Lo que realmente importa

Tú sabes bien de que hablo.

De esos sucesos que no salen en la prensa ni desencadenan una desmesurada atención. De esas vidas anónimas que no poseen ningún poder mediático y que pese a ser ofertadas ante un mundo morboso, nadie se percata de ellas, están ahí, pero pasan sin pena ni gloria por el efímero escenario de la noticia.

De nuevo salen a la palestra inmigrantes que pierden sus vidas en el mar en un desaforado deseo por conseguir un futuro más digno.

Se habla de ellos puntualmente, se recoge la información y es vertida en los medios como un suceso común, cómo muchos otros que ya pasaron. No hay más que hablar, ningún debate, ningún especial que informe de lo ocurrido. Son vidas extintas que parecen no poseer el valor requerido para ser presentadas de una forma más seria, son seres desconocidos ante una sociedad a la que le resulta fácil ignorar.

Sin embargo, que atrayente son otra tantas noticias, otros titulares cansinos, molestos y carentes de importancia que inundan las retinas de quienes prefieren vivir del cotilleo a prestar atención a la latente realidad.

Me sobrecoge la frialdad con la que nos enfrentamos a sucesos de esta y otra magnitud. Tragedias que por lejanas en la distancia parecen no calar en nuestras conciencias. Es más cómodo no percibir el dolor ajeno, refugiarnos bajo un paraguas de insensibilización y mirar hacia otro lado.

En una extraña escala de valores quedan excluidos aquellos que no forman parte de un elenco importante. Los que anónimamente intentan potenciar sus vidas hacia un mundo mejor.

Aquellos que luchan a diario en grandes batallas que no tienen trascendencia en los medios de comunicación. Los olvidados, los sin nombre, todos los que aparecen y desaparecen sonando como un simple apunte de gacetilla, como un rasgo insignificante de tragedia en una mundo donde lo trágico, lo pobre, lo maltratado, lo deficiente, es echado al olvido con prontitud.

Lo que hoy parece ser novedoso, pasa pronto a formar parte de un desvaído y amarillento periódico de ayer.

Mientras la vida que nos circunda esté cómodamente afianzada en un relajado bienestar, lo demás nos trae sin cuidado, es problema de otros. Y a vivir que son dos días…