Con todo, el periódico siguió adelante con su proyecto y ya conocemos los resultados.
A mi me resulta difícil de entender que después de catorce siglos de islamismo, una religión que hoy engloba a mil quinientos millones de seguidores, Europa siga sin comprender la relación de Mahoma con el Islam, diferente de la de Jesucristo con el Cristianismo.
Reírse de la religión forma parte de la cultura occidental. De aquí que se entienda poco la reacción del mundo musulmán cuando se ultrajan sus símbolos religiosos. La presidenta de "Reporteros Sin Fronteras", María Dolores Masanas, dijo en la primera cadena de Televisión el lunes 6 de los corrientes a las diez de la mañana que en España se caricaturiza a Dios, a la Virgen, a Jesucristo, al Papa, y no pasa nada. Con el mismo tino disparatado, el presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, declaró el día siguiente a la prensa que él expresaba su solidaridad "con todos aquellos que ejercen la libertad de expresión, aunque lo que digan no guste". Puede que no guste o no importe. Tal vez un católico nominal no sienta la religión como puede sentirla un musulmán convencido.
Aquí radica la esencia del problema. En los países católicos, protestantes, anglicanos, y ortodoxos de Europa y las dos Américas, las críticas contra la religión producen carcajadas en lugar de indignación. La película francesa "Je vous salue, Marie", donde se presenta a la Virgen María sorprendida en juegos sexuales, hizo furor en Francia. "La vida de Brian" lleva 25 años llenando las salas cinematográficas del mundo, y es lo más blasfemo para el Cristianismo que ha producido el cine.
En "La última tentación de Cristo", Martín Scorsese presenta a un Jesús que roza la homosexualidad y al mismo tiempo insinúa amores con Maria Magdalena, caracterizada de prostituta. El 21 de abril de 2004 se estrenó en el Círculo de Bellas Artes de Madrid la obra "Me cago en Dios", que criminalizaba la religión y símbolos del Cristianismo. Todavía se está representando en teatros de la Comunidad de Madrid "Yo Satán", versión teatral de una novela de Antonio del Olmo. El humor que pretende la obra consiste en ridiculizar a personajes destacados de la religión, llegando con su mofa al Vaticano. En la apertura de la Feria de Arco en Madrid el 8 de febrero, el artista Oscar Seco presentó una obra en la que Cristo sermoneaba a soldados alemanes con un misil. Pedro J. Ramírez, todopoderoso director del diario "El Mundo", comentó a propósito de la obra: "Habrá quien se ofenda, quien se escandalice, quien considere que no es oportuno. Pero demuestra que vivimos en una sociedad en la que la tolerancia es un valor fundamental".
¡Precioso! ¿Se atrevería el director de "El Mundo" a decir las mismas cosas si alguien ridiculizara el holocausto judío? ¿Publicaría en su diario una sola palabra que ofendiera a las victimas del holocausto? En Alemania y en Francia existen leyes que castigan con penas de cárcel el mero echo de poner en duda el holocausto, horrendo crimen cometido por un loco contra indefensas víctimas judías. El holocausto es sagrado para el pueblo de Israel. Mahoma es sagrado para los musulmanes.
En países católicos y protestantes las injurias a la religión cristiana se celebran con carcajadas y aplausos. Da igual. No creen nada. Pero en un país musulmán ningún director, productor, guionista o actor se permitiría semejante ofensa. Primero por convicción propia. Segundo porque no tendrían mercado. Tercero porque podrían ser condenados a muerte inmediatamente. Recuérdese el caso de Salman Rushdie, escritor musulmán nacido en India. En 1989 escribió una obra titulada "Versos Satánicos", en la que cuestionaba la figura de Mahoma. El entonces líder político y religioso del Islam, Ruholláh Jomeini, lo sentenció a muerte. Ofreció 440 millones de aquellas pesetas a cualquier iraní que lo matara y 127 millones si el autor de la muerte era un extranjero. Desde entonces Rushdie vive con una cárcel a cuestas.
Yo he nacido, crecido y vivido en un país árabe y musulmán hasta los 36 años. Conozco el tema. Cuando Chris Yeomans pregunta en internet hasta qué punto las caricaturas en cuestión van contra el Islam, demuestra conocer poco a los musulmanes. La respuesta es que todas las viñetas, irreverentes y agresivas, son consideradas por los musulmanes, sean o no árabes, un ultraje al hombre que ellos tienen como enviado de Dios, al que consideran, por ser el último, el más grande de los cuatro profetas, contando a Abraham, Moisés, David y Jesucristo.
La estructura doctrinal del Islam descansa en cinco principios: La Shaháda o profesión de fe; la oración cinco veces al día; la limosna, precepto que purifica a quien la hace, el ayuno en el mes de Ramadán, fiesta que conmemora el descendimiento del Corán del cielo a la tierra y la peregrinación a la Meca al menos una vez en la vida.
De estos cinco principios, el que todo musulmán cumple a rajatabla es el primero, el testimonio de fe: "No hay más Dios que Alá y Mahoma es su Profeta".
Coincido con Montgomery Watt que de todos los grandes hombres del mundo ninguno ha tenido tantos detractores como Mahoma. Al propio tiempo, como lo escribe Juan Vernet, uno de los traductores del Corán, pocas figuras han gozado y gozan de mayor popularidad que la de Mahoma.
El Islam considera que la idolatría es peor que el crimen. Prohíbe terminantemente reproducir la imagen del profeta ya sea en retrato, pintura, dibujo o en cualquier otra forma. Las figuras religiosas que pintó Miguel Angel en la capilla sixtina del Vaticano no se darían en el Islam. Tal vez le habría ido mejor al Cristianismo si hubiera imitado en esto al Islam. No tendríamos tantas imágenes de Cristo en todos los tamaños, de todos los colores, en todas las razas, fabricadas con barro amasado o en oro puro de los más elevados kilates.
En los Estados Unidos de Norteamérica vive y comercia con Dios un pastor protestante impresentable como persona. Se llama Pat Robertson. Este señor (de alguna manera he de nombrarlo), deshonra a Dios, a Jesucristo, a la Biblia, a los pastores y al pueblo evangélico. Ha intentado inútilmente escalar puestos políticos hasta la Casa Blanca. Ahora mismo es consejero principal de Bush, a quien pidió hace poco que la C.I.A. asesinara al presidente de Venezuela, Hugo Chavez. Robertson ha descrito a Mahoma como "un fanático, ladrón, asesino y pedófilo poseso".
¿Cómo reaccionaría el tal Robertsson si un diario de Siria o Jordania lo dibujaran a él vestido de Inquisidor o de muñeco de feria? ¿O a Jesucristo acariciando al apóstol Juan de forma sospechosa? El elemento aconsejaría a Bush que lanzara misiles nucleares contra esos países. Ningún dibujante musulmán haría tal cosa, porque tanto María como Jesucristo son sagrados para el Islam.
Admitiendo que gobiernos musulmanes han utilizado el incidente de las viñetas para manipular a las masas y lanzarlas contra Europa y Estados Unidos, ¿por qué se publicaron? ¿A quién o quiénes beneficiaron?
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