El pasado mes de octubre se presentó en Roma el resultado de una cumbre social que estudió el tema del miedo en las grandes ciudades de América, Europa y Asia. Se entrevistó a 5.000 personas entre 15 y 75 años. El resultado de la encuesta sí que es de auténtico miedo. El 90 % de los entrevistados dijo sufrir algún tipo de miedo. De éstos, un 42% declaró sentir un miedo muy fuerte, pánico ante la incierta situación que se está viviendo.
El 2008 acabó. Todo acaba alguna vez. También nosotros acabaremos en el tiempo. Hemos entrado en el 2009 con predicciones apocalípticas. Dicen que se duplicará el número de parados. Que otros vivirán con el miedo a perder lo que tienen. Dicen que este será un año negro, un año horrible. Que el terremoto financiero nos hará a todos más pobres. Que seguirán quebrando grandes empresas. Que entramos en un período de inestabilidad y de grandes cambios sociales. El cantautor y escritor Luis Eduardo Aute ha dicho que esto que estamos viviendo es peor que una crisis, es una mutación, el fin de algo. En España y otros países europeos la inflación constituye una amenaza galopante. La economía se encuentra en plena recesión y camino de la depresión. Los mayores están quedando sin empleo y los jóvenes no encuentran un primer trabajo. Esto ha hecho que el año pasado 80.000 jóvenes españoles hayan solicitado entrar en el ejército, donde cuentan con paga fija a fin de mes.
La crisis mundial que amenaza con arrastrar al paro y a la pobreza a millones de personas también afecta a los ricos. Primero fue el francés Thierry Magon de la Villehuchet, gestor de un fondo financiero en Nueva York, quien se pegó un tiro en su oficina de la gran ciudad norteamericana. El pasado 6 de enero le imitó el magnate alemán Adolf Merckle, a quien se calculaba una fortuna de 7.000 millones de euros. Al ver sus empresas arruinadas se tendió sobre los raíles del tren y murió troceado por la máquina. De cada cien españoles, 64 han dicho que el 2009 traerá oscuros nubarrones y será mucho peor que el 2008.
Hay miedo, mucho miedo. Y aquí radica la tragedia.
Quien vive con el miedo en el alma jamás será un ser libre; el miedo esclaviza. Debilita. La más peligrosa de todas las debilidades es el miedo. Crea un estado de debilidad y de impotencia que facilita la victoria del enemigo sobre la voluntad.
En un elevado porcentaje de personas y de situaciones el miedo al futuro carece de sentido. Es querer cruzar el puente antes de llegar a él. Parodiando palabras de San pablo, a cada día bastan sus miedos. No hay por qué anticipar los del mañana. Ante el miedo, el alma humana se empequeñece.
En el Nuevo Testamento, la irrupción de lo sobrenatural nos previene con un “
No temas”. El verbo transitivo “temer” se conjuga unas diez veces en los Evangelios en sus diferentes acepciones, siempre en palabras de Cristo, que son palabras de confianza, de seguridad, de optimismo, de tranquilidad. Palabras de ánimo y de esperanza. Palabras de vida.
No tener miedo a lo que pueda ocurrir a nuestros cuerpos. Aún cuando perezcan de hambre, de sed o de enfermedades, en su interior albergan un alma inmortal:
“No temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar” (
Mateo 10:28).
No tener miedo a esa supuesta y alarmante crisis cuya noticia ocupa cada día las primeras páginas de los periódicos, las emisoras de radio y televisión. La fe en Dios es uno de los principios fundamentales de la doctrina de Cristo. La conciencia de sabernos protegidos por Dios se apoya en que si El se ocupa de criaturas insignificantes como los pajarillos en libertad, cuánto más se cuidará de nosotros, sus hijos:
“No temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos” (
Mateo 10:31).
No tener miedo al griterío que pretende abatirnos. Aprendamos con Machado a distinguir entre las muchas voces una, sólo una voz, la del Maestro que calma las tempestades y nos susurra al oído:
“Tened ánimo; Yo soy, no temáis” (
Mateo 14:27).
No tener miedo ante nuestra pequeñez numérica. Somos setecientos millones cristianos evangélicos en un mundo de 7.000.000 millones de habitantes. Formamos pequeñas congregaciones de creyentes que pasan inadvertidas en el maremágnum social que nos rodea. Rebaño pequeño, incomprendido y discriminado, lo exiguo del número puede hacernos temer. Pero Jesús es uno de nosotros. Desde su fortaleza divina nos dice:
“No temáis, manada pequeña” (
Lucas 12:32).
Los cristianos no debemos temer, como quienes sólo tienen su mirada en el suelo, ante las catástrofes que los agoreros de siempre profetizan para este año 2009.No debemos temer porque somos el pueblo de Dios, hijos Suyos e instrumentos de sus designios. Desde el fondo de la historia bíblica nos llega el eco de Su Voz apaciguadora:
“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (
Isaías 41:10).
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