La soledad se admira y desea cuando no se sufre, pero la necesidad humana de compartir cosas es evidente. (Carmen Martín Gaite)
Tienes a tu lado muchos amigos, algún que otro enemigo, dime entonces ¿por qué te sientes solo?
La soledad es un estado que padecemos o sentimos en determinados momentos de nuestra vida.
El sosiego que produce un encuentro con la soledad, es un sentimiento que en su recorrido esparce semillas de placidez, una sensación que a todos en un instante concreto nos gusta percibir.
Es triste cuando no se elige, cuando por diferentes circunstancias de la vida se te asigna como compañera de viaje.
El desconsuelo apagado de saberse alejado, de notar cómo se cuelan por las rendijas del corazón la añoranza de tiempos mejores, hace que uno sienta un abandono por parte del mundo.
La soledad es ese vacío que se percibe aún en los sitios más concurridos. Es sentir como la vida se asemeja a una almena en la que el alma se encuentra prisionera, esperando que alguien ataviado de príncipe se aventure a rescatarla.
Impreciso es el momento en el que uno decide trastocar el presente y aliarse con esta amiga que tan caro cobra su camaradería.
Hay quienes voluntariamente se someten y beben las cansinas horas de reclusión, ambicionando la orfandad de seres con quienes compartir el regalo de la vida. Aunque no concuerdo con esta idea, considero respetable dicho proceder.
El estado de introversión más triste que contemplo, es aquel que se ciñe entre dos personas que conociéndose sobradamente comienzan a desairarse. Las manos que derrochaban caricias, se vuelven ajadas con el paso del tiempo y llegan a ser manos que se ignoran. Compartir la misma casa y sentir que en realidad estas solo, sola.
Cuan dolorosa es la soledad del acompañado.
Contemplo con igual tristeza el desamparo mustio de los ancianos, que una vez llegados a cierto estado, son excluidos del campo de batalla y conferidos a un desacertado lugar en el que se sienten tristemente despojados de sí mismos y donde, se resignan a sufrir el constante vahído helado del aislamiento.
En ocasiones la vida te ofrece la oportunidad de hacer un alto en el camino, sentarte junto a la ribera de tus apremios y silenciosamente arreglar; con la ayuda de Dios, todo lo que no está funcionando de forma adecuada. Es positivo alejarse de la multitud y convidar a tu corazón al disfrute de momentos a solas, lo doloroso es tener que recurrir a estos espacios de calma como única alternativa de existencia.
Descorcho una botella llena de palabras, para regar con ellas las horas silenciosas de los solitarios. Colmar sus oídos de frases que llenen huecos vacíos, oquedades donde se cuelan, sin ser invitadas, las tristezas más hondas, los agrios sinsabores, la desnudez de lo que un día estuvo cubierto y ahora aparece falto abrigo.
Son meras palabras que escribo sintiéndolas en lo más profundo de mí , para que lleguen hasta vosotros barnizadas de cariño, todas ellas expresadas desde un corazón que dejó de estar solo para convertirse en un lugar donde anidan y sobreabundan los frutos de la convivencia.
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