medio pollo frito en los chiringuitos que dan el Malecón o en La Habana Vieja, donde no gastarás más de cinco o seis pesos, hasta los más sofisticados como “La Cecilia!, el “1830”, “El Templete” y otros semejantes, donde por un almuerzo te pueden cargar entre 20 y 30 pesos. Como en el caso de los hoteles, en La Habana abundan cada vez más los llamados “Paladares”, instalados en casas reconvertidas, con pocas mesas. Buena atención. Buena comida. Buen servicio. Buenos precios.

Tampoco he mencionado las playas. La Habana ciudad no tiene playas. Has de atravesar el túnel de la Bahía y alejarte unos 25 kilómetros hasta llegar a las playas del Este. En “Mi Cayito” te sorprenderán dunas de arena blanca y aguas color esmeralda que nada tienen que envidiar a Varadero. Otras playas de la zona son Santa María del Mar, Tarará, Guanabo, Brisas del Mar, etc. En todas ellas encuentras establecimientos que te ofrecen la comida y bebida que desees, como degustar el agua de coco en la misma orilla.

Te dejo. Te he guiado por los lugares más pintorescos, más turísticos, más dignos de ver en La Habana. He sorteado otros, naturalmente. Por un lado, me ha faltado espacio, no conocimiento. Por otro, si lo descubro todo, ¿qué te queda a ti por explorar en esta linda ciudad que la mafia yanqui de los años 30 y 40 llamaba la “Monte Carlo del Caribe?