El norteamericano Ernesto Hemingway, Premio Nobel de Literatura en 1954, quien vivió en La Habana 22 años y allí escribió algunas de sus novelas más leídas, entre ellas EL VIEJO Y EL MAR, opinó así de la capital de Cuba: “La Habana posee un encanto que no tienen otras ciudades de la América Latina. La Habana te abraza desde el instante que llegas a ella, te absorbe, te envuelve entre su cuerpo como una amante celosa”.
No es que sea difícil, es que resulta completamente imposible describirte en cuatro párrafos la grandeza, la belleza de esta ciudad que fascina, que cautiva sin que uno lo note.
Puedes empezar a conocer La Habana por uno de estos dos puntos: La Habana vieja, declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, cuyo centro es la Plaza de Armas, o por la Plaza de la Revolución, corazón de La Habana nueva, donde se levanta una imponente estatua de José Martí, considerado el héroe por excelencia de Cuba.
Teniendo en cuenta que en La Habana hay mucho que ver,
mi consejo es que empieces a caminar por el centro histórico de la ciudad, conocido como La Habana vieja: La Plaza de Armas. Aquí se sitúa el mayor interés turístico de la capital. El nombre le viene de época de la colonia. Era el lugar donde las fuerzas españolas ensayaban sus ejercicios militares.
Cerca de la Plaza de Armas tienes
la Plaza de la Catedral, con edificios de gran valor arquitectónico que empezaron a construirse a finales del siglo XVII.
Si eres católico y te gustan las catedrales, entra y reza en esta. El interior es monumental e impresionante. La primera piedra la incaron en tierra los jesuitas, cuando en los calendarios asomaba el siglo XVIII. En un país supuestamente comunista y supuestamente laico he contado siete templos y conventos católicos en un reducido espacio de la ciudad como es La Habana vieja.
Espera. No abandones aún esta joya.
Llega hasta la loma de la Cabaña y detente en el fuerte del Morro. La Cabaña fue construida por los españoles y destinada al encarcelamiento de los llamados rebeldes. Su foso fue sitio de fusilamiento. Esa ha sido la historia universal desde sus inicios: cárceles, guerras, fusilamientos, sangre, el sudor de los héroes, sangre que siempre quiere más sangre. ¡Maldición! Al triunfo de la Revolución cubana en enero de 1959 la Cabaña fue tomada por Che Guevara y allí instaló su comandancia. Quédate por aquí hasta las nueve de la noche. Es cuando tiene lugar la vistosa ceremonia del disparo del cañonazo.
En la calle Leonor Pérez, esquina a Egido, se encuentra la casa –museo donde el 28 de enero de 1853 nació José Martí, héroe nacional del pueblo cubano. Como militar, como político, como revolucionario, Martí ocupa muchas páginas en la literatura de los pueblos. Yo lo prefiero en su faceta de intelectual, como escritor. Tengo en mi biblioteca los 27 tomos que forman sus Obras Completas, publicados en La Habana en 1975 por Editorial de Ciencias Sociales. La literatura de Martí es un cerebro que habla, un corazón que llora.
Es claro que no he mencionado absolutamente todos los lugares de interés que puedes encontrar en La Habana vieja. Pero estas páginas no dan para más. Ya te lo advertí.
Sigue por las zonas conocidas como Centro Habana y Habana Moderna. ¿Por dónde empezar? Por donde quieras. Si eres comilón y bebedor aquí encontrarás dos lugares emblemáticos: El bar-restaurante “La Bodeguita del Medio” y el “Floridita”, inmortalizados por la presencia constante de Hemingway en ellos.
Déjate de beber o comer y párate frente a la imponente mole del Capitolio Nacional, construido entre 1925 y 1929. Es copia fiel del Capitolio de Washington. Antes de la revolución fue la sede de la Cámara de Representantes y del Senado de la República. Actualmente alberga la Academia de Ciencias de Cuba. En su entorno puedes echar una ojeada al Parque Central, que marca la frontera entre las dos Habanas. Y, si te animas, puedes bajar por el Paseo del Prado, punto de reunión de la antigua sociedad habanera, hasta el Malecón.
¡El Malecón! ¡Qué delicia de muralla haciendo frente a las olas marítimas, muy fuertes en algunas épocas del año. La Calzada del Malecón es un portentoso muro de piedra que contiene la entrada del mar hacia la ciudad. Constituye un largo paseo costero. Centenares de personas, especialmente jóvenes, se dan allí cita al caer la tarde. Cuando sopla fuerte el viento del norte, que suele ocurrir entre noviembre y marzo, el Malecón queda desierto, abatido por olas de varios metros de altura.
Si vas conduciendo, abandona el Malecón antes de llegar al puerto viejo y entra al Túnel de la Bahía. Después de cruzar sus 735 metros te encontrarás en la Habana del este, de cuyas playas te hablaré dentro de poco.
Si regresas al Malecón cuando hayas pasado el túnel conduce en dirección contraria. Llega a la altura de los hoteles “Riviera” y “Meliá Cohiba”, gira a la izquierda y agarra la calle Paseo arriba
hasta la Plaza de la Revolución. Dice Tamargo que “no hay visitante que llegue a la capital de Cuba y no exprese su deseo de conocer la Plaza de la Revolución”. Coincido con él. Aquí se encuentra el palacio gubernamental, sede del Comité Central del Partido Comunista, del Consejo de Estado y la presidencia del Consejo de ministros. En la fachada del Ministerio del Interior se expone una gigantesca fotografía del comandante Che Guevara. Junto al Che, en otro edificio cercano, la imponente imagen de Camilo Cienfuegos. En el centro de la plaza se levanta en forma de obelisco el monumento a José Martí. Junto a la fecha del nacimiento del gran político e intelectual se puede leer esta inscripción: “Los niños son la esperanza del mundo”.
No descuides
una visita al Cristo de La Habana, que se alza en una amplia explanada en el tranquilo pueblecito marinero de Casablanca. Puedes abordar una lancha en el embarcadero del muelle de la Luz o conducir tu coche hasta el Instituto de Metereología y de aquí al Cristo.
El Cristo de La Habana es una estatua monumental de 15 metros de altura sobre un pedestal de 3 metros de alto. La figura permanece de pie, mirando hacia la ciudad, con una mano sobre el pecho y la otra en actitud de bendecir. Su autora fue la escultora cubana Jilma Madera. La obra fue ejecutada en Italia en mármol de Carrara. Está considerada, según dicen, como la escultura más grande del mundo hecha por una mujer. Fue inaugurada el 25 de diciembre de 1958.
Cometerías un pecado mortal, de esos que ni el cielo perdona, si te fueras de La Habana sin una visita al Cristo. No por su simbolismo religioso, no, sino por la vista impresionante que se percibe. Desde esa explanada abarcas toda la preciosa Bahía de La Habana y gran parte de la ciudad. Yo me he sentado allí algunos atardeceres sólo para contemplar el mar y los edificios que, como centinelas nocturnos, se alzan al otro lado de la Bahía.
Cuando en mi libro de viajes “Alforjas y Caminos” escribí sobre Manila, capital de Filipinas, dije que las ciudades, como las mujeres, son más hermosas de noche.
¿Te gusta la vida nocturna? Las noches en La Habana se prolongan hasta el día siguiente. Casi todos los centros nocturnos cierran hacia las tres de la madrugada. Si te interesa el recorrido pregunta en el hotel donde te alojes. Hay agencias que ofrecen visitas guiadas a “las noches coloniales” de la capital. Cabarets, restaurantes, bares, discotecas, conciertos, espectáculos. No debes perder el del Tropicana, cabaret y restaurante. Los entendidos dicen que este cabaret , que nació en la década de los 40, conjuga la poesía y el buen gusto para ofrecer el espectáculo más interesante y único del mundo. Se halla instalado en un centro de árboles y palmeras que ocupan una extensión de 3.600 metros. Su famoso tema musical dice: “Tropicana de ensueños, ilusión en la noche, las estrellas distantes y alegres te saludan de cerca”.
Tienes donde elegir entre otros muchos centros nocturnos: Atelier, Barbaram, Gato tuerto, Johny´s 88, Karachi, La Gruta, Pico Blanco, Rincón Bohemio, Tikoa, todos ellos en la zona del Vedado. Si quieres algo más relajado acude a Dos Gardenias. Aquí puedes cenar y escuchar música romántica, especialmente boleros.
Aún procurando la máxima síntesis y marginando otros lugares que pueden interesar al visitante, La Habana no cabe en un artículo. Es demasiado grande. La semana próxima seguiremos en la capital de Cuba.
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