Tengo ante mí dos libros con idénticos títulos pero escritos por diferentes autores. Uno está en francés, LES FINANCES DU VATICAN, de Jean-Jacques Thierry. El otro es de Corrado Pallenberg, LAS FINANZAS DEL VATICANO.
Ambos
describen el Vaticano como una de las mayores potencias económicas del mundo, sobre cuyos capitales e inversiones mantiene un secreto obstinado.
El libro de
Pallenberg –hijo de padre alemán y madre italiana- detalla los nombres de las principales sociedades y bancas italianas y extranjeras en las que el Vaticano ha invertido sus capitales o con las que mantiene relaciones de negocios. Según Pallenberg, una leyenda que rodea las finanzas del Vaticano gira en torno “a la habilidad de sus agentes. Los financieros vaticanos –añade- tanto eclesiásticos como laicos, gozan por parte de la Prensa, y particularmente de la Prensa extranjera, de poseer una varita mágica (o la inspiración del Espíritu Santo) que les permitiese transformar en oro todo cuanto tocan”.
Jean-Jacques Thierry, periodista francés, autor de libros como EL VATICANO SECRETO, EL OPUS DEI, MITO Y REALIDAD, LA TENTACIÓN DEL CARDENAL y otros sobre la Iglesia católica, responde en su libro a preguntas de este tipo: ¿De dónde viene el dinero de San Pedro? ¿Qué uso se hace del mismo? ¿Quién lo recibe y quién lo distribuye?
El autor levanta el velo de uno de los grandes secretos mejor guardados del mundo, la riqueza del Vaticano. Estos secretos, argumenta el también francés Jean Francois Lamar en EL VATICANO SE VENDE, han dado lugar a numerosos escándalos financieros.
Uno de ellos, que obligó a los periódicos a emplear cantidades de tinta y papel en su tratamiento, fue
la quiebra del Banco Ambrosiano de Milán a principios de 1982. El Ambrosiano era conocido como “el Banco de los curas”. Sus directivos rezaban el rosario antes de tratar el orden del día.
La inspección judicial descubrió un “agujero negro” de más de veintiún mil millones de pesetas de aquellos tiempos. De su presidente, el dinámico y beato Roberto Calvi se dijo que estaba vinculado a la mafia y pertenecía a una Logia masónica. El 17 de junio de 1982 Roberto Calvi apareció colgado de un puente sobre el río Támesis, en Londres. Todavía, después de treinta años, la investigación judicial sigue en curso. Se maneja la teoría de que no fue suicidio, sino asesinato.
Ahora le llega el turno a uno de sus sucesores, Gotti Tedeschi. Este hombre, de 67 años, miembro del Opus Dei, representante del Banco Santander en Roma, fue brutal y desconcertantemente destituido de su cargo el pasado 24 de mayo. Ocupaba la presidencia del Instituto de Obras para la Religión (IOR), conocido coloquialmente como la banca vaticana.
Según relata Eusebio Val, corresponsal del diario LA VANGUARDIA en Roma, citando fuentes de la prensa italiana, el martes 5 de junio agentes de paisano se presentaron en la residencia particular de Tedeschi. Los agentes sólo buscaban pruebas relacionadas con un escándalo de pago de comisiones ilegales, pero
se encontraron con un abultado “dossier” en el que había documentos con referencias embarazosas sobre políticos italianos, altos prelados del Vaticano y hasta correspondencia del banquero con el Papa. Entre los documentos, una frase de Tedeschi que reprodujo el diario IL FATTO QUOTIDIANO: “En el Vaticano he visto cosas para tener miedo”.
Fue tal vez este miedo o pensando en su antecesor Roberto Calvi lo que llevó a Tedeschi a redactar una esquela hallada entre sus documentos: “Si me asesinan, aquí dentro están las razones de mi muerte”.
Para el Vaticano era un hombre clave. En su Banco se calculan unos nueve mil millones de euros en depósito. Numerosas cuentas registradas sólo con un código cifrado que hasta el propio Tedeschi ignoraba a quienes pertenecían. El banquero creía que en una de las cuentas secretas se podría ocultar Matteo Messina Denaro, gran capo de la mafia Cosa Nostra, a quien se achacan medio centenar de asesinatos. Tedeschi averiguó cuanto pudo y escribió una lista con los nombres de algunas de las personas que podrían ser titulares de los depósitos secretos. Esa lista formaba parte del “dossier” que confeccionó para que saliera a luz pública en caso de que fuera asesinado.
En la alta cúpula del Vaticano cunde el nerviosismo ante los secretos que puedan salir de los documentos en poder del banquero. Y se han apresurado a declarar que tienen “la máxima confianza en que las prerrogativas soberanas reconocidas a la Santa Sede por la legislación internacional sean adecuadamente aplicadas y respetadas por las autoridades judiciales italianas”. Una frase –escribe la periodista Irene Hernández desde Roma, “que ha sido interpretada por la gran mayoría de los vaticanistas como una sutil advertencia a los magistrados italianos para que no se les ocurra husmear en el Banco Vaticano”.
Casualmente -¿o no tan casual?- el banquero Tedeschi fue destituido al mismo tiempo que se catapultaba al supuesto espía Gabriele, de quien escribí la pasada semana. Los centenares de documentos secretos que ya maneja la prensa italiana, los que figuran en poder de Gabriele y los que conserva Tedeschi, están poniendo nervioso al Vaticano, ante lo que pueda salir a relucir. Algunas fuentes afirman que el Papa llora.
El tema del supuesto espía aún colea en la prensa española. En un reciente artículo publicado por Santiago Roncagliolo en las páginas de EL PAÍS SEMANAL (17-6-2012), el periodista recordaba opiniones de la prensa italiana: “El Papa tiene 85 años y en cualquier momento requerirá sucesor. ¿Fue un cardenal ambicioso el que encargó las filtraciones? ¿Gabriele actuó por dinero? ¿O lo hizo por idealismo, asqueado por la corrupción que rodea al Papa, ese pastor entre lobos?”
En el Vaticano no saben, no contestan
En cuanto a la situación del presidente de la Banca Vaticana, Gotti Tedeschi, de momento no está preso, aunque sí defenestrado. Dos fiscales de Nápoles prosiguen las investigaciones, pero no podrán ir más allá de lo que el Vaticano les permita. Topar con la Iglesia, en opinión de mi señor Don Quijote, es romperse la crisma. Y hasta el alma.
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