Esta operación consiste en su retirada de Irak. Con ella el número de soldados norteamericanos en Irak bajará de 170.000 a 50.000.
¿Y ahora qué?
En marzo del 2003 otro presidente del mismo país, George W. Bush, emprendió la “Operación Libertad Iraquí”. El 19 dio órdenes de arrojar las primeras bombas sobre Bagdad. Días después declaró a través de la radio: “Que Dios bendiga a nuestro país y a todos los que están dispuestos a defenderlo”. Enrolar a Dios en conflictos bélicos ha sido una mascarada religiosa y política desde el principio de los tiempos.
En siete años de duros combates Irak es hoy día un país devastado, al borde de una guerra civil, con presencia cada vez más numerosa y más fuerte del ejército terrorista de Al Qaeda.Millón y medio de iraquies se han visto obligados a abandonar sus hogares. Unos 200.000 civiles han perecido desde la invasión en marzo del 2003. Más de un millón de refugiados residen en el extranjero. Algunas fuentes calculan que son tres los millones de huidos. Los países invasores han dejado en Irak 4.200 soldados muertos, en su mayoría estadounidenses. El coste humano de esta guerra inútil ha sido desorbitado, tanto como el coste económico, que para Estados Unidos ha supuesto la inversión de 700.000 millones de euros.
El periodista Juan Miguel Muñoz decía que ahora mismo Bagdad es un laberinto de muros de hormigón que cercan todos los edificios y algunos barrios conflictivos. Hadi Al Aman, uno de los políticos destacados que han marcado la reciente historia de Irak, ha afirmado recientemente que el país “se dirige a una explosión social”.
¡Qué lástima!
La guerra iniciada por el presidente Bush hace siete años ha destruido un país eminentemente bíblico, considerado la cuna de la humanidad: La antigua Mesopotamia. El país donde se cree estuvo el huerto de Edén; el país de los ríos Éufrates y Tigris; el país donde se encuentra la ciudad de Ur, allí vivió Abraham antes de salir hacia Canaán; el país donde se inició la edificación de la torre de Babel; el país de la Babilonia construida por Nimrod, nieto de Noé; el país donde se hizo fuerte el rey Nabucodonosor; el país al que fue llevado cautivo el pueblo de Israel; el país donde Nabucodonosor tuvo sueños que sólo Daniel fue capaz de interpretar; el país de los jardines colgantes….
Y esa destrucción, ¿por qué? ¿Para qué? Se justificó la invasión con el pretexto de que Sadán tenía armas de destrucción masiva, cuando los propios invasores sabían que no era verdad. El presidente José María Aznar, que involucró España en la guerra de Irak, confesó el 7 de febrero de 2007: “En Irak no había armas de destrucción masiva. Eso lo sabe todo el mundo y yo también lo sé ahora. Tengo el problema de no haber sido tan listo de haberlo sabido antes”.
La clave de la invasión de Irak habría que buscarla en Israel. Según el periodista José Vidal Beneyto, el presidente Bush estuvo muy influenciado por asesores israelitas próximos al sector de la defensa de Estados Unidos como Paul Wolfowitz y otros políticos incondicionales de Israel y del entonces presidente Ariel Sharon. Otro gran periodista español, Luis María Ansón, por entonces director del diario “La Razón”, afirmaba en un cuidadoso artículo que la guerra de Irak se hizo “por exigencia de Sharon y el lobby judío norteamericano”. Israel no estaba dispuesto a que en su entorno existiera un país árabe con mayor potencia militar que la suya. Siempre según Ansón, el presidente de Israel, Ariel Sharon, dijo al presidente George W. Bush: “O atacas tú o ataco yo”.
Y Bush atacó.
Ahora Obama dice que Estados Unidos se va de Irak.Este fue su anuncio: “Dejadme que os lo diga de la forma más clara que pueda: El 31 de agosto de 2010, nuestra misión de combate en Irak habrá terminado”.
¿Qué queda atrás? Un país destruido, con políticos, militares y religiosos enfrentados, una media de 300 muertos al mes por ataques terroristas y lo que está por llegar, un panorama negro, una matanza prolongada, una esperanza fallida.
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