Oda a la amistad

Se ha presentado sin previo aviso y se ha colado en mi desmemoria para hacerme cosquillas con sus frágiles dedos plagados de sentimientos.

Sin reparos me entrego a la tarea de evocar. Cierro los ojos y te traigo con la magia del recuerdo hasta el presente que me acoge.

Las manos se atraen, se mezclan afablemente. Miradas plagadas de ternura desvalijan el interior provocando una lluvia de llanto.

Estás ahí, estoy contigo. Azorada ante tus halagos te premio con una voz templada que amanse los miedos y reconforte tu alma.

Ofrendo un verso corto a quien siempre me ha otorgado la flor más hermosa, un oído cercano, el hombro presto, el sendero cubierto de promesas por cumplir.

Traigo un regalo para ti que sin pretenderlo llenas mi huerto de preciosos frutos, que me acompañas en mis silencios y callas aún teniendo mucho que decir.

Gracias por tu inestimable amor, por el hecho de comprender mis razones, por oír mi retahíla de pesadumbres y hacer caso omiso a mis notas discordantes.

Y aunque sé que todo este trayecto de dolor es pasajero, que los años se irán marchando uno tras otro plagados de añejas canciones.

Aunque sé que nada es perenne salvo Dios, ligo con cintas de seda este sentir que aflora de nuevo en un corazón desvaído , derrotado, ungiéndolo de veros y besos para avivarlo.

Vuelves a estar conmigo, y maravillada me doy cuenta de que en realidad nunca estuviste ausente, simplemente dejamos pasar el tiempo y demoramos un nuevo encuentro.

Soy consciente de que habitas en un precioso lugar donde no tiene cabida el olvido.