La Biblia, el Libro de Dios, habla mucho de los jóvenes. En un pasaje que se encuentra en el Antiguo Testamento, en el libro de Eclesiastés, hay una referencia directa. Este libro fue escrito por el rey Salomón, el tercer rey que tuvo Israel, hace 3.000 años.
Voy a transcribirte un texto que se encuentra en el capítulo 11 de este libro antiguo. Dice así:
“Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios.”
“Quita, pues, de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad.”
“Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento; antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras la lluvia” (
Eclesiastés 11:9-10 y 12:1-2).
La conclusión a la que llega el autor del libro es que hemos de aceptar la vida como un don de Dios.
La vida es bella y los jóvenes deben disfrutarla con la alegría sana de la juventud, cuando el cuerpo goza de más salud y está en mejores condiciones de disfrutar los placeres cotidianos.
La recomendación a seguir los impulsos del corazón y los atractivos de los ojos es una invitación a gozar de los placeres normales y las satisfacciones legítimas que están dentro de la ley moral y de la ley espiritual. Pero la Biblia, en el pasaje leído, va más allá.
Después de la invitación a gozar de las alegrías de la vida te advierte contra un peligro. Que vivas entregado solamente a los placeres de la edad y te olvides de tu Creador, de Dios.
Si obraras así estarías cometiendo un tremendo error.
Porque la vida no es solamente la juventud.
Enfocando el problema desde una perspectiva realista, dice que la edad juvenil es vanidad. Con esto no quiere decir que la etapa de la juventud sea insignificante o pérdida de tiempo. No. En absoluto. Está simplemente diciendo que la adolescencia y la juventud son transitorias.
Que a la primavera sucede el invierno.
Que la noche llega después del alba.
Que los cabellos blancos se tornan grises o desaparecen por completo.
Que debes vivir el presente de la juventud pensando en el futuro de la edad madura y de la vejez.
¡Futuro! Qué adjetivo tan misterioso, tan cargado de incertidumbre! Se ha sembrado la palabra futuro, pero no ha brotado todavía. Las tinieblas cubren los acontecimientos del futuro.
El apóstol Santiago dice que no te jactes del día de mañana, del futuro, porque nadie sabe qué dará de sí el día de mañana.
¿Cómo será tu futuro? ¿Qué esperas del día de mañana?
El mundo que tienes ante ti no es precisamente un mundo amable. Vivimos sobre la rueda de una noria. Los valores y las personas están en movimientos continuos. En permanente traslación.
Tu futuro no es precisamente brillante. Un clima de violencia y de inseguridad impera en todo el mundo. La crisis económica afecta a todos los países, a unos más que a otros. La falta de oportunidades para los jóvenes es evidente. El paro juvenil es dramático en Europa, en Asia, en África, en América Latina y, en menor escala, en Estados Unidos. Los jóvenes terminan la Universidad y no encuentran el trabajo que les gustaría realizar…
(Continuará)
Si quieres comentar o